La historia va así. El pasado 5 de abril publiqué una columna titulada “Persiguiendo al investigador” que establecía que, además de los periodistas y abogados que están siendo amenazados por haber destapado el escándalo de la ñeñepolítica, los investigadores de la Dirección Central de Policía Judicial e Inteligencia (Dijín) que obtuvieron los audios del narcotraficante José Guillermo Ñeñe Hernández hablando con María Claudia Daza Castro también estaban siendo perseguidos y hostigados.
Los pájaros tirándoles a las escopetas.
En la columna se detallaron los pasos, todos legales, por los cuales se llegó a los audios de la famosa ñeñepolítica y la manera en la que la justicia estaba tratando de declarar la ilegalidad de esas grabaciones para que pierdan su valor probatorio en las investigaciones en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, en la Corte Suprema y en la misma Fiscalía. (Ver Persiguiendo al investigador).
Pues bien, en un movimiento de no creer, la Fiscalía ordenó las dos primeras capturas en ese caso, pero no de las personas que están en las evidencias planificando y ejecutando posibles delitos, sino de los investigadores de la Dijín que grabaron las conversaciones.
El mayor Yefferson Tocarruncho y el sargento Wadith Velásquez fueron las dos primeras capturas de este caso sin que haya obrado interrogatorio o citación previa. Mientras que Cayita Daza, voz que el país entero oyó hablando con el narcotraficante Ñeñe Hernández para “meter una plata por debajo de la mesa” en la campaña de Iván Duque, pudo tener su interrogatorio sin que ella dijera una sola palabra, ni le dieran orden de captura.
Doble rasero el de la justicia.
Pero por eso es importante recordarle algunas cosas al doctor Francisco Barbosa.
El 3 de marzo el periodista Gonzalo Guillén destapó las grabaciones del Ñeñe con una mujer no identificada. Pocos días después fue el periodista Julián Martínez quien pudo establecer que la voz de la misteriosa mujer planeando cosas irregulares con el narcotraficante era la de María Claudia Daza Castro, la hasta ese momento desconocida funcionaria de la UTL del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Algunos medios se dedicaron a promover la idea de que los audios no existían o estaban manipulados, pero fue el mismo senador Uribe, el 9 de marzo, quien confirmó que la voz en los audios era la de su asesora de confianza. (Ver Uribe se distancia).
Ese mismo día Caya Daza renunció a su cargo en el Senado y en el comunicado fue enfática en no aceptar y rechazar enérgicamente “que se le endilgue la autoría de una conversación” que no es propia de su vida de servicio y la lealtad que ha tenido con Uribe.
Dos días después Caya Daza salió del país pese a que la Comisión de Acusaciones le pidió a la Fiscalía evitar la salida del país de ella y de María Mónica Urbina, viuda del narcotraficante Ñeñe Hernández. (Ver Salió del país).
Ahí hasta ahora vamos empezando.
El 15 de marzo Noticias Uno reveló que la voz de Cayita Daza también se oye en conversaciones con el abogado Diego Cadena, investigado por fraude procesal y soborno de testigos en concurso homogéneo y sucesivo para favorecer al expresidente Uribe. En esos audios se oye a Daza hablar sobre un viaje a Miami para conseguir testimonios a favor del exmandatario y la logística para esto. (Ver Con Cadena).
Posteriormente, el 4 de abril la periodista María Jimena Duzán reveló una conversación telefónica inédita entre la que fue la secretaria privada de Álvaro Uribe Vélez y Goyo Hernández, hermano del Ñeñe. En la grabación queda claro que Goyo tuvo un papel activo, operativo, decisorio y financista en la campaña electoral de Duque, por debajo de la mesa.
En el transcurso del diálogo, Goyo le recomienda a Cayita vincular a la campaña de Duque a personas ligadas al crimen, tales como la conservadora Tina Soto, de Barrancas (La Guajira), prima de Marquitos Figueroa, o Rosa Valdeblánquez, hija del narcotraficante y paramilitar del cartel de Medellín Gervasio Valdeblánquez Ipuana. (Ver Lo que diga el Goyo).
Finalmente, el 24 de mayo el columnista Daniel Coronell publicó en Los Danieles que en poder de la justicia existe al menos otro grupo de desconocidas interceptaciones obtenidas legalmente que comprueban que Cayita actuaba como puente para temas sensibles y complicados entre la campaña de Duque y la oficina de Álvaro Uribe. (Ver ¿Qué calla Cayita?).
Todo esto sin mencionar que el fiscal general, Francisco Barbosa, principal investigador del caso y quien tiene a cargo el futuro penal de Caya Daza, hizo campaña junto a ella y Priscila Cabrales con el equipo del Ñeñe Hernández. A pesar de ese mínimo detalle, el fiscal ha decidido no declararse impedido y más bien perseguir a los investigadores de la Dijín que encontraron estos delitos. No a quienes presuntamente los cometieron. (Ver Impedimentos).
Una jugadita donde el fiscal Barbosa se está haciendo inmolar para proteger la campaña y reputación de su amigo y presidente, Iván Duque.
La historia va así. El pasado 5 de abril publiqué una columna titulada “Persiguiendo al investigador” que establecía que, además de los periodistas y abogados que están siendo amenazados por haber destapado el escándalo de la ñeñepolítica, los investigadores de la Dirección Central de Policía Judicial e Inteligencia (Dijín) que obtuvieron los audios del narcotraficante José Guillermo Ñeñe Hernández hablando con María Claudia Daza Castro también estaban siendo perseguidos y hostigados.
Los pájaros tirándoles a las escopetas.
En la columna se detallaron los pasos, todos legales, por los cuales se llegó a los audios de la famosa ñeñepolítica y la manera en la que la justicia estaba tratando de declarar la ilegalidad de esas grabaciones para que pierdan su valor probatorio en las investigaciones en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, en la Corte Suprema y en la misma Fiscalía. (Ver Persiguiendo al investigador).
Pues bien, en un movimiento de no creer, la Fiscalía ordenó las dos primeras capturas en ese caso, pero no de las personas que están en las evidencias planificando y ejecutando posibles delitos, sino de los investigadores de la Dijín que grabaron las conversaciones.
El mayor Yefferson Tocarruncho y el sargento Wadith Velásquez fueron las dos primeras capturas de este caso sin que haya obrado interrogatorio o citación previa. Mientras que Cayita Daza, voz que el país entero oyó hablando con el narcotraficante Ñeñe Hernández para “meter una plata por debajo de la mesa” en la campaña de Iván Duque, pudo tener su interrogatorio sin que ella dijera una sola palabra, ni le dieran orden de captura.
Doble rasero el de la justicia.
Pero por eso es importante recordarle algunas cosas al doctor Francisco Barbosa.
El 3 de marzo el periodista Gonzalo Guillén destapó las grabaciones del Ñeñe con una mujer no identificada. Pocos días después fue el periodista Julián Martínez quien pudo establecer que la voz de la misteriosa mujer planeando cosas irregulares con el narcotraficante era la de María Claudia Daza Castro, la hasta ese momento desconocida funcionaria de la UTL del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Algunos medios se dedicaron a promover la idea de que los audios no existían o estaban manipulados, pero fue el mismo senador Uribe, el 9 de marzo, quien confirmó que la voz en los audios era la de su asesora de confianza. (Ver Uribe se distancia).
Ese mismo día Caya Daza renunció a su cargo en el Senado y en el comunicado fue enfática en no aceptar y rechazar enérgicamente “que se le endilgue la autoría de una conversación” que no es propia de su vida de servicio y la lealtad que ha tenido con Uribe.
Dos días después Caya Daza salió del país pese a que la Comisión de Acusaciones le pidió a la Fiscalía evitar la salida del país de ella y de María Mónica Urbina, viuda del narcotraficante Ñeñe Hernández. (Ver Salió del país).
Ahí hasta ahora vamos empezando.
El 15 de marzo Noticias Uno reveló que la voz de Cayita Daza también se oye en conversaciones con el abogado Diego Cadena, investigado por fraude procesal y soborno de testigos en concurso homogéneo y sucesivo para favorecer al expresidente Uribe. En esos audios se oye a Daza hablar sobre un viaje a Miami para conseguir testimonios a favor del exmandatario y la logística para esto. (Ver Con Cadena).
Posteriormente, el 4 de abril la periodista María Jimena Duzán reveló una conversación telefónica inédita entre la que fue la secretaria privada de Álvaro Uribe Vélez y Goyo Hernández, hermano del Ñeñe. En la grabación queda claro que Goyo tuvo un papel activo, operativo, decisorio y financista en la campaña electoral de Duque, por debajo de la mesa.
En el transcurso del diálogo, Goyo le recomienda a Cayita vincular a la campaña de Duque a personas ligadas al crimen, tales como la conservadora Tina Soto, de Barrancas (La Guajira), prima de Marquitos Figueroa, o Rosa Valdeblánquez, hija del narcotraficante y paramilitar del cartel de Medellín Gervasio Valdeblánquez Ipuana. (Ver Lo que diga el Goyo).
Finalmente, el 24 de mayo el columnista Daniel Coronell publicó en Los Danieles que en poder de la justicia existe al menos otro grupo de desconocidas interceptaciones obtenidas legalmente que comprueban que Cayita actuaba como puente para temas sensibles y complicados entre la campaña de Duque y la oficina de Álvaro Uribe. (Ver ¿Qué calla Cayita?).
Todo esto sin mencionar que el fiscal general, Francisco Barbosa, principal investigador del caso y quien tiene a cargo el futuro penal de Caya Daza, hizo campaña junto a ella y Priscila Cabrales con el equipo del Ñeñe Hernández. A pesar de ese mínimo detalle, el fiscal ha decidido no declararse impedido y más bien perseguir a los investigadores de la Dijín que encontraron estos delitos. No a quienes presuntamente los cometieron. (Ver Impedimentos).
Una jugadita donde el fiscal Barbosa se está haciendo inmolar para proteger la campaña y reputación de su amigo y presidente, Iván Duque.