Bogotá recuperó su Jardín Botánico
Aún en medio de la polémica desatada por la inhabilidad y destitución del alcalde mayor de Bogotá, mal se haría en no reconocer algunos aciertos de su administración.
El Espectador
Entre ellos, sin duda, el Jardín Botánico José Celestino Mutis, que había venido presentando un deterioro físico y de servicio por el desvío de sus propósitos fundacionales.
Concebido como un parque urbano muy especial, dedicado a la investigación de la flora de la capital, el llamado “corazón verde de Bogotá” venía sufriendo las vicisitudes de una administración pública centrada en repartir favores a algunos, más que beneficios a todos. Un centro científico y de educación convertido en un fortín político. La degradación moral y física del jardín fue evidente, y la actual administración, con responsabilidad y tino, retomó el camino.
Hoy el jardín brilla de nuevo en su esplendor. Son 18 obras de renovación ejecutadas, modernización de infraestructura, consolidación de sus colecciones vivas y mejoras en la oferta para los visitantes, que son ya cerca de 300.000 este año. La recuperación del lago, ahora en proceso de convertirse en un jardín de la flora de los humedales, y la renovación de la cascada con un jardín de helechos, son dos de las 80 intervenciones físicas, que incluyen, además, el inicio de la recuperación del tropicario, sus colecciones botánicas y la jardinería demostrativa que se salió hacia los barrios circundantes. Se acaba de instalar en su costado occidental un hermoso muro verde. Tiene un esmerado restaurante, con precios al alcance de sus visitantes. Todo pensado en hacerlo bien. Ejemplo para otras instituciones.
Hoy, el Jardín Botánico tiene presencia renovada en barrios, incluyendo la abandonada zona rural de Bogotá, y un ambicioso proyecto de crear un bosque urbano en una parte de la reserva Thomas van der Hammen en el borde norte de la ciudad. Sus ingeniosos proyectos de renaturalización de quebradas y de restauración ecológica con más de 200.000 árboles de 90 especies nativas se desarrollan con un enfoque de consolidación institucional y creación de capacidades locales.
Tiene el enorme reto, compartido con el Acueducto de Bogotá y la sociedad civil organizada, de entregar a la ciudad mejores parques ecológicos en los humedales urbanos.
Hoy, el Jardín, respetado de nuevo, adelanta convenios con sus homólogos de Berlín y Edimburgo y otros seis centros de investigación. Sobresale un programa de estímulos sin precedentes, que ya ha asignado recursos a 85 jóvenes investigadores para sus tesis de maestría y doctorado, además de la renovación de sus líneas de publicaciones científica y divulgativa. El Jardín se ha consolidado, además, como epicentro del debate académico y ambiental, con ciclos de conferencias de talla mundial. En su afán misional de acercar la naturaleza a la gente y la gente a la naturaleza, el Jardín recuperó la autoestima y la admiración de los bogotanos. Y de los muchos extranjeros que frecuentemente lo visitan.
El Jardín Botánico José Celestino Mutis ha vuelto a ser un lugar para visitar y disfrutar, a la mano de todos los bogotanos. En medio del incierto futuro político de la ciudad, esta recuperación debe ser defendida por los ciudadanos, pase lo que haya de pasar con la administración distrital.
Entre ellos, sin duda, el Jardín Botánico José Celestino Mutis, que había venido presentando un deterioro físico y de servicio por el desvío de sus propósitos fundacionales.
Concebido como un parque urbano muy especial, dedicado a la investigación de la flora de la capital, el llamado “corazón verde de Bogotá” venía sufriendo las vicisitudes de una administración pública centrada en repartir favores a algunos, más que beneficios a todos. Un centro científico y de educación convertido en un fortín político. La degradación moral y física del jardín fue evidente, y la actual administración, con responsabilidad y tino, retomó el camino.
Hoy el jardín brilla de nuevo en su esplendor. Son 18 obras de renovación ejecutadas, modernización de infraestructura, consolidación de sus colecciones vivas y mejoras en la oferta para los visitantes, que son ya cerca de 300.000 este año. La recuperación del lago, ahora en proceso de convertirse en un jardín de la flora de los humedales, y la renovación de la cascada con un jardín de helechos, son dos de las 80 intervenciones físicas, que incluyen, además, el inicio de la recuperación del tropicario, sus colecciones botánicas y la jardinería demostrativa que se salió hacia los barrios circundantes. Se acaba de instalar en su costado occidental un hermoso muro verde. Tiene un esmerado restaurante, con precios al alcance de sus visitantes. Todo pensado en hacerlo bien. Ejemplo para otras instituciones.
Hoy, el Jardín Botánico tiene presencia renovada en barrios, incluyendo la abandonada zona rural de Bogotá, y un ambicioso proyecto de crear un bosque urbano en una parte de la reserva Thomas van der Hammen en el borde norte de la ciudad. Sus ingeniosos proyectos de renaturalización de quebradas y de restauración ecológica con más de 200.000 árboles de 90 especies nativas se desarrollan con un enfoque de consolidación institucional y creación de capacidades locales.
Tiene el enorme reto, compartido con el Acueducto de Bogotá y la sociedad civil organizada, de entregar a la ciudad mejores parques ecológicos en los humedales urbanos.
Hoy, el Jardín, respetado de nuevo, adelanta convenios con sus homólogos de Berlín y Edimburgo y otros seis centros de investigación. Sobresale un programa de estímulos sin precedentes, que ya ha asignado recursos a 85 jóvenes investigadores para sus tesis de maestría y doctorado, además de la renovación de sus líneas de publicaciones científica y divulgativa. El Jardín se ha consolidado, además, como epicentro del debate académico y ambiental, con ciclos de conferencias de talla mundial. En su afán misional de acercar la naturaleza a la gente y la gente a la naturaleza, el Jardín recuperó la autoestima y la admiración de los bogotanos. Y de los muchos extranjeros que frecuentemente lo visitan.
El Jardín Botánico José Celestino Mutis ha vuelto a ser un lugar para visitar y disfrutar, a la mano de todos los bogotanos. En medio del incierto futuro político de la ciudad, esta recuperación debe ser defendida por los ciudadanos, pase lo que haya de pasar con la administración distrital.