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El neoliberalismo nos vendió la idea de que el Estado es pésimo administrador y por tanto hay que prescindir de él como rector de la economía. Y que lo conveniente es privatizar las empresas públicas, incluidas las administradoras de salud, y dejar que las leyes despiadadas del mercado actúen por su cuenta, bajo el supuesto de que la libre empresa es el mejor regulador de la riqueza.
Lo que no nos habían contado es que al mismo Estado le diera por privatizarse, y la prueba reina de esta nueva tendencia nos llega desde Girón, municipio otrora turístico de Santander, donde su alcalde, un tal Carlos Román puesto ahí por su antecesor, incorporó al plan de desarrollo y acaba de proponer al Concejo la creación de tres empresas industriales y comerciales del Estado para privatizar la prestación de los servicios de educación, salud y administración logística de la alcaldía. O sea, la privatización casi total del municipio, la entrega de sus recursos a una empresa privada, para no darle más vueltas al asunto.
Una práctica politiquera cada día más extendida es que muchos alcaldes han aprendido a usar el presupuesto y la burocracia para dejar un sucesor que le maneje sus feudos, y Bucaramanga y Girón son muestra representativa: Rodolfo Hernández se trajo de una cementera de Bogotá a Juan Carlos Cárdenas y lo hizo elegir como su remplazo, mientras que John Abiud Ramírez puso en Girón a uno de sus más leales exsecretarios, Carlos Román Ochoa.
Abiud dejó endeudado a Girón en la bobadita de 220.000 millones de pesos, comprometidos sobre vigencias futuras hasta el año 2040. Como si fuera poco, en febrero del año pasado solicitó al Instituto Financiero para el Desarrollo de Santander (Idesan) un préstamo de Tesorería por 27.000 millones de pesos, del cual hasta el día presente no se ha efectuado ningún pago ni ha sido amortizado un solo peso de los intereses causados.
John Abiud Ramírez le metió mucho cemento a Girón en vías y construcción de parques sin bancas, pero dejó en total abandono al casco antiguo, que hoy amenaza ruina. Basta caminar por el atrio de su basílica o por ese peladero conocido como parque principal para comprobarlo, y si está así es porque mantenerlo en buen estado no da votos.
Pero eso sí, tuvo el cuidado de dejar montado un inmenso aparato burocrático compuesto por 24 secretarías de despacho con 45 cargos que perciben honorarios superiores a $6 millones mensuales y una nómina más grande que la del Distrito Capital de Bogotá. Es sabido además que antes de abandonar la alcaldía, Ramírez se autorizó un préstamo de 60.000 millones de pesos, garantizados adivinen cómo: con las vigencias futuras. ¿Y todo ese dineral para qué? Para poder dejar a 200 funcionarios de planta y contratadas más de 1.000 Órdenes de Prestación de Servicios (OPS), también a su leal servicio.
Hoy la nómina de Girón asciende a más de 27 mil millones de pesos y el recaudo por ingresos corrientes de libre destinación llega a unos 45 mil millones, y debe pagar unos 6.000 millones por el manejo de la deuda. Y esas rentas están pignoradas, y cuentan personas debidamente informadas que la nómina de abril no se ha podido pagar porque no existen los recursos.
En relación con el proyecto de privatizar la logística de la alcaldía de Girón, así como sus servicios de educación y salud, hoy la responsabilidad recae sobre los 17 concejales, pues son ellos los que determinarán el futuro de esos recursos para los próximos 20 años. Y cuentan las malas lenguas que contra los opositores del proyecto privatizador han desatado una andanada de ataques en redes sociales, mientras que a los restantes les endulzan el oído con propuestas que al parecer rondan los $50 millones de pesos por cabeza.
Sumado a lo anterior, está el aparente sobrecosto en la adquisición de los mercados para socorrer a los damnificados por la cuarentena. No son los críticos del alcalde sino la misma Contraloría la que advierte -según información de El Tiempo- que “la alcaldía firmó un contrato por 1.400 millones de pesos con un contratista particular para el suministro de kits alimentarios para población vulnerable. El valor reportado por cada kit es de 70.000 pesos, pero al comparar esos precios con los del mercado se evidenció que realmente cuestan 53.191 pesos. Esto implicaría que se pagaron 337 millones de más de lo que realmente se debía haber gastado”. (Ver noticia).
Otras fuentes aseguran que los mercados no están llegando a los gironeses más necesitados, sino que fueron entregados a los aliados políticos de John Abiud Ramírez para ‘aceitar’ una eventual candidatura suya a la gobernación. Es más, el mismo exalcalde se delata cuando produce un video donde lo graban dedicado a repartir mercados con su propia imagen dentro de la bolsa, en patética evidencia de que con su “generosidad” tan solo pretende ambientar dicha aspiración venidera. (Ver video). Que quiere ser ungido como el sucesor de Mauricio Aguilar, eso nadie lo pone en duda.
Al anterior alcalde de Girón y al actual (jefe y subalterno) se les respetan sus obras de ingeniería, reconociendo que traen progreso, pero se vuelve obligante hacerles ver a ambos que el patrimonio arquitectónico de Girón sigue sometido al más terrible deterioro. Y eso exige pronta solución, se requiere que tomen conciencia y enderecen el rumbo, tanto en lo administrativo como en lo moral y en lo ético.
Sea como fuere, el abandono del casco histórico de Girón será tema exclusivo de próxima columna.
DE REMATE: Invitación cordial a los lectores que tengan cuenta en Instagram para que asistan este jueves 14 a las 6 de la tarde al lanzamiento virtual que haremos del libro Los secretos del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, con presentación de Ramón Jimeno y Ariel Ávila, desde la cuenta de Librería Lerner. Los que empiecen a seguir la cuenta de Lerner, ese mismo día recibirán la notificación. (Ver Invitación al lanzamiento).
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