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Así como en esa frase de la canción de Juan Luis Guerra que se queda en la cabeza: “... cuando yo llego a tu puerta, llega la abeja al panal”, es el coqueteo que estamos teniendo actualmente con estos insectos, agentes vitales para la polinización del ecosistema y el ciclo normal de nuestros cultivos. Pero muchos dirán: ¿eso qué significa? y ¿por qué debería importarnos?
Las abejas están en vía de extinción, y sin ellas haciendo su arduo trabajo comenzaría a desaparecer la comida del planeta. Así como lo leen. ¿Se imaginan un mundo sin comida? Bueno, así. Esto no es propiamente una película de Disney, es una realidad creciente, resultado de los cambios desproporcionados del clima, que afectan sus condiciones de vida, y también de la manera como descarnadamente las matamos con la chancla o cualquier otra cosa que tengamos en la mano cuando las sentimos cerca.
Ellas hacen el trabajo de llevar polen de las flores a cualquier tipo de fruta o semilla, para que éstas se reproduzcan. Según diversos estudios, de cada diez cosas que comemos habitualmente en un hogar promedio colombiano, cinco llegan a nuestras mesas gracias a estos insectos. Es más, ya no es un secreto que las abejas son seres muy inteligentes, que comprenden conceptos abstractos e incluso algunos complejos. Esa inteligencia, que ni siquiera necesita ser muy elevada, es la que debemos tener nosotros si queremos seguir disfrutando de los manjares que nos trae la miel a nuestras cocinas.
Yo, por ejemplo, soy de pancakes los domingos. Hechos en casa, por supuesto, y acompañados de frutas, algo de jamón o tocineta, a veces de huevos fritos. Eso sí, que nunca falte la deliciosa miel de abejas. En Cali me enseñaron a comer pandebono con miel y, aunque confieso que la idea me sonó muy extraña al principio, es de las dulces indulgencias vallunas que me gusta tener los fines de semana. Ojalá estén recién salidos del horno, pues un buen toque dulce siempre contrasta muy bien. ¿Y qué me dicen del yogurt o la leche tibia con una buena cucharada con miel? Todos manjares, ¿o no?
Me ha sorprendido gratamente encontrar que en algunos restaurantes y buffets de hoteles están ofreciendo trozos de panal para acompañar panes, salsas y hasta el té. Es algo que nunca me hubiese imaginado cuando la miel de abejas solo era parte de los remedios caseros para la tos o para mejorar la voz.
Si quieren aprender más de las abejas y su relevancia para nuestras vidas, pasen por la Biblioteca Virgilio Barco en Bogotá. Durante octubre están exponiendo una bellísima muestra llamada “Cada abeja cuenta”, ideal para que los niños y adultos compartan un buen momento en ese fabuloso lugar de la capital del país.
Y si salen teniéndola clara sobre lo que tenemos que hacer para aprender a convivir con ellas, no está de más que piensen en invertir en un hotel para abejas. No se trata de cualquier tipo de alojamiento, es algo así como una casa de lujo que nos garantiza tener alimentos y flores, entre otras maravillas. Los hoteles de insectos son estructuras diseñadas para favorecer y proteger su reproducción. Cuentan con varios tipos de habitaciones o compartimientos para albergar distintos tipos de estas especies polinizadoras, como abejas y avispas solitarias, entre otros. Pueden conocer más en huellasostenible.org/que-es-un-hotel-de-insectos, y anímense a aprender con David Martínez en Twitter: @Alcantor8
Hoy quiero recomendarles una experiencia clandestina, esos espacios que parecen suspendidos en el tiempo y se convierten en un camino: #DosCielos. Una bella terraza perdida en algún lugar de Bogotá recibe a los comenzales para dar y combinar historias y sabores de cada una de sus ollas. Mágica, así es esta experiencia que, entre el mundanal ruido de la ciudad, se convierte un paréntesis de gozo y deleite. Su cocina se caracteriza por resaltar los sabores de antaño y naturales, preparados con ingredientes de excelente calidad. El plan tiene 16 puestos y ofrece una carta de cuatro tiempos y maridaje. Atrévanse a buscarlos en clandestinosdoscielos@gmail.com, y déjense sorprender por un momento construido a la medida, donde el menú será conocido cuando esté sentado en la mesa. Eso sí, si es abeja y avisa, hay menú para vegetarianos y dietas especiales.