Los colombianos que quieran viajar al Reino Unido deberán tramitar nuevamente una visa. El requisito se había levantado en octubre de 2022 y duró poco tiempo el privilegio. Esta decisión evidencia dificultades relacionadas con el reto de la migración a nivel mundial, las relaciones internacionales y la cultura del “vivo” que no es otra que la de la trampa y el fraude. Cientos de colombianos quedaron con sus planes de viaje sometidos a un trámite incierto.
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Los colombianos que quieran viajar al Reino Unido deberán tramitar nuevamente una visa. El requisito se había levantado en octubre de 2022 y duró poco tiempo el privilegio. Esta decisión evidencia dificultades relacionadas con el reto de la migración a nivel mundial, las relaciones internacionales y la cultura del “vivo” que no es otra que la de la trampa y el fraude. Cientos de colombianos quedaron con sus planes de viaje sometidos a un trámite incierto.
Es lamentable que las gestiones diplomáticas hayan fallado y no se haya logrado por lo menos una ventana más amplia de transición porque la decisión entró en vigencia desde el miércoles 27 de noviembre y solamente se permitirá libre ingreso a quienes tenían ya sus tiquetes comprados antes del anuncio y para ingresar hasta el 24 de diciembre. Es plena temporada de vacaciones y muchas personas ya tenían sus paquetes turísticos para fechas posteriores.
Según reveló el embajador Roy Barreras, uno de los argumentos para incluir a Colombia en la lista de países a los que se les vuelve a exigir visado tiene que ver con el incremento en el número de solicitudes de asilo, muchas de ellas con documentación falsa. Habló de “agencias de turismo” que ofrecen el paquete para que personas que no tienen reales motivos para pedir la protección de asilo intenten lograr esa fórmula para quedarse en territorio extranjero.
Las cifras son claras: al levantar la visa se multiplicó el número de colombianos que querían quedarse bajo la figura del asilo. En 2021 se presentaron seis solicitudes, mientras que en lo que va del año ya van 943, según datos del mismo embajador. Lo más grave del asunto es que quienes mienten en una solicitud de asilo afectan a quienes efectivamente necesitan protección porque en Colombia hay personas que encuentran en el asilo la manera de salvar la vida en situaciones extremas. También pagan las consecuencias miles de personas que viajan por turismo o negocios.
En algunos casos hay personas en situaciones extremas que usan todo tipo de recursos para escapar de la tramitomanía o ver una luz al final de los túneles oscuros que atraviesan. Muchos salen del país sin claridad plena sobre su destino y hay delincuentes que se aprovechan de la vulnerabilidad. Otros, simplemente apuestan por la trampa porque lo ven fácil. No sobra recordar que se aplaude la “viveza”; se considera que esa capacidad para encontrar atajos y saltarse normas es parte de un espíritu recursivo o ingenioso.
Por otra parte, conviene entender que la decisión del Gobierno británico sobre la visa no afecta solamente a Colombia. El manejo del flujo migratorio es hoy un asunto prioritario en las políticas internas de países de Europa y también en Estados Unidos por un tránsito cada vez mayor de ciudadanos que huyen de la guerra, del hambre, de las crisis económicas o del impacto del cambio climático. Todos estos fenómenos son colectivos y trasnacionales, y los países que reciben esas olas de migrantes deberían entender que a veces las acciones de sus gobiernos provocan esas estampidas.
A la migración le tendríamos que encontrar salidas colectivas internacionales, pero es difícil que sea así en un momento en el que proliferan los nacionalismos y el “sálvese quien pueda”. En el fondo, es lo mismo que motiva a quienes intentan escapar de una situación para instalarse en un país distinto. Por necesidad extrema o por “viveza”, cada quien busca cómo hacer lo suyo sin pensar en los otros ni entender el efecto dominó de las acciones. Lo hacen las personas comunes, lo hacen los líderes del mundo.