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                                                                                                                                Misoginia

                                                                                                                                Quiero hablar sobre el término misoginia. En parte, porque de manera frecuente se descubre todo un empeño por deslegitimar su existencia. Porque desde múltiples frentes se pretende minimizar y reducir el concepto. Más aun, por la forma en que se busca desterrar todo lo que ella implica no sólo en la esfera de las ideas, de las categorías, sino en la experiencia más palpable.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Esa ansiedad sería cómica si no tradujera en tantas formas de herida. En tanta anulación. Ese miedo visceral sería risible si no se transformara con tanta recurrencia en violencia, tan simbólica como física. Las retóricas han sido similares en el siglo XIX, en los 70, en los tiempos que corren actualmente. Las liberadoras, las feministas, son construidas desde una caricatura que logre sean percibidas como forajidas, una necia amenaza social, algo que debe ser contenido, algo “antinatural”. Una movida que, por supuesto, no sincroniza con un orden establecido donde lo varonil sea lo que determine al mundo enteramente.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Algo similar sucede cuando se comete otra infructífera falacia: esa que pretende afirmar, obtusamente, que señalar misoginia es consecuencia de misandria. Misoginia es una estructura histórica. Remito con frecuencia al trabajo de la escritora estadounidense Siri Hustvedt para comprender por qué, pese a los evidentes registros de transformaciones históricas —los derechos obtenidos, las posibilidades ganadas, los incontables cambios en condiciones— la misoginia va mucho más allá de formas legales, está conectada a códigos perceptivos, a prejuicios que compartimos los seres humanos. A las formas que aprendimos a leer e interpretar lo masculino y lo femenino.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No es lugar de los varones determinar cómo o de qué manera se materializa una herida antigua como la misoginia. No es lugar de varones, habituados a su atril de legitimidad, enunciar posturas moralizantes sobre derechos reproductivos. No son tiempos ya. Un escritor curtido, un renombrado autor, tendría que ocuparse de asuntos que entren en sus dominios; señalar a mujeres que escogen protestar de manera confrontacional como “aborteras” que imponen sus visiones de mundo y de vida, denota al final del día el mismo tipo de ansiedad.

                                                                                                                                Uno de los mecanismos más antiguos para deslegitimar al feminismo se basa en ese mismo talante de agitación: consiste en tomar expresiones “chocantes” para distorsionar la lucha, sus motivos, y para ejercer una mirada moralizante, la de varones que se indignan cuando las mujeres rebasan el rol de la complacencia o la invisibilidad. Si son iracundas, si expresan su dolor con rabia, “no es la forma”. Tomar unas formas de expresión para definir a todo un movimiento de liberación es la misma zozobra, el mismo miedo visceral.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Misoginia es señalar a una mujer y pretender, con virulencia simbólica, ningunearla, menoscabarla. Misoginia es que un varón crea que tiene derecho a detenerse en una motocicleta, dirigirse a una mujer que trota y le enseñe el pene, masturbándose. Esa violencia. ¿Qué les hace creer que pueden imponer su lujuria indeseada de esa forma sobre una persona desconocida?

                                                                                                                                Misoginia es esa incomodidad que se exacerba cuando una mujer “se sale de su sitio”, del silencio y la docilidad que enseña la socialización machista. Misoginia son esos séquitos de mujeres que afirman con insolencia que las feministas “no las representan”, cuando cada ápice de autonomía y de posibilidad para existir en libertad se lo deben a ellas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Misoginia son los medios periodísticos colombianos, desbordados, creando “escándalos” de tipo moral por mujeres “mal portadas” que incomodan, que no se atienen a roles de complacencia normativa. Misoginia es la repulsiva e inexplicable indolencia del estado colombiano hacia el caso de Jineth Bedoya, cuyo valor y tenacidad han resistido durante años, luchando por un tipo de justicia que reconozca la violencia sexual sistemática que viven millares de mujeres en sus vidas. Misoginia es reclamarle a las mujeres por tardar un determinado tiempo para denunciar las violencias que las han asolado, aun cuando se sabe que la justicia favorece con abundancia a la impunidad. Misoginia es un célebre director de cine que se escuda en su poder social y su capital económico para lanzar una tutela contra un séquito de periodistas que desvelaron ocho denuncias en su contra. Negar. No asumir. Es la prensa que incurre en narrativas de distorsión, usando las expresiones más confrontacionales de protesta, lo que llaman “vandalismo”, se usa para agotar y reducir el dolor añejo que conduce a que algunas mujeres expresen así su hastío.

                                                                                                                                Todo hombre vivió adentro de su madre, viene de ella. Muchos, heterosexuales, han interactuado a lo largo de sus vidas con mujeres en todo tipo de circunstancias. Algunos son padres. Y sin embargo, nada de eso los exime de exhibir misoginias en mayores o menores grados. La mayor muestra de la misoginia es entrenarles para desoír lo que dicen las mujeres, para invalidarlo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es insólito, realmente, que acá sigamos, insistiendo en que las mujeres somos humanas. Con las expresiones de los últimos tiempos, tendrían que estar habituados. Y sin embargo, la estructura histórica, de miles de años, es indudablemente, soterrada. Tendrían que tramitar la ansiedad porque, como ven, la lucha contra la misoginia no se detendrá. Nunca más.

                                                                                                                                vanessarosales.a@gmail.com, @vanessarosales_

                                                                                                                                Quiero hablar sobre el término misoginia. En parte, porque de manera frecuente se descubre todo un empeño por deslegitimar su existencia. Porque desde múltiples frentes se pretende minimizar y reducir el concepto. Más aun, por la forma en que se busca desterrar todo lo que ella implica no sólo en la esfera de las ideas, de las categorías, sino en la experiencia más palpable.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Esa ansiedad sería cómica si no tradujera en tantas formas de herida. En tanta anulación. Ese miedo visceral sería risible si no se transformara con tanta recurrencia en violencia, tan simbólica como física. Las retóricas han sido similares en el siglo XIX, en los 70, en los tiempos que corren actualmente. Las liberadoras, las feministas, son construidas desde una caricatura que logre sean percibidas como forajidas, una necia amenaza social, algo que debe ser contenido, algo “antinatural”. Una movida que, por supuesto, no sincroniza con un orden establecido donde lo varonil sea lo que determine al mundo enteramente.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Algo similar sucede cuando se comete otra infructífera falacia: esa que pretende afirmar, obtusamente, que señalar misoginia es consecuencia de misandria. Misoginia es una estructura histórica. Remito con frecuencia al trabajo de la escritora estadounidense Siri Hustvedt para comprender por qué, pese a los evidentes registros de transformaciones históricas —los derechos obtenidos, las posibilidades ganadas, los incontables cambios en condiciones— la misoginia va mucho más allá de formas legales, está conectada a códigos perceptivos, a prejuicios que compartimos los seres humanos. A las formas que aprendimos a leer e interpretar lo masculino y lo femenino.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No es lugar de los varones determinar cómo o de qué manera se materializa una herida antigua como la misoginia. No es lugar de varones, habituados a su atril de legitimidad, enunciar posturas moralizantes sobre derechos reproductivos. No son tiempos ya. Un escritor curtido, un renombrado autor, tendría que ocuparse de asuntos que entren en sus dominios; señalar a mujeres que escogen protestar de manera confrontacional como “aborteras” que imponen sus visiones de mundo y de vida, denota al final del día el mismo tipo de ansiedad.

                                                                                                                                Uno de los mecanismos más antiguos para deslegitimar al feminismo se basa en ese mismo talante de agitación: consiste en tomar expresiones “chocantes” para distorsionar la lucha, sus motivos, y para ejercer una mirada moralizante, la de varones que se indignan cuando las mujeres rebasan el rol de la complacencia o la invisibilidad. Si son iracundas, si expresan su dolor con rabia, “no es la forma”. Tomar unas formas de expresión para definir a todo un movimiento de liberación es la misma zozobra, el mismo miedo visceral.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Misoginia es señalar a una mujer y pretender, con virulencia simbólica, ningunearla, menoscabarla. Misoginia es que un varón crea que tiene derecho a detenerse en una motocicleta, dirigirse a una mujer que trota y le enseñe el pene, masturbándose. Esa violencia. ¿Qué les hace creer que pueden imponer su lujuria indeseada de esa forma sobre una persona desconocida?

                                                                                                                                Misoginia es esa incomodidad que se exacerba cuando una mujer “se sale de su sitio”, del silencio y la docilidad que enseña la socialización machista. Misoginia son esos séquitos de mujeres que afirman con insolencia que las feministas “no las representan”, cuando cada ápice de autonomía y de posibilidad para existir en libertad se lo deben a ellas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Misoginia son los medios periodísticos colombianos, desbordados, creando “escándalos” de tipo moral por mujeres “mal portadas” que incomodan, que no se atienen a roles de complacencia normativa. Misoginia es la repulsiva e inexplicable indolencia del estado colombiano hacia el caso de Jineth Bedoya, cuyo valor y tenacidad han resistido durante años, luchando por un tipo de justicia que reconozca la violencia sexual sistemática que viven millares de mujeres en sus vidas. Misoginia es reclamarle a las mujeres por tardar un determinado tiempo para denunciar las violencias que las han asolado, aun cuando se sabe que la justicia favorece con abundancia a la impunidad. Misoginia es un célebre director de cine que se escuda en su poder social y su capital económico para lanzar una tutela contra un séquito de periodistas que desvelaron ocho denuncias en su contra. Negar. No asumir. Es la prensa que incurre en narrativas de distorsión, usando las expresiones más confrontacionales de protesta, lo que llaman “vandalismo”, se usa para agotar y reducir el dolor añejo que conduce a que algunas mujeres expresen así su hastío.

                                                                                                                                Todo hombre vivió adentro de su madre, viene de ella. Muchos, heterosexuales, han interactuado a lo largo de sus vidas con mujeres en todo tipo de circunstancias. Algunos son padres. Y sin embargo, nada de eso los exime de exhibir misoginias en mayores o menores grados. La mayor muestra de la misoginia es entrenarles para desoír lo que dicen las mujeres, para invalidarlo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es insólito, realmente, que acá sigamos, insistiendo en que las mujeres somos humanas. Con las expresiones de los últimos tiempos, tendrían que estar habituados. Y sin embargo, la estructura histórica, de miles de años, es indudablemente, soterrada. Tendrían que tramitar la ansiedad porque, como ven, la lucha contra la misoginia no se detendrá. Nunca más.

                                                                                                                                vanessarosales.a@gmail.com, @vanessarosales_

                                                                                                                                Temas recomendados:

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