Cuidado con un embargo a Venezuela

Humberto de la Calle
04 de agosto de 2019 - 07:35 a. m.
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El jueves vimos en televisión a Trump afirmando con ceño fruncido que estaba listo a decretar un embargo contra Venezuela. Lo repitió con real o fingida determinación.

Mi punto de partida (atención, insultadores) es que a la región y a Colombia les conviene un cambio de régimen en Venezuela. En la campaña presidencial apoyé la decisión de Duque de acusar a Maduro ante la Corte Penal Internacional. En efecto, era una vía jurídica muy lejana de intervenciones de hecho.

Los rumores que llegan de Washington señalan que el Departamento de Estado se ha desmontado de la iniciativa originaria propalada por Pacho Santos y Bolton: no se habla de intervención militar. El Grupo de Lima en forma oportuna abrió la puerta a un diálogo y Colombia tuvo que modular su política frente a Venezuela. En ese escenario, no se sabe si el Departamento de Estado va por un lado y Trump por otro, o si lo de ayer corresponde sólo a una amenaza para forzar la negociación.

¡Cuidado! Los gringos deben mirar primero la historia del embargo a Cuba antes de dar ese paso. En el libro Back Channel to Cuba, de William Leogrande y Peter Kornblu, se narra el encuentro entre el presidente Eisenhower y el embajador de Estados Unidos en Cuba, Bonsal. El presidente dijo: “quizás debamos desplegar la Armada para establecer una cuarentena contra la Isla. Si el pueblo tiene hambre, derribará a Castro”. Bonsal replicó: “no podemos castigar a todo un pueblo por los actos de un loco”.

La predicción de Eisenhower falló: a mayor penuria, mayor apoyo a Castro. Más allá de sus métodos, lo cierto es que la agresión galvanizó la población y fue una de las razones para la perpetuación de los Castro en el poder. Piénsenlo bien estadounidenses. Además, Venezuela no es una pequeña Isla. Un embargo convertirá a Colombia en plataforma de conspiración, mercado negro y desestabilización.

Si la idea del diálogo para una salida pactada se abre paso, algo que me dicen está ya en movimiento, la mejor política para Colombia es buscar escenarios favorables en una negociación. Una condición esencial es el compromiso genuino y verificable de Venezuela de no dar abrigo a grupos armados. Este es un punto esencial para nuestra política de seguridad. Y, de paso, puede ser por fin el camino para que, sin poder jugar con la frontera como refugio, el Eln dé el paso para poner punto final a sus ataques. A esto se puede agregar una reapertura comercial estableciendo mecanismos seguros de pago y una política conjunta para la migración. Es mejor esa solución intermedia que una confrontación ciega e impredecible, en la que terminemos jugando el mísero papel de portaviones.

Colitas: Uribe ha convertido a Santos en su propio fantasma. Un Santos todopoderoso que manipula al papa, compra un Nobel, maneja The New York Times y, ahora, seduce a Michael Reid, periodista de The Economist, reconocido por su profesionalismo.

Era el 2 de agosto de 1919: serias protestas en Bogotá por las manifiestas deficiencias en el servicio de transporte.

¿Al fin Ordóñez le hizo pistola al Gobierno? Nunca rectificó la burrada sobre los inmigrantes pese a que Holmes se lo exigió.

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