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Sigue creciendo el autoritarismo de China mientras el mundo democrático ve impotente. Al finalizar la semana pasada, 500 policías llegaron a las instalaciones del medio de comunicación Apple Daily. Se llevaron documentos, computadores y otro material sensible. Al mismo tiempo hubo requisas en las casas de cinco directivos del medio, incluyendo su dueño, Jimmy Lai. Es la segunda requisa en menos de un año y Apple Daily dice que sus recursos han sido congelados por el Partido Comunista Chino, lo que amenaza su subsistencia. ¿El crimen? Respaldar al movimiento prodemocracia en Hong Kong.
Nadie que se diga defensor de la democracia puede ver con beneplácito el actuar del régimen de Xi Jinping. A medida que el gigante asiático aumenta su influencia en todo el mundo gracias a su creciente poderío económico, utiliza esos mismos recursos para asfixiar las libertades en su territorio y violar sus propias promesas con Hong Kong. La isla, que se suponía tendría una democracia libre de intervención por medio cuarto de siglo más, ha visto una degradación angustiante de su realidad política en los últimos años.
Basta ver lo que acaba de ocurrir con Apple Daily. Investigados por 30 artículos que supuestamente promovían conspiraciones contra China, las autoridades ni siquiera han dicho de cuáles se tratan. John Lee, jefe de Seguridad de Hong Kong y cercano al Partido Comunista Chino, dijo que los capturados son “criminales” por el “sospechoso uso del periodismo como herramienta para cometer actos que afectan la seguridad nacional. Los periodistas normales son diferentes de ellos. No se involucren con ellos y mantengan su distancia”. Cuando la prensa internacional le preguntó por qué juzgaba bajo la ley de seguridad nacional artículos publicados antes de la expedición de esta, no contestó. El Estado de derecho se ha convertido en un espejismo en la isla.
No hay que andar con rodeos: el supuesto “crimen” es apoyar la democracia. Les pasó a los líderes de las protestas que inspiraron al mundo hace un par de años, les pasó a los miembros del Legislativo que apoyaban la democracia, les ha pasado a profesores y ahora vienen por los pocos medios independientes del régimen. Se trata del peor autoritarismo actuando. Como dijo la Asociación de Periodistas de Hong Kong, los comentarios de Lee “fomentan el miedo y el pánico entre los periodistas”.
Hablando con AFP, Bao Choy, una periodista que también fue procesada por la ley de seguridad, fue contundente. “Es descorazonador”, dijo, “estamos caminando por un túnel muy oscuro e interminable. No me siento optimista sobre el futuro del periodismo en Hong Kong”.
No se trata solo del periodismo, sino de las libertades en la isla. Más aún, la creciente influencia global de China amenaza la estabilidad de Taiwán, otro baluarte de la democracia. Mientras tanto, el resto del mundo solo puede mirar con horror y algo de indiferencia. En efecto, el túnel oscuro parece interminable.
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