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En Colombia la presencia de altas dosis de violencia nunca ha interrumpido la dinámica institucional: ambas se han integrado gracias a un transaccionalismo cotidiano que ha combinado legalidad e ilegalidad. Por otro lado, nuestro modelo liberal, orientado por las necesidades de los gremios más que que por una verdadera política de Estado, junto a una estructura civilista secular que ni siquiera la llegada al poder del general Rojas Pinilla puso en entredicho, son dos continuidades importantes de un siglo XX colombiano en el cual el orden no ha dejado de articularse con violencia.
Estas afirmaciones provienen del libro Daniel Pécaut. En busca de la nación colombiana, publicado en 2017 por Penguin Randon House. Este volumen podría considerarse como una larga conversación entre Daniel Pécaut y Alberto Valencia Gutierrez sobre historia, política, textos, autores y personajes de la vida política y cultural colombiana. Concebido y escrito en la complicidad de una amistad forjada desde hace muchos años, el libro es la biografía intelectual de uno de los pocos académicos franceses que consagró la casi totalidad de su obra a Colombia, un país que hasta los años setenta había suscitado poca curiosidad entre las Ciencias sociales europeas tanto por la complejidad de su escenario político, como por la gran distancia que había entre su experiencia histórica y otras más conocidas en ese entonces como la mexicana, la peruana, la brasileña y la argentina.
D. Pécaut inició sus estudios en la Escuela Normal Superior de París y se interesó a América Latina gracias a Alain Touraine, el sociólogo de las clases obreras latino-americanas. Llego en un momento en que la mayoría de las derechas autoritarias y las izquierdas revolucionarias rechazaban a la democracia liberal. Visitó a Colombia por primera vez en 1964, mientras ocurrían los bombardeos contra Marquetalia. Regresó en 1965, año del que recuerda haber seguido desde un hotel de la Candelaria los acontecimientos que llevaron a la muerte de Efrain Gonzalez. En 1966 se quedó un año entero para adelantar una investigación sobre la clase obrera que dirigía Touraine. Como él mismo Pécaut lo sugiere, sus primeras estadías en Colombia coincidieron con «los últimos episodios de la Violencia y el primer episodio del surgimiento de las nuevas guerrillas».
A lo largo de las 461 páginas del libro tanto Pécaut como Valencia invitan al lector a asumir el desafío de pensar la discontinuidad en la historia colombiana. Ejemplo de ello es la necesidad de distinguir entre el periodo de La Violencia y el conflicto interno, una singularidad de la visión histórica de Pécaut que le ha valido numerosas críticas de quienes consideran que el conflicto colombiano de los años ochenta, noventa y dos mil fue una prolongación del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán. Pécaut no rechaza la utilidad de pensar la continuidad para entender el siglo XX, pero señala que el contraste entre las guerrillas de La Violencia y las que surgieron después es tan grande que la discontinuidad se impone como el punto de vista heurístico dominante: las guerrillas de los ochenta operaron en un contexto en el que las identificaciones partidistas habían perdido importancia y sus bases de apoyo político no provenían necesariamente de antiguas zonas de violencia partidista. A esas razones hay que agregar la dimensión inédita que el narcotráfico le dio al conflicto interno, pues transformó tanto las estrategias de los actores armados como la geografía militar de la guerra.
En la historia colombiana, sugiere acertadamente Pécaut, los cambios nunca han sido inmediatos y radicales, sino progresivos y graduales; hemos estado desprovistos de grandes utopías y, a pesar de exigir siempre más del Estado, los Colombianos hemos sido tradicionalmente reacios a aceptar su intromisión en muchos ámbitos de la vida cotidiana. Este tipo de ideas, respaldadas por un conocimiento del país acumulado durante varias décadas y contrastado en encuentros y debates con muchos de los principales actores de nuestra historia reciente, me inclinan a aconsejar la lectura de este nuevo libro, pues creo que se trata de un testimonio auténtico, sin indulgencia y sin condescendencia, de alguien que ha dedicado su vida a Colombia y cuyas ideas son una fuente de inspiración valiosa para entender a nuestra sociedad.
Daniel Pécaut. En busca de la nación colombiana. Conversaciones con Alberto Valencia Gutierrez. Bogotá, Penguin Random House Grupo Editorial, 2017, 461 pp.