Como estamos en épocas de despidos, cierres de medios y mucho temor, ya hay quienes han decretado la muerte del periodismo. No creo que sea así aunque sí es evidente que vivimos una etapa de crisis y vale la pena mirarla en detalle. No es un asunto menor porque cuando se habla de la prensa siempre la sociedad debe estar atenta. Nos gusten o no, los medios de comunicación viejos o nuevos cumplen un papel vital en la democracia. Por eso este momento requiere una mirada colectiva.
Para periodistas y medios es claro desde hace varios años que, como ocurre en otros sectores, la revolución digital lo cambió todo. Nos toca reiventarnos, cambiar, no llorar sobre lo que fue sino ver las oportunidades que se nos abren. La pregunta es ¿qué tipo de contenido vamos a llevar a las plataformas digitales? Y mi respuesta es simple: buen periodismo. Y ahí tenemos varios pendientes porque si bien los grandes medios de comunicación han migrado hacia páginas y redes, algunos han venido dejando en el camino una parte de aquello que los hacía pertinentes y respetables en el pasado: la calidad y credibilidad de sus informaciones. Por atraer a esas audiencias que piden a gritos contenidos que se puedan viralizar, al lado del buen reportaje están siempre la noticia de las cirugías de una modelo, la crónica roja o la pornomiseria que se regodea en el dolor ajeno porque eso vende. Los formatos deben cambiar, los ritmos son distintos, pero sacrificar la calidad atenta contra el oficio.
Planteo unas preguntas para abrir debate sobre el asunto: ¿creen de verdad las empresas de medios de comunicación que por la vía de bajar la calidad del producto se mejora el negocio?¿Creen las audiencias que si desaparecen los medios de comunicación la democracia será mejor? ¿A qué le apuestan los anunciantes en términos de responsabilidad cuando buscan para ofrecer sus productos a quienes tienen más clics sin preguntarse de dónde vienen esas cifras y qué tipo de periodismo y de país ayudan a construir? ¿Se han dado cuenta los medios de comunicación de que para poder existir necesitan de buenos periodistas y no simplemente agregadores de contenidos virales? ¿Saben las audiencias que en internet nos manipulan con algoritmos o robots que nos conducen por las redes hacia donde quieren? ¿No será que en este momento de incertidumbre y de mentiras necesitamos medios profesionales que ayuden a entender y decantar? ¿Vemos los periodistas que el universo digital amenaza a los medios pero puede potenciar a los buenos periodistas si captamos el momento de cambio que vivimos?
No tengo respuestas ante el movimiento telúrico, pero me aventuro a lanzar hipótesis: el buen periodismo ha sido, es y será necesario en las democracias. El buen periodismo puede ser un buen negocio si empresas, periodistas, anunciantes y sociedad entendemos que la información no es un producto cualquiera, que hacerla bien cuesta y se debe pagar por ella. Migrar a plataformas digitales no es simple cuestión de tecnología cuando se habla de periodismo, es poder llegar sin perder la esencia. Muchos colegas están haciendo gran labor en portales, podcasts y canales digitales porque siempre habrá audiencia para una buena crónica o un gran reportaje. También habrá siempre demanda para información basura, pero que exista la demanda no significa que los periodistas nos dediquemos a producirla. Las redes están llenas de contenidos buenos y malos y seguirán existiendo. A la prensa corresponde hacer buena información, con análisis, contexto, investigación. A las audiencias y a las empresas les vendría bien apoyar esos contenidos. Cuando hay crisis en los bancos todos salen a defenderlos porque nadie puede darse el lujo de un colapso financiero, pero no entendemos que si la prensa colapsa, también es la sociedad la que pierde.
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