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                                                                                                                                Hablando con el fuego

                                                                                                                                Lo primero que tendría que saber un gobernante es que Colombia es un país que requiere primeros auxilios. No se lo puede gobernar sin un plan de emergencia.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El siguiente gobierno, el de César Gaviria, pareció enfrentar algunos males pero asombrosamente los agravó. Favoreciendo la desmovilización de unas guerrillas, agudizó el conflicto con las más grandes y antiguas; enfrentó a los narcotraficantes, pero impuso una apertura económica indiscriminada y sin planificación que debilitó la industria, abandonó la pequeña agricultura, puso al país a depender de las importaciones, y alentó el espejismo de que era posible proclamar una Constitución llena de garantías sociales sin modificar las eternas desigualdades, y acabando la economía fundada en el trabajo.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Las Naciones Unidas le ofrecieron a Andrés Pastrana en 1998 la posibilidad de pacificar el país proponiendo a la ayuda internacional un Plan Marshall de reconstrucción del campo, con la guerrilla de las Farc, que ya tenía 30.000 hombres, dispuesta a colaborar en ese giro histórico, pero el presidente viajó a Washington con el borrador del Plan Marshall redactado en español por los colombianos y volvió al país con un Plan Colombia redactado en inglés por los Estados Unidos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En 2002 el país desesperado que había votado por la paz de Pastrana votó por la guerra de Uribe. Y Uribe libró su guerra, acorraló a la insurgencia, y se fortaleció sobre el oleaje de su proyecto de seguridad y del odio a la guerrilla. Pero ni la posterior paz de Uribe con los paramilitares ni la siguiente paz de Santos con las Farc trajeron la paz a Colombia, porque muchos males de igual urgencia seguían esperando solución. Los cientos de miles de jóvenes sin educación y sin oportunidades, que tienen que venderse al crimen, y que son el principal instrumento de la violencia, no fueron tenidos en cuenta.

                                                                                                                                Hoy Uribe se arrulla en la leyenda de que acabó con el paramilitarismo y debilitó a la guerrilla, y Santos se arrulla en la leyenda de que acabó con las Farc y trajo la paz, pero todos los otros males de Colombia siguen hirviendo en el caldero y no dan más espera. Un país sin alternativas para los campesinos abandonó al pequeño productor en manos de las mafias. La falta de una economía formal y de empleo para las mayorías dejó al país en manos de la droga. Una economía mafiosa contagió del estilo de los carteles a la política, a la justicia, a la salud, al comercio, al manejo de los recursos y al manejo del territorio.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Aquí se requiere, además de un generoso proyecto nacional de largo plazo, un múltiple y complejo plan de emergencia. Y el que no lo proponga con conocimiento, con firmeza, con claridad, pasará sus cuatro años improvisando, tratando de dialogar con el fuego incontrolable que arde en las calles.

                                                                                                                                Lo primero que tendría que saber un gobernante es que Colombia es un país que requiere primeros auxilios. No se lo puede gobernar sin un plan de emergencia.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                El siguiente gobierno, el de César Gaviria, pareció enfrentar algunos males pero asombrosamente los agravó. Favoreciendo la desmovilización de unas guerrillas, agudizó el conflicto con las más grandes y antiguas; enfrentó a los narcotraficantes, pero impuso una apertura económica indiscriminada y sin planificación que debilitó la industria, abandonó la pequeña agricultura, puso al país a depender de las importaciones, y alentó el espejismo de que era posible proclamar una Constitución llena de garantías sociales sin modificar las eternas desigualdades, y acabando la economía fundada en el trabajo.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Las Naciones Unidas le ofrecieron a Andrés Pastrana en 1998 la posibilidad de pacificar el país proponiendo a la ayuda internacional un Plan Marshall de reconstrucción del campo, con la guerrilla de las Farc, que ya tenía 30.000 hombres, dispuesta a colaborar en ese giro histórico, pero el presidente viajó a Washington con el borrador del Plan Marshall redactado en español por los colombianos y volvió al país con un Plan Colombia redactado en inglés por los Estados Unidos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En 2002 el país desesperado que había votado por la paz de Pastrana votó por la guerra de Uribe. Y Uribe libró su guerra, acorraló a la insurgencia, y se fortaleció sobre el oleaje de su proyecto de seguridad y del odio a la guerrilla. Pero ni la posterior paz de Uribe con los paramilitares ni la siguiente paz de Santos con las Farc trajeron la paz a Colombia, porque muchos males de igual urgencia seguían esperando solución. Los cientos de miles de jóvenes sin educación y sin oportunidades, que tienen que venderse al crimen, y que son el principal instrumento de la violencia, no fueron tenidos en cuenta.

                                                                                                                                Hoy Uribe se arrulla en la leyenda de que acabó con el paramilitarismo y debilitó a la guerrilla, y Santos se arrulla en la leyenda de que acabó con las Farc y trajo la paz, pero todos los otros males de Colombia siguen hirviendo en el caldero y no dan más espera. Un país sin alternativas para los campesinos abandonó al pequeño productor en manos de las mafias. La falta de una economía formal y de empleo para las mayorías dejó al país en manos de la droga. Una economía mafiosa contagió del estilo de los carteles a la política, a la justicia, a la salud, al comercio, al manejo de los recursos y al manejo del territorio.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Aquí se requiere, además de un generoso proyecto nacional de largo plazo, un múltiple y complejo plan de emergencia. Y el que no lo proponga con conocimiento, con firmeza, con claridad, pasará sus cuatro años improvisando, tratando de dialogar con el fuego incontrolable que arde en las calles.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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