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El presidente de la República, Gustavo Petro, predijo la gravedad del fenómeno de El Niño y aun así la crisis lo encontró asignando culpas ajenas, con una Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD) en interinidad y sin personal capacitado, con aeronaves del Ejército sin mantenimiento y con la urgencia de pedir colaboración internacional. Los más de 30 incendios forestales que se prendieron en el país de manera simultánea la última semana mostraron que las entidades territoriales no están en capacidad de enfrentar la emergencia climática y que al Gobierno Nacional le sale cara su conflictividad y falta de coordinación. A medida que sigamos viendo surgir desastres, es importante cambiar de rumbo y buscar una cooperación sin hostilidad.
En su cuenta de X, el presidente escribió: “Se advirtió a alcaldes salientes y entrantes la gravedad del fenómeno de El Niño que el Ideam marcaba. La predicción ha sido casi exacta”. De poco sirvió, sin embargo, haber visto el futuro. Los incendios se salieron de control y sorprendieron al Gobierno en pleno atendiendo un desastre previsto. Desde el Pacífico colombiano, visiblemente frustrado, el mandatario dijo que los entes de control “suspendieron a los funcionarios ejes para resolver una emergencia que tenemos hoy. ¿Eso es hacerle bien al país? Si querían suspenderlo, esperen a que pase la emergencia”. Se refiere no solo al canciller, Álvaro Leyva, suspendido por la Procuraduría por su pésima labor en un contrato de fabricación de pasaportes, sino también al director de la UNGRD, Olmedo de Jesús López, suspendido por la Contraloría por no responder a requerimientos legales. Es irresponsable mezclar sanciones disciplinarias con una supuesta conspiración para entorpecer la reacción a la crisis.
Sobre todo, porque el problema con Olmedo López en la UNGRD es su falta de preparación para un cargo tan importante. Su reemplazo interino, que está dirigiendo la unidad en este momento, Sneyder Augusto Pinilla, tampoco tiene las calificaciones. Hay denuncias de contratos entregados en la UNGRD, entre otros, a una ficha de Nicolás Petro, hijo del presidente que está en medio de un proceso penal por financiación irregular durante la campaña presidencial, y existen indicios preocupantes de que la entidad ha sido tratada como fortín burocrático.
Entonces, es extraño que ahora Presidencia busque imponer teorías conspirativas y descargue la culpa en los alcaldes y gobernadores. El Gobierno se atrinchera en sus errores y las entidades territoriales están limitadas por su falta de recursos y de capacidad técnica. La administración Petro debe mandar la parada y liderar con el ejemplo, pero el cúmulo de incendios encontró al país sin preparación suficiente.
La declaratoria de situación de desastre y calamidad es un paso en la dirección correcta, así como la búsqueda de apoyo internacional para enfrentar los incendios. Sin embargo, mientras se resuelve la crisis coyuntural, el Gobierno debe reajustar sus estrategias y promesas. No se puede ser tan sensible a la realidad de la emergencia climática y tener una burocracia poco idónea para enfrentar la crisis.
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