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El programa bandera del presidente Duque es el desarrollo de la economía naranja, lo cual lo indujo a visitar las emblemáticas empresas Apple, Google, Cisco, Microsoft y Amazon, en California. Estuvo acompañado de un grupo de empresarios supuestamente innovadores que buscan inspiración.
El presidente fue al lugar equivocado: las empresas líderes que visitó son resultado de largos procesos de desarrollo impulsados por el Estado, y en particular por su Departamento de Defensa, que condujeron al descubrimiento de los semiconductores, del computador, la internet, el GPS, las pantallas de tacto y las tecnologías de la comunicación, todas financiadas con fondos públicos. Se trata en verdad de los resultados de la economía del conocimiento y no simplemente de los geniales empresarios que comenzaron sus aventuras en los garajes de sus casas.
Fue el Estado el que asumió los riesgos de la investigación básica llevada a cabo por matemáticos, físicos, químicos, biólogos e ingenieros en los laboratorios de las grandes universidades norteamericanas, en los de la NASA y los de la Bell. Allí perfeccionaron la física cuántica, la ciencia espacial, la robótica y la nanotecnología. La investigadora Mariana Mazzucato ha demostrado que la innovación y el desarrollo económico lubricado por los avances de la ciencia y la tecnología no son solo el resultado de la genialidad individual o la toma de riesgos por los gerentes, sino de un concertado esfuerzo de los Estados, sus científicos e ingenieros y también por empresarios que entendieron el valor de invertir en investigación y desarrollo.
Los empresarios que usufructúan hoy en Silicon Valley estos avances científicos se distinguen como grandes evasores de impuestos, drenando la capacidad del gobierno para generar nuevos descubrimientos. Recibieron mucho y devuelven poco. No sólo eso, sino que en el caso de Apple ha dejado de hacer investigación y desarrollo como lo pudo hacer cuando era dirigida por Steve Jobs, utilizando sus enormes ganancias para recomprar sus acciones, aumentar su valor en bolsa y apropiar beneficios extraordinarios para sus directores.
Estados Unidos gasta el 2,5 % de su PIB en ciencia y tecnología y ostenta un impresionante acervo de universidades investigativas que pueden mantener su liderazgo durante años. Ha podido impulsar así el desarrollo de nuevos sectores y mejorar la productividad del resto de la economía. Sin embargo, el socavamiento del Estado que ha logrado hacer la derecha norteamericana y su ataque contra los valores laicos que están detrás de su establecimiento científico pueden debilitar su poderío hacia futuro.
Colombia gasta solo 0,25 % del PIB en investigación y desarrollo y tiene a sus universidades públicas en la penuria. Por tales razones no está en capacidad de desarrollar sectores nuevos o de acompañar siquiera a su sector agropecuario para adaptar nuevas tecnologías a nuestro medio. El Centro Democrático también está debilitando el poco Estado con que contamos, devolviéndoles impuestos a las empresas que de alguna manera milagrosa van a resultar innovadoras y depredando las instituciones públicas que administra.
El presidente Duque parece pensar que Rappi o Merqueo son la quintaesencia del progreso tecnológico, pero se caracterizan por evadir las responsabilidades que deben asumir las empresas frente a sus empleados, desplazan a las que sí responden por sus dependientes y crean escaso valor para la sociedad.