Comprando caro

Marc Hofstetter
26 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.

Esta semana la tasa de cambio del peso frente al dólar alcanzó uno de los niveles más altos de su historia. La devaluación coincide con un periodo en el que el Banco de la República ha venido comprando dólares: desde octubre de 2018 ha acumulado cerca de 3000 millones.

¿Por qué compra el BanRep dólares cuándo están históricamente caros? En su informe al Congreso el Emisor explica que ha desarrollado una nueva métrica para calcular el nivel adecuado de reservas internacionales. Es posible inferir del informe que el Banco estima que Colombia debe tener cerca de 58.000 millones en reservas internacionales (incluyendo en estas la línea de crédito flexible con el FMI que se vence el año entrante, que no está claro si se renovará y cuyo monto ronda 11.000 millones de dólares). Si no tuviéramos la línea de crédito con el FMI nos faltaría acumular, según la nueva métrica, cerca de 7000 millones de dólares. Si el mercado tiene esa perspectiva, no es sorprendente que el peso sea una de las monedas que más se ha debilitado en tiempos recientes.

¿Tiene sentido que el Banco tenga tal cantidad de reservas internacionales? Hay dos grandes razones para tener reservas internacionales. La primera, es que envían una señal a los mercados financieros internacionales sobre qué tan bien apertrechado está el país para lidiar con contextos externos complejos. Entre más munición se tenga, menos probable es que esos malos vientos soplen por el país.

El segundo motivo, es que si llegan esos malos tiempos, el Banco podría vender reservas para paliar sus efectos sobre la economía. En ese segundo frente, las señales recientes del Banco indican una disposición muy baja a usar las reservas internacionales. El dogma de la flotación cambiaria hace casi imposible el uso de las reservas en el futuro: el día en que lo hagan, los mercados inferirían de esa acción que la crisis es brutal y la acción podría acentuar las turbulencias en lugar de paliarlas.

Teniendo tan baja disposición a usar esas divisas, y dándole el beneficio de la duda a que la cifra adecuada son 58.000 millones, lo que ciertamente no tiene sentido es tenerlas todas invertidas “dentro de un marco estricto de control de riesgos” que “busca que las reservas mantengan un alto nivel de seguridad y liquidez” que “a su vez, está asociado con una menor rentabilidad, ya que las inversiones más seguras son también las que tienen rendimientos más bajos. El rendimiento de las reservas internacionales al cierre de 2018…fue de 1,66%” (citas del último Informe al Congreso del Banco de la República).

Los rendimientos de las reservas internacionales son el motor fundamental de las utilidades del Banco, que luego son transferidas al gobierno central. Que el país esté sentado sobre más de 50.000 millones de dólares en reservas, apunte a subir esa cifra hasta 58.000, pero persista en la visión de que deben ser invertidos con alta seguridad y liquidez, sacrificando rendimiento de largo plazo, requiere una repensada. Especialmente si la flotación cambiaria vuelve improcedente el uso de las reservas en los malos tiempos.

Twitter: @mahofste

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