Después de casi dos años de una pandemia que nos llevó a una crisis social y económica histórica, el país está tomando decisiones que parecen estar a la altura de lo que hemos vivido. Que las centrales obreras, los empresarios y el Gobierno Nacional se hayan puesto de acuerdo para aprobar un aumento del 10,07 % en el salario mínimo tiene un impacto práctico que, esperamos, ayudará a enfrentar los efectos que perduran de la crisis. Que ese aumento haya sido consensuado y casi que aprobado por aclamación tiene una fuerza simbólica que no ha pasado inadvertida. Esto, en conjunto con las cifras de crecimiento económico, da buenas señales después de tanto tumulto. Aunque, claro, todavía falta, y durante el próximo año habrá que estar atentos a los efectos económicos de este incremento inusual, se trata de un esfuerzo colectivo muy positivo.
Al hablar de buenas noticias económicas siempre es necesario hacer precisiones y advertencias. Hay un contraste entre, por ejemplo, las muy positivas cifras de crecimiento económico y la realidad de muchas colombianas que en pandemia perdieron sus empleos y no han podido recuperarlos. También sería engañoso hablar de solidez financiera cuando Colombia está en deuda morosa de aprobar una reforma tributaria estructural que modernice nuestro sistema de recaudo. La informalidad, por su cuenta, sigue siendo muy alta y está por verse cómo reaccionará el país cuando tengamos que discutir sobre los subsidios creados en el marco de la pandemia. En campaña política estos temas se han mencionado, pero, como suele ocurrir, las propuestas son o muy utópicas o muy gaseosas. Es difícil capturar votantes, parecen creer los candidatos, con posiciones responsables sobre la reforma pensional que debe hacerse, por ejemplo.
Empero, hay motivos para celebrar. El salario mínimo quedó en $1 millón con un auxilio de transporte que se consolidó en $117.172. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, cerca del 64,2 % de la población trabajadora colombiana recibe cerca de un salario mínimo. Lo más llamativo es que todos los involucrados en las negociaciones acordaron que, en tiempos de crisis, la respuesta del Estado y del sector privado debe ser ambiciosa. Incluso considerando la inflación, se trata de un aumento considerable que le apuesta a la capacidad adquisitiva de los trabajadores como estrategia para dinamizar la economía. Será clave ver si los temores por un aumento en el desempleo o en la informalidad se cumplen, pero estudios en otros países arrojan motivos de esperanza para que no sea así.
Al tiempo con esta noticia, el Gobierno confirmó que el crecimiento económico este año será del 9,7 %, una cifra histórica. Incluso tomando en cuenta el enorme hueco que se creó el año pasado, el país superó el crecimiento que presentó en 2019. El presidente Iván Duque dijo que “estamos hablando de una verdadera y dinámica reactivación. Estas son victorias colectivas de país”. Así es, y por eso hay que seguir insistiendo en la vacunación y el cuidado ante las nuevas variantes para no dar espacio a nuevos encierros.
Dicho todo esto, volver a 2019 en cuanto a crecimiento también es reencontrarnos con las deudas históricas del país en cuanto a la escasa diversificación de la economía y a una desigualdad preocupante. Quedan, es claro, preguntas abiertas sobre la economía colombiana que les corresponderá afrontar a quienes sean elegidos el año entrante. Pero es bueno terminar el año con estas victorias colectivas. Alivio necesario y merecido después de tanta tragedia.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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Después de casi dos años de una pandemia que nos llevó a una crisis social y económica histórica, el país está tomando decisiones que parecen estar a la altura de lo que hemos vivido. Que las centrales obreras, los empresarios y el Gobierno Nacional se hayan puesto de acuerdo para aprobar un aumento del 10,07 % en el salario mínimo tiene un impacto práctico que, esperamos, ayudará a enfrentar los efectos que perduran de la crisis. Que ese aumento haya sido consensuado y casi que aprobado por aclamación tiene una fuerza simbólica que no ha pasado inadvertida. Esto, en conjunto con las cifras de crecimiento económico, da buenas señales después de tanto tumulto. Aunque, claro, todavía falta, y durante el próximo año habrá que estar atentos a los efectos económicos de este incremento inusual, se trata de un esfuerzo colectivo muy positivo.
Al hablar de buenas noticias económicas siempre es necesario hacer precisiones y advertencias. Hay un contraste entre, por ejemplo, las muy positivas cifras de crecimiento económico y la realidad de muchas colombianas que en pandemia perdieron sus empleos y no han podido recuperarlos. También sería engañoso hablar de solidez financiera cuando Colombia está en deuda morosa de aprobar una reforma tributaria estructural que modernice nuestro sistema de recaudo. La informalidad, por su cuenta, sigue siendo muy alta y está por verse cómo reaccionará el país cuando tengamos que discutir sobre los subsidios creados en el marco de la pandemia. En campaña política estos temas se han mencionado, pero, como suele ocurrir, las propuestas son o muy utópicas o muy gaseosas. Es difícil capturar votantes, parecen creer los candidatos, con posiciones responsables sobre la reforma pensional que debe hacerse, por ejemplo.
Empero, hay motivos para celebrar. El salario mínimo quedó en $1 millón con un auxilio de transporte que se consolidó en $117.172. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, cerca del 64,2 % de la población trabajadora colombiana recibe cerca de un salario mínimo. Lo más llamativo es que todos los involucrados en las negociaciones acordaron que, en tiempos de crisis, la respuesta del Estado y del sector privado debe ser ambiciosa. Incluso considerando la inflación, se trata de un aumento considerable que le apuesta a la capacidad adquisitiva de los trabajadores como estrategia para dinamizar la economía. Será clave ver si los temores por un aumento en el desempleo o en la informalidad se cumplen, pero estudios en otros países arrojan motivos de esperanza para que no sea así.
Al tiempo con esta noticia, el Gobierno confirmó que el crecimiento económico este año será del 9,7 %, una cifra histórica. Incluso tomando en cuenta el enorme hueco que se creó el año pasado, el país superó el crecimiento que presentó en 2019. El presidente Iván Duque dijo que “estamos hablando de una verdadera y dinámica reactivación. Estas son victorias colectivas de país”. Así es, y por eso hay que seguir insistiendo en la vacunación y el cuidado ante las nuevas variantes para no dar espacio a nuevos encierros.
Dicho todo esto, volver a 2019 en cuanto a crecimiento también es reencontrarnos con las deudas históricas del país en cuanto a la escasa diversificación de la economía y a una desigualdad preocupante. Quedan, es claro, preguntas abiertas sobre la economía colombiana que les corresponderá afrontar a quienes sean elegidos el año entrante. Pero es bueno terminar el año con estas victorias colectivas. Alivio necesario y merecido después de tanta tragedia.
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