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                                                                                                                                La poesía de Giovanni Quessep

                                                                                                                                (Este texto formará parte de un libro sobre poesía colombiana publicado por el Fondo de Cultura Económica).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Giovanni Quessep logra siempre que el idioma en que habla no nos parezca típico de ningún pueblo; no es el español de España ni el español de Colombia ni el español del litoral Caribe colombiano. Es el idioma de un hombre que resume largos destierros y largas travesías, la nostalgia de sus padres, la conciencia de que uno de sus abuelos es venerado como santo en los altares del Líbano, la conciencia de que entre su carne y su alma hay abismos de remembranza, siglos de maravilla, zonas de música y criaturas fantásticas.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Nadie entre nosotros hace suyos con mayor propiedad los viejos símbolos de la cultura: su poesía está cruzada de unicornios y de castillos, de ruecas mágicas del mundo de las hadas y de alondras color de vino; por sus versos pasan la Alicia de Lewis Carroll y la Penélope de La Odisea, como pueden pasar la reina Ginebra o la ballena blanca, el ruiseñor de los confines de Persia o los magos del ciclo de Bretaña, pero todo lo que entra en ellos obtiene inmediatamente una abrumadora condición de verdad y de sinceridad que hace que ninguno de esos símbolos parezcan objetos de utilería o recursos librescos, todo se vuelve enseguida pasión y nostalgia, urgente amor y realidad inmediata.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Uno de los primeros en reconocer en Colombia la excelencia de la poesía de Giovanni Quessep fue el inolvidable poeta León de Greiff. Era casi natural que fuera así, porque también León pertenecía a ese mundo de inmigrantes recientes, que no han borrado de su memoria los mundos de los que fueron desterrados por las guerras o por los azares de la historia. También León llegó a ser intensamente colombiano sin perder nunca cierto aire de extranjero; la condición de colombiano era en él no sólo un dictado del nacimiento, sino una opción de la voluntad: pudo haber decidido ser sueco o alemán, como Quessep pudo haber decidido ser libanés, pero prefirieron la aventura de un país con vaga memoria y realidad abrumadora, lleno de azar y de riesgo, de color y de diversidad, poblado por individuos en quienes los dioses han puesto al mismo tiempo pobreza y opulencia. Ambos han vivido la fascinación de un idioma que parece nacer entre sus manos, hábil para todo tipo de combinaciones.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Acuérdate muchacha/ Que estás en un lugar de Suramérica/ No estamos en Verona/ No sentirás el canto de la alondra/ Los inventos de Shakespeare/ No son para Mauricio Babilonia/ Cumple tu historia suramericana/ Espérame desnuda/ Entre los alacranes/ Y olvídate y no olvides/ Que el tiempo colecciona mariposas.

                                                                                                                                (Este texto formará parte de un libro sobre poesía colombiana publicado por el Fondo de Cultura Económica).

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Giovanni Quessep logra siempre que el idioma en que habla no nos parezca típico de ningún pueblo; no es el español de España ni el español de Colombia ni el español del litoral Caribe colombiano. Es el idioma de un hombre que resume largos destierros y largas travesías, la nostalgia de sus padres, la conciencia de que uno de sus abuelos es venerado como santo en los altares del Líbano, la conciencia de que entre su carne y su alma hay abismos de remembranza, siglos de maravilla, zonas de música y criaturas fantásticas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Uno de los primeros en reconocer en Colombia la excelencia de la poesía de Giovanni Quessep fue el inolvidable poeta León de Greiff. Era casi natural que fuera así, porque también León pertenecía a ese mundo de inmigrantes recientes, que no han borrado de su memoria los mundos de los que fueron desterrados por las guerras o por los azares de la historia. También León llegó a ser intensamente colombiano sin perder nunca cierto aire de extranjero; la condición de colombiano era en él no sólo un dictado del nacimiento, sino una opción de la voluntad: pudo haber decidido ser sueco o alemán, como Quessep pudo haber decidido ser libanés, pero prefirieron la aventura de un país con vaga memoria y realidad abrumadora, lleno de azar y de riesgo, de color y de diversidad, poblado por individuos en quienes los dioses han puesto al mismo tiempo pobreza y opulencia. Ambos han vivido la fascinación de un idioma que parece nacer entre sus manos, hábil para todo tipo de combinaciones.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Acuérdate muchacha/ Que estás en un lugar de Suramérica/ No estamos en Verona/ No sentirás el canto de la alondra/ Los inventos de Shakespeare/ No son para Mauricio Babilonia/ Cumple tu historia suramericana/ Espérame desnuda/ Entre los alacranes/ Y olvídate y no olvides/ Que el tiempo colecciona mariposas.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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