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Trump y Maduro: vecinos difíciles para llevar con calma

Yolanda Ruiz
09 de enero de 2025 - 05:05 a. m.
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“A Colombia le conviene ser un buen vecino, aunque los vecinos sean patanes”: Yolanda Ruiz.
“A Colombia le conviene ser un buen vecino, aunque los vecinos sean patanes”: Yolanda Ruiz.

Dentro de los muchos desafíos que deberá enfrentar en este año el Gobierno del presidente Gustavo Petro, hay dos que involucran las relaciones internacionales y que obligan a moverse con sumo tacto y teniendo siempre en mente lo que le conviene al país. A veces se trata de buscar el camino práctico y dejar los fundamentalismos porque siempre es mejor tener buenas relaciones con los vecinos y mucho más si son dos, como Venezuela y Estados Unidos, con los que compartimos mucho y que hoy viven momentos políticos retadores. No se trata de ser amigos: se trata de saber cómo usar la diplomacia para buscar encuentros en la diversidad.

En el caso de Venezuela la situación es muy difícil porque no solamente se trata de la frontera más extensa y una historia de vasos comunicantes de varios siglos: es también una relación que sube y baja al calor del Gobierno de turno porque en Colombia hace ya tiempo se perdió eso de que las relaciones internacionales eran de Estado y no de partido. Hubo un tiempo en que los expresidentes y excancilleres de distintas tendencias asesoraban a quien estaba en ejercicio y cerraban filas en torno a los intereses nacionales frente a cualquier situación delicada. Hoy parece que cada quien busca en el mundo a sus aliados ideológicos de turno y si eso le cuesta al país, no importa.

Con Venezuela estamos ante un régimen ilegítimo que surge de unas elecciones fraudulentas, según lo han dicho los organismos multilaterales y también los observadores internacionales que estuvieron vigilando la contienda. No es opción darle el respaldo, como tampoco es una buena idea lo que se hizo en el Gobierno de Iván Duque: romper relaciones y dejar a millones de colombianos colgados de la brocha en la frontera y poner en riesgo los intereses económicos, sociales y de seguridad. Hizo bien el presidente Gustavo Petro al restablecer relaciones; lo difícil ahora es mantenerlas con un Gobierno que no ha mostrado evidencia de su triunfo en las urnas como sí lo ha hecho la oposición. A pesar de eso, quien está en el poder (hasta el momento de escribir esta columna y no parece que eso vaya a cambiar) es Nicolás Maduro y está a punto de tomar juramento para un nuevo mandato. Enviar un delegado a la ceremonia, así sea de segundo o tercer nivel, es un reconocimiento y no hacerlo puede enrarecer las relaciones. No obstante, no le conviene a Maduro romper lo que tiene con Colombia así se le haga el desplante en el evento. Es mejor no quedar en la foto con delegados que servirán para darle legitimidad a un Gobierno antidemocrático, pero hay que mantener las relaciones con quien tenga el poder efectivamente para resolver los asuntos prácticos del día a día. Es hacer puro equilibrismo.

Con Estados Unidos no hay cuestionamientos a la elección de Donald Trump para su segundo mandato. Lo que sí hay son muchos interrogantes sobre el futuro que le espera al planeta con ese liderazgo extremo en medio de tantas dificultades. América Latina está en la mira por varias razones y de manera prioritaria por la migración y los anuncios de deportaciones masivas y de controles extremos en la frontera con México. En ese punto Colombia tiene mucho interés por los nacionales que intentan cumplir el sueño americano y porque somos país de tránsito de migrantes de distintos países. La expulsión masiva de ciudadanos puede traerlos de regreso por el camino que hicieron. Además, los aranceles que Trump amenaza con elevar y el narcotráfico, entre otros temas, son asuntos de primer nivel en la agenda nacional y, a pesar de todas las diferencias ideológicas, al Gobierno del presidente Petro le conviene mantener la relación en buenos términos. Hay mucho en juego en asuntos económicos, comerciales y también por la cooperación que ha dado ese país a proyectos de paz, medio ambiente, inclusión.

No pueden ser más distintos los presidentes Petro y Trump: uno de izquierda y otro de derecha. Sin embargo, comparten un estilo pendenciero que puede ser un riesgo a la hora de tramitar las inevitables diferencias. Ojalá el presidente Petro logre poner freno a su locuacidad tuitera y descubra las bondades de la prudencia en las relaciones diplomáticas con todos los vecinos. Difícil, pero se vale soñar con el optimismo del comienzo de año. A Colombia le conviene ser un buen vecino, aunque los vecinos sean patanes.

 

Luis(4156)Hace 24 minutos
Excelente columna Sra Ruiz. Eso es mirar la diplomacia con sentido de patria y no de ideología, así debe ser.
Celyceron(11609)Hace 1 hora
EXCELENTE EDITORIAL, señora Yolanda. Esto es ecuanimidad y sensatez. Que diferencia con el "tibio editorial" de hoy en El Espectador.
Clara(kua1q)Hace 1 hora
Gracias Yolanda por su excelente columna. Ojalá la lea el que escribió la Editorial del Espectador.
conrado(xybxp)Hace 3 horas
Aplausos,mil aplausos,por la excelente columna,Así es,penar en el pueblo,no en los políticos.
Florentino Florez(02861)Hace 4 horas
Bueno, sí, hay que mantener la amistad, pero tampoco hay que arrodillarse.
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