Algunas buenas noticias económicas
Tres datos económicos invitan a un cauteloso optimismo económico mientras hay otras señales de alerta en Colombia. La reducción de la tasa de interés por parte del Banco de la República, el decrecimiento de la pobreza monetaria y el crecimiento de la economía muestran que el país sigue en la senda de la recuperación después de los difíciles años de la pandemia. No se trata de celebrar antes de tiempo ni de ignorar las preocupaciones que persisten, pero sí es buen momento de reconocer la disciplina macroeconómica del Ministerio de Hacienda y esperar que en los próximos meses la situación siga mejorando.
Empecemos con el que es quizás el dato menos alentador. En junio, la inflación aumentó un 0,28 %, quedando en 7,18 % anualmente. Esto quiere decir que se encuentra estable, algo indeseable para la meta de reducción, pero que en todo caso da señales de una economía en proceso de estabilización. Los alimentos tuvieron una variación anual del 5,3 % y los servicios siguen altos, con una variación del 7,9 %. Son dos grandes sectores que tienen que ser parte de la obsesión del Gobierno Nacional. Sin embargo, los expertos esperan que la inflación siga reduciéndose en lo que queda del año si el país continúa haciendo la tarea de manera adecuada.
Lo anterior nos aterriza en el Banco de la República. Después de meses de timidez y necesaria cautela, el Emisor está enviando señales de confianza en la economía. De esa manera, bajó la tasa de interés de política monetaria al 11,25 %, una reducción de 50 puntos. En el comunicado de la explicación de la medida, el Banco dijo que “luego de registrarse un crecimiento del PIB del 0,9 % en el primer trimestre, que superó las estimaciones del equipo técnico del Banco (0,3 %), los indicadores para el segundo trimestre sugieren que la economía habría continuado su trayectoria de recuperación”. Es decir, vamos por buen camino y alcanzar el objetivo de inflación para mediados del año entrante no está fuera de discusión.
Para completar el panorama, el país recibió dos buenos indicadores recientemente. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la economía creció 2,4 puntos en mayo con respecto a 2023. Adicionalmente, entre 2021 y 2023, la pobreza monetaria pasó del 39,7 al 33 %. Solo entre 2022 y 2023, 1,6 millones de colombianos salieron de la pobreza.
Todo esto indica que el manejo juicioso de la economía, a pesar de las tentaciones que ha podido sentir la Casa de Nariño llamada por el populismo, está rindiendo frutos. El Gobierno puede sacar pecho, y es comprensible su frustración con la lentitud en la reducción de la tasa de interés por parte del Banco de la República. No obstante, la inflación sigue siendo elevada, lo que invita a no tomar medidas irresponsables. En términos de reactivación económica, hay sectores que siguen necesitando apoyo, como la manufactura y la construcción. Los ajustes recientes en el gabinete deben tener en cuenta esas necesidades y el hecho de que solo quedan dos años más de administración Petro. Sin mucho margen de maniobra, son varias las deudas sobre la mesa. No es momento de apresurarse, sino de construir sobre lo que se ha logrado.
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Tres datos económicos invitan a un cauteloso optimismo económico mientras hay otras señales de alerta en Colombia. La reducción de la tasa de interés por parte del Banco de la República, el decrecimiento de la pobreza monetaria y el crecimiento de la economía muestran que el país sigue en la senda de la recuperación después de los difíciles años de la pandemia. No se trata de celebrar antes de tiempo ni de ignorar las preocupaciones que persisten, pero sí es buen momento de reconocer la disciplina macroeconómica del Ministerio de Hacienda y esperar que en los próximos meses la situación siga mejorando.
Empecemos con el que es quizás el dato menos alentador. En junio, la inflación aumentó un 0,28 %, quedando en 7,18 % anualmente. Esto quiere decir que se encuentra estable, algo indeseable para la meta de reducción, pero que en todo caso da señales de una economía en proceso de estabilización. Los alimentos tuvieron una variación anual del 5,3 % y los servicios siguen altos, con una variación del 7,9 %. Son dos grandes sectores que tienen que ser parte de la obsesión del Gobierno Nacional. Sin embargo, los expertos esperan que la inflación siga reduciéndose en lo que queda del año si el país continúa haciendo la tarea de manera adecuada.
Lo anterior nos aterriza en el Banco de la República. Después de meses de timidez y necesaria cautela, el Emisor está enviando señales de confianza en la economía. De esa manera, bajó la tasa de interés de política monetaria al 11,25 %, una reducción de 50 puntos. En el comunicado de la explicación de la medida, el Banco dijo que “luego de registrarse un crecimiento del PIB del 0,9 % en el primer trimestre, que superó las estimaciones del equipo técnico del Banco (0,3 %), los indicadores para el segundo trimestre sugieren que la economía habría continuado su trayectoria de recuperación”. Es decir, vamos por buen camino y alcanzar el objetivo de inflación para mediados del año entrante no está fuera de discusión.
Para completar el panorama, el país recibió dos buenos indicadores recientemente. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la economía creció 2,4 puntos en mayo con respecto a 2023. Adicionalmente, entre 2021 y 2023, la pobreza monetaria pasó del 39,7 al 33 %. Solo entre 2022 y 2023, 1,6 millones de colombianos salieron de la pobreza.
Todo esto indica que el manejo juicioso de la economía, a pesar de las tentaciones que ha podido sentir la Casa de Nariño llamada por el populismo, está rindiendo frutos. El Gobierno puede sacar pecho, y es comprensible su frustración con la lentitud en la reducción de la tasa de interés por parte del Banco de la República. No obstante, la inflación sigue siendo elevada, lo que invita a no tomar medidas irresponsables. En términos de reactivación económica, hay sectores que siguen necesitando apoyo, como la manufactura y la construcción. Los ajustes recientes en el gabinete deben tener en cuenta esas necesidades y el hecho de que solo quedan dos años más de administración Petro. Sin mucho margen de maniobra, son varias las deudas sobre la mesa. No es momento de apresurarse, sino de construir sobre lo que se ha logrado.
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