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En Colombia, puestos claves del Estado llevan décadas en poder de mafias del contrabando y el narcotráfico; un secreto a voces que hoy vemos con claridad cuando el escándalo en torno a alias Papá Pitufo se hace más complejo en medio de las peleas entre miembros del Gobierno Petro. Con los nuevos detalles y personajes que entran en el escenario, se pone al desnudo una estructura criminal que va más allá de la coyuntura y de las ideologías.
Vemos también cómo funcionan el tráfico de influencias y el clientelismo que están detrás de la política. Además de la gestión que hizo el hermano del presidente, quien acudió a la DIAN acompañado de un hombre cercano a Papá Pitufo para pedir un cargo para un recomendado, se ha conocido una lista de congresistas y funcionarios que querían ubicar personas en los apetecidos cargos de la entidad. Aunque la fiscal Luz Adriana Camargo dijo que en principio hacer recomendaciones no es delito, también dijo que están investigando si existe una red criminal en la entidad.
Son 38 los políticos de partidos de Gobierno y de la oposición que aparecen en la lista. Entre ellos el hoy procurador, Gregorio Eljach; Armando Benedetti; Roy Barreras y congresistas de distintas bancadas. En su cuenta de X, el exdirector de la DIAN y actual ministro de Comercio, Luis Carlos Reyes, dijo que “todo tipo de personas altamente influyentes y conectadas (y de todos los bandos políticos) me pidieron/presionaron para que nombrara a sus recomendados en distintas aduanas”. Él asegura que nunca cedieron a esas presiones y que llevó la información a la Fiscalía. Los mencionados se defienden y niegan los señalamientos.
¿Cuántos de los recomendados eran fichas de la mafia? La investigación lo dirá. Diego Marín, alias Papá Pitufo, es un delincuente que lleva años moviendo hilos para comprar y presionar funcionarios. Sobrevive a pesar de las denuncias e investigaciones que se abren y no terminan. Hay otros que siguen ocultos y están ahí, alimentando la corrupción y la violencia. Lo dijo el exdirector de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, quien conoció por dentro los alcances de la corrupción y se puso en riesgo cuando intentó batallar contra esas mafias. Según él, Papá Pitufo no es el único delincuente silencioso que lleva años metiendo mano en el Estado: “Colombia está llena de fantasmas porque el narcotráfico lleva más de 50 o 60 años y ha permeado la arquitectura económica del país”.
Dice Ortega que en dos años documentaron 70 mil manipulaciones al software de la DIAN de registro de importaciones. No se sabe qué pudo ingresar: armas, insumos químicos para el narcotráfico o algo más. La información se llevó a la Fiscalía, en donde una fiscal avanzó en una investigación y luego quedó ahí. Documentaron el caso de más de veinte funcionarios sospechosos de corrupción, pero todo prescribió en la Procuraduría y hoy siguen en la entidad.
Estamos entonces ante la captura de un pedazo del Estado por parte de delincuentes que logran, mediante soborno o violencia, ser intocables. La corrupción no nació en este Gobierno y decirlo no significa defenderlo. Al contrario: hay que seguir con el ojo abierto para que todos los funcionarios de esta administración que hayan participado en hechos de corrupción sean investigados y judicializados. Que no se vuelva a enterrar la investigación. Además, se debe reclamar para que respondan los que en años anteriores han sostenido a los criminales. Este escándalo es un desafío y una oportunidad para los organismos de control que poco vieron en otros momentos lo que pasaba con los grupos ilegales. La corrupción está ahí, como han estado ahí también algunos funcionarios decentes que han dado la pelea. Hasta el momento ganan los delincuentes. La pregunta es si seguirán ganando o si es posible desmontar la red criminal. Soy pesimista.
