“Que sea esta la ocasión para rendirle hoy acá un homenaje al exministro de Defensa Guillermo Botero Nieto. El exministro Botero le ha dejado al país una gran lección de vida”, fueron las palabras de gratitud del presidente Iván Duque durante la ceremonia de ascenso de 277 alféreces a subtenientes de la Policía Nacional el pasado 7 de noviembre.
El homenaje ocasionó no solo una avalancha de críticas, sino la rabia de una parte importante del país por el reciente escándalo que obligó a Guillermo Botero a su renuncia. Pero con el discurso, el presidente también demostró que no pierde una oportunidad para salir de una crisis.
Pero miremos en detalle cuál es esa lección de vida que le dejó Botero al país, porque es claro que le dejó una, pero no la que dice Presidencia.
Iván Duque anunció el 17 de julio de 2018 que Guillermo Botero sería el ministro de la Defensa Nacional. Desde entonces varios sectores supieron que este era un nombramiento liderado por el expresidente Álvaro Uribe y que Botero, como él mismo lo dijo imprudentemente en varias ocasiones impulsado por su gusto por el alcohol, veía al senador Uribe como su jefe más que al presidente Duque. Preocupante.
En julio de 2018 durante la Cumbre Concordia Américas, Guillermo Botero, antes de posesionarse, mostró señales de su desatino y desconocimiento de la cartera que iba a dirigir defendiendo la seguridad de los colombianos, al proponer regular la protesta social mediante una ley estatutaria.
“En el ámbito social respetamos la protesta social, pero también creemos que debe ser una protesta ordenada que verdaderamente represente los intereses de todos los colombianos y no solo de un pequeño grupo”, dejando un tufo de autoritarismo en el entrante gobierno del joven Duque.
Pero sigamos con sus lecciones ya que la sesión plenaria de moción de censura del pasado 5 de noviembre liderada por el senador Roy Barreras deja muy buenas pistas.
En ellas se incluyen los polémicos ascensos de oficiales vinculados con casos de falsos positivos, los errores en el dossier de inteligencia sobre Venezuela que Duque presentó ante la ONU, el aumento de la percepción de inseguridad en todas las ciudades y el fracaso para evitar los asesinatos a líderes sociales, indígenas y excombatientes que firmaron la paz.
A esto se sumaron más escándalos.
El pasado 13 de junio salió estoico de un debate de moción de censura en el que se le mostró un artículo de The New York Times que hablaba de una circular, emitida desde la comandancia del Ejército, que representaría un aumento en las órdenes de letalidad, que podrían poner en riesgo a los civiles.
O cómo olvidar la muerte de Dimar Torres, un excombatiente de las Farc en Catatumbo (Norte de Santander), quien fue asesinado por un miembro del Ejército, homicidio que según el fiscal del caso fue ordenado por el coronel Jorge Armando Pérez Amézquita, como reveló recientemente la revista Semana.
Por su parte, el ministro había dicho que se trataba de un forcejeo o de una refriega, pero resultó ser un falso positivo que ya era suficiente para que el ministro se cayera. Frente a esto el presidente Duque lo único que dijo fue que no era momento para hablar de renuncias.
Días después el entonces comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano, general Diego Villegas, pidió perdón a la población por la insubordinación del militar implicado diciendo: “Mataron a un miembro de la comunidad y lo mataron miembros de las Fuerzas Armadas y por lo tanto el comandante debe venir a poner la cara”, pero ni el ministro ni el presidente hicieron lo mismo.
También hay que incluir el horrible caso de Flower Trompeta. A finales de octubre, la comunidad de la vereda La Laguna, en el municipio de Corinto (Cauca), denunció el asesinato de un joven a manos del Ejército Nacional.
Se trataba de Flower Jair Trompeta Paví, un joven que, según los denunciantes, “se lo llevaron vivo de su parcela” y luego apareció baleado y con heridas que darían cuenta de una aparente tortura, pues el mensaje de alerta señalaba que integrantes del Ejército lo retuvieron.
Según la versión inicial, el Ejército y Botero señalaron que Trompeta Paví era un disidente de las Farc y que habría muerto en combate, pero líderes de la Zona de Reserva Campesina de Corinto no reportaron ningún combate en el área y todo parece indicar que fue otra ejecución extrajudicial que intentaron vender como una muerte de combate.
Pero volvamos a la moción de censura ya que Guillermo Botero respondió a las denuncias de Roy Barreras durante más de una hora y nunca se refirió a la denuncia del bombardeo al disidente de la guerrilla en donde murieron los ocho menores.
Hasta que algo pasó.
En el video oficial del Congreso se evidencia que únicamente cuando el senador Uribe le ordenó a Botero responder por este tema el ministro dio respuestas, aunque todas incompletas.
En la hora cuatro, con 39 minutos y 20 segundos, el senador Uribe le pidió al presidente del Senado que dejara volver a hablar al ministro Botero diciendo: “Quisiera que el ministro fuera más explícito en el tema de los niños (…) y que nos diera la opinión que tienen el Ministerio, el Gobierno, las Fuerzas Armadas sobre el caso de la muerte del señor Flower Trompeta porque se presentó en una hipótesis de que habría sido causada, habría sido un asesinato de las Fuerzas Armadas, si el ministro pudiera, señor presidente, antes de que el senador citante cierre el debate, referirse a estos dos temas (…) ”. (Ver Sesión Plenaria).
Solo ahí Botero empezó a responder por estos temas, demostrando lo que decía el exministro cuando constantemente se encontraba suavizado por las mieles del licor, y es que él respondía a las órdenes del senador Uribe. Es posible que esas órdenes lo llevaron a esta crisis en la que estamos ahora.
Es momento de que el presidente Duque no pierda más oportunidades y primero se pronuncie sobre la muerte de los ocho menores en ese bombardeo. No puede seguir guardando silencio ante un hecho que puede acabar en las cortes internacionales por violación de los derechos humanos y en donde tiene que aclarar cuál es su opinión y si se enteró de la muerte de los menores en el debate o ya sabía.
Cualquiera de las respuestas es igual de preocupante.
Y, segundo, que haga un nombramiento certero en esa cartera que acabe con la política perversa que nos estaba regresando, paso a paso, a las épocas de los falsos positivos y las ejecuciones extrajudiciales. Para eso es necesario alejar al expresidente Uribe de la injerencia de ese ministerio y que el presidente Duque entienda que es de esto de lo que estamos hablando, viejo.
@yohirakerman, akermancolumnista@gmail.com
“Que sea esta la ocasión para rendirle hoy acá un homenaje al exministro de Defensa Guillermo Botero Nieto. El exministro Botero le ha dejado al país una gran lección de vida”, fueron las palabras de gratitud del presidente Iván Duque durante la ceremonia de ascenso de 277 alféreces a subtenientes de la Policía Nacional el pasado 7 de noviembre.
El homenaje ocasionó no solo una avalancha de críticas, sino la rabia de una parte importante del país por el reciente escándalo que obligó a Guillermo Botero a su renuncia. Pero con el discurso, el presidente también demostró que no pierde una oportunidad para salir de una crisis.
Pero miremos en detalle cuál es esa lección de vida que le dejó Botero al país, porque es claro que le dejó una, pero no la que dice Presidencia.
Iván Duque anunció el 17 de julio de 2018 que Guillermo Botero sería el ministro de la Defensa Nacional. Desde entonces varios sectores supieron que este era un nombramiento liderado por el expresidente Álvaro Uribe y que Botero, como él mismo lo dijo imprudentemente en varias ocasiones impulsado por su gusto por el alcohol, veía al senador Uribe como su jefe más que al presidente Duque. Preocupante.
En julio de 2018 durante la Cumbre Concordia Américas, Guillermo Botero, antes de posesionarse, mostró señales de su desatino y desconocimiento de la cartera que iba a dirigir defendiendo la seguridad de los colombianos, al proponer regular la protesta social mediante una ley estatutaria.
“En el ámbito social respetamos la protesta social, pero también creemos que debe ser una protesta ordenada que verdaderamente represente los intereses de todos los colombianos y no solo de un pequeño grupo”, dejando un tufo de autoritarismo en el entrante gobierno del joven Duque.
Pero sigamos con sus lecciones ya que la sesión plenaria de moción de censura del pasado 5 de noviembre liderada por el senador Roy Barreras deja muy buenas pistas.
En ellas se incluyen los polémicos ascensos de oficiales vinculados con casos de falsos positivos, los errores en el dossier de inteligencia sobre Venezuela que Duque presentó ante la ONU, el aumento de la percepción de inseguridad en todas las ciudades y el fracaso para evitar los asesinatos a líderes sociales, indígenas y excombatientes que firmaron la paz.
A esto se sumaron más escándalos.
El pasado 13 de junio salió estoico de un debate de moción de censura en el que se le mostró un artículo de The New York Times que hablaba de una circular, emitida desde la comandancia del Ejército, que representaría un aumento en las órdenes de letalidad, que podrían poner en riesgo a los civiles.
O cómo olvidar la muerte de Dimar Torres, un excombatiente de las Farc en Catatumbo (Norte de Santander), quien fue asesinado por un miembro del Ejército, homicidio que según el fiscal del caso fue ordenado por el coronel Jorge Armando Pérez Amézquita, como reveló recientemente la revista Semana.
Por su parte, el ministro había dicho que se trataba de un forcejeo o de una refriega, pero resultó ser un falso positivo que ya era suficiente para que el ministro se cayera. Frente a esto el presidente Duque lo único que dijo fue que no era momento para hablar de renuncias.
Días después el entonces comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano, general Diego Villegas, pidió perdón a la población por la insubordinación del militar implicado diciendo: “Mataron a un miembro de la comunidad y lo mataron miembros de las Fuerzas Armadas y por lo tanto el comandante debe venir a poner la cara”, pero ni el ministro ni el presidente hicieron lo mismo.
También hay que incluir el horrible caso de Flower Trompeta. A finales de octubre, la comunidad de la vereda La Laguna, en el municipio de Corinto (Cauca), denunció el asesinato de un joven a manos del Ejército Nacional.
Se trataba de Flower Jair Trompeta Paví, un joven que, según los denunciantes, “se lo llevaron vivo de su parcela” y luego apareció baleado y con heridas que darían cuenta de una aparente tortura, pues el mensaje de alerta señalaba que integrantes del Ejército lo retuvieron.
Según la versión inicial, el Ejército y Botero señalaron que Trompeta Paví era un disidente de las Farc y que habría muerto en combate, pero líderes de la Zona de Reserva Campesina de Corinto no reportaron ningún combate en el área y todo parece indicar que fue otra ejecución extrajudicial que intentaron vender como una muerte de combate.
Pero volvamos a la moción de censura ya que Guillermo Botero respondió a las denuncias de Roy Barreras durante más de una hora y nunca se refirió a la denuncia del bombardeo al disidente de la guerrilla en donde murieron los ocho menores.
Hasta que algo pasó.
En el video oficial del Congreso se evidencia que únicamente cuando el senador Uribe le ordenó a Botero responder por este tema el ministro dio respuestas, aunque todas incompletas.
En la hora cuatro, con 39 minutos y 20 segundos, el senador Uribe le pidió al presidente del Senado que dejara volver a hablar al ministro Botero diciendo: “Quisiera que el ministro fuera más explícito en el tema de los niños (…) y que nos diera la opinión que tienen el Ministerio, el Gobierno, las Fuerzas Armadas sobre el caso de la muerte del señor Flower Trompeta porque se presentó en una hipótesis de que habría sido causada, habría sido un asesinato de las Fuerzas Armadas, si el ministro pudiera, señor presidente, antes de que el senador citante cierre el debate, referirse a estos dos temas (…) ”. (Ver Sesión Plenaria).
Solo ahí Botero empezó a responder por estos temas, demostrando lo que decía el exministro cuando constantemente se encontraba suavizado por las mieles del licor, y es que él respondía a las órdenes del senador Uribe. Es posible que esas órdenes lo llevaron a esta crisis en la que estamos ahora.
Es momento de que el presidente Duque no pierda más oportunidades y primero se pronuncie sobre la muerte de los ocho menores en ese bombardeo. No puede seguir guardando silencio ante un hecho que puede acabar en las cortes internacionales por violación de los derechos humanos y en donde tiene que aclarar cuál es su opinión y si se enteró de la muerte de los menores en el debate o ya sabía.
Cualquiera de las respuestas es igual de preocupante.
Y, segundo, que haga un nombramiento certero en esa cartera que acabe con la política perversa que nos estaba regresando, paso a paso, a las épocas de los falsos positivos y las ejecuciones extrajudiciales. Para eso es necesario alejar al expresidente Uribe de la injerencia de ese ministerio y que el presidente Duque entienda que es de esto de lo que estamos hablando, viejo.
@yohirakerman, akermancolumnista@gmail.com