Esta es una historia del llamado clan Gnecco. Una columna sobre otra de esas familias que se adueñaron del control político de un departamento y, con eso, de los recursos del erario departamental.
Empecemos.
El clan Gnecco lleva dominando la Gobernación del Cesar desde hace 10 años. El 30 de octubre de 2011, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, hijo de Cielo Gnecco, matriarca del clan, fue elegido por el Partido de la U como gobernador del Cesar. En esas elecciones regionales fue apoyado por el entonces presidente, Juan Manuel Santos, y por el expresidente imputado Álvaro Uribe Vélez. Toda una hazaña de flexibilidad y conveniencia política.
Una vez Monsalvo Gnecco terminó su periodo, fue sucedido por un pupilo del clan, llamado Franco Ovalle Angarita, también por la U. Posteriormente, en 2019, Monsalvo Gnecco regresó a la Gobernación, seguramente a terminar cositas pendientes. O seguir dejándolas sin terminar más bien.
Tal y como lo documentó la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) en una reciente investigación sobre el clan, liderada por el periodista Julián Martínez, desde diciembre de 2016 la Contraloría General de la República adelanta una investigación a varios contratos celebrados desde 2014 por la Gobernación controlada por los Gnecco. Se trata de presuntos detrimentos patrimoniales debido a que las obras se encuentran todavía inconclusas.
Esto llevó a una medida cautelar de la Contraloría, por un proceso de responsabilidad fiscal en el que el departamento del Cesar ha resultado afectado por más de $50.000 millones, uno que otro pesito, debido a un contrato firmado durante la primera administración de Monsalvo Gnecco.
La Contraloría habría ordenado medidas cautelares, con posibles embargos, contra el gobernador Monsalvo Gnecco y contra el exgobernador Francisco Fernando Ovalle Angarita, todos pertenecientes al clan Gnecco.
La reciente columna del subdirector de Pares, Ariel Ávila, menciona este hecho, estableciendo que el objeto del contrato era la construcción de dos centros de desarrollo tecnológico de investigación ganadera y pesquera en Valledupar y La Paz, Cesar. Las obras no se han logrado terminar, a pesar de que el clan Gnecco ha concentrado el poder del departamento durante una década y lo seguirá haciendo hasta el 2023.
Pero vamos más atrás.
El 17 de agosto de 2012, el gobernador Monsalvo Gnecco envió un mensaje, en su cuenta de Twitter, resaltando que había puesto la “primera piedra” del proyecto. Fue más bien la última piedra, porque la construcción hoy no se ha hecho.
Paradójicamente, Monsalvo Gnecco dice en su propia página web, en la sección “Logros de gobierno” del espacio dedicado a su biografía personal, que las obras del Centro de Desarrollo Tecnológico de la Ganadería están convirtiendo “al Cesar en referente del desarrollo agropecuario, al revolucionar el sector con programas de mejoramiento genético que aplican tecnología de punta en los laboratorios de fecundación in vitro”. Fecundación in vitro, pero de elefantes blancos.
Terminemos.
Ese no es el único problemita del actual gobernador del Cesar, Monsalvo Gnecco. El pasado 13 de julio, en el marco de un proceso que enfrenta en la Corte Suprema de Justicia por irregularidades en un contrato de alimentación escolar, un fiscal delegado pidió casa por cárcel para el gobernador. Monsalvo Gnecco es investigado por presuntas irregularidades por $3.000 millones en contratos del Programa de Alimentación Escolar (PAE). Otra piedra en el zapato.
El contrato cuestionado, fundamentalmente por temas de supuestos sobrecostos, fue suscrito en el año 2015 con el Consorcio Alimentación Escolar a Salvo, e imputado por los delitos de apropiación en favor de terceros agravados y contrato sin cumplimiento de requisitos legales. Uno de los sobrecostos cuestionados correspondería a que, por ejemplo, el kilo de hígado, que costaba $14.000 en el mercado, fue registrado por $65.000 en el contrato.
Hay que mirar cuál es la calidad del hígado encebollado que se come el gobernador, ya que un sobrecosto de $50.000 por kilo es algo sospechoso.
Pese a todo esto, el 7 de julio, al presidente Iván Duque no le faltaron hígados para anunciar junto al polémico gobernador Monsalvo Gnecco la consolidación de un contrato por $140.000 millones, con el fin de iniciar las obras del Centro Cultural de la Música Vallenata.
Una cosa hay que concederle al presidente Duque y es que siempre ha tenido sus prioridades claras, en lo no importante. Como dijo la periodista Katia Ospino en su cuenta de Twitter: “Con alfombra roja y el montaje de una escenografía millonaria, avanzan los preparativos de la parranda vallenata en la que el gobernador del clan Monsalvo Gnecco pondrá la primera piedra de $140.000 millones que servirían para recuperar el hospital RPL y el IDREEC”.
Pese a no invertir ese dinero en salud o educación del departamento del Cesar, lo más seguro es que el pomposo anuncio solo quede en poner la primera piedra, y el resto de la inversión para las otras quede, como siempre, en familia. O se pierda en el camino y en las arcas de los miembros o cercanos a ese poderoso clan. En el evangelio según Gnecco, las últimas piedras siempre serán las primeras.
Esta es una historia del llamado clan Gnecco. Una columna sobre otra de esas familias que se adueñaron del control político de un departamento y, con eso, de los recursos del erario departamental.
Empecemos.
El clan Gnecco lleva dominando la Gobernación del Cesar desde hace 10 años. El 30 de octubre de 2011, Luis Alberto Monsalvo Gnecco, hijo de Cielo Gnecco, matriarca del clan, fue elegido por el Partido de la U como gobernador del Cesar. En esas elecciones regionales fue apoyado por el entonces presidente, Juan Manuel Santos, y por el expresidente imputado Álvaro Uribe Vélez. Toda una hazaña de flexibilidad y conveniencia política.
Una vez Monsalvo Gnecco terminó su periodo, fue sucedido por un pupilo del clan, llamado Franco Ovalle Angarita, también por la U. Posteriormente, en 2019, Monsalvo Gnecco regresó a la Gobernación, seguramente a terminar cositas pendientes. O seguir dejándolas sin terminar más bien.
Tal y como lo documentó la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) en una reciente investigación sobre el clan, liderada por el periodista Julián Martínez, desde diciembre de 2016 la Contraloría General de la República adelanta una investigación a varios contratos celebrados desde 2014 por la Gobernación controlada por los Gnecco. Se trata de presuntos detrimentos patrimoniales debido a que las obras se encuentran todavía inconclusas.
Esto llevó a una medida cautelar de la Contraloría, por un proceso de responsabilidad fiscal en el que el departamento del Cesar ha resultado afectado por más de $50.000 millones, uno que otro pesito, debido a un contrato firmado durante la primera administración de Monsalvo Gnecco.
La Contraloría habría ordenado medidas cautelares, con posibles embargos, contra el gobernador Monsalvo Gnecco y contra el exgobernador Francisco Fernando Ovalle Angarita, todos pertenecientes al clan Gnecco.
La reciente columna del subdirector de Pares, Ariel Ávila, menciona este hecho, estableciendo que el objeto del contrato era la construcción de dos centros de desarrollo tecnológico de investigación ganadera y pesquera en Valledupar y La Paz, Cesar. Las obras no se han logrado terminar, a pesar de que el clan Gnecco ha concentrado el poder del departamento durante una década y lo seguirá haciendo hasta el 2023.
Pero vamos más atrás.
El 17 de agosto de 2012, el gobernador Monsalvo Gnecco envió un mensaje, en su cuenta de Twitter, resaltando que había puesto la “primera piedra” del proyecto. Fue más bien la última piedra, porque la construcción hoy no se ha hecho.
Paradójicamente, Monsalvo Gnecco dice en su propia página web, en la sección “Logros de gobierno” del espacio dedicado a su biografía personal, que las obras del Centro de Desarrollo Tecnológico de la Ganadería están convirtiendo “al Cesar en referente del desarrollo agropecuario, al revolucionar el sector con programas de mejoramiento genético que aplican tecnología de punta en los laboratorios de fecundación in vitro”. Fecundación in vitro, pero de elefantes blancos.
Terminemos.
Ese no es el único problemita del actual gobernador del Cesar, Monsalvo Gnecco. El pasado 13 de julio, en el marco de un proceso que enfrenta en la Corte Suprema de Justicia por irregularidades en un contrato de alimentación escolar, un fiscal delegado pidió casa por cárcel para el gobernador. Monsalvo Gnecco es investigado por presuntas irregularidades por $3.000 millones en contratos del Programa de Alimentación Escolar (PAE). Otra piedra en el zapato.
El contrato cuestionado, fundamentalmente por temas de supuestos sobrecostos, fue suscrito en el año 2015 con el Consorcio Alimentación Escolar a Salvo, e imputado por los delitos de apropiación en favor de terceros agravados y contrato sin cumplimiento de requisitos legales. Uno de los sobrecostos cuestionados correspondería a que, por ejemplo, el kilo de hígado, que costaba $14.000 en el mercado, fue registrado por $65.000 en el contrato.
Hay que mirar cuál es la calidad del hígado encebollado que se come el gobernador, ya que un sobrecosto de $50.000 por kilo es algo sospechoso.
Pese a todo esto, el 7 de julio, al presidente Iván Duque no le faltaron hígados para anunciar junto al polémico gobernador Monsalvo Gnecco la consolidación de un contrato por $140.000 millones, con el fin de iniciar las obras del Centro Cultural de la Música Vallenata.
Una cosa hay que concederle al presidente Duque y es que siempre ha tenido sus prioridades claras, en lo no importante. Como dijo la periodista Katia Ospino en su cuenta de Twitter: “Con alfombra roja y el montaje de una escenografía millonaria, avanzan los preparativos de la parranda vallenata en la que el gobernador del clan Monsalvo Gnecco pondrá la primera piedra de $140.000 millones que servirían para recuperar el hospital RPL y el IDREEC”.
Pese a no invertir ese dinero en salud o educación del departamento del Cesar, lo más seguro es que el pomposo anuncio solo quede en poner la primera piedra, y el resto de la inversión para las otras quede, como siempre, en familia. O se pierda en el camino y en las arcas de los miembros o cercanos a ese poderoso clan. En el evangelio según Gnecco, las últimas piedras siempre serán las primeras.