Cita histórica
Esperamos que el Gobierno colombiano, haciendo honor a lo trazado por la Política Farmacéutica Nacional, se haga presente y desempeñe un papel protagónico en la cita histórica de diseñar un nuevo sistema de medicamentos que atienda las necesidades de la población mundial más vulnerable.
El Espectador
Del 23 al 28 de mayo se reunirá en Ginebra (Suiza) la Asamblea Mundial de la Salud (AMS). Aunque se trata de un evento anual, esta versión tiene una connotación especial, ya que se vence el plazo acordado por los países miembros de la OMS para dar inicio a la negociación del Convenio Global sobre Investigación en Salud, cuyo objetivo es promover la innovación médica para las enfermedades prevalentes en los países de medianos y bajos ingresos, incluidas las denominadas enfermedades tropicales olvidadas (ETO), para las cuales tal investigación es muy precaria, no obstante que estas patologías afectan a más de mil millones de personas y matan a tres millones cada año, en el 95 % pertenecientes a estos países.
La razón de ser de esta carencia, según lo ha identificado la AMS, es que se trata de patologías concentradas especialmente en la población más pobre de los países tropicales, que no constituye un mercado atractivo para la industria farmacéutica internacional, como sí lo es el de los “medicamentos negocio”, medicamentos de alto costo para mercados con alta capacidad de pago.
Para tener una idea de la magnitud del problema, de acuerdo con un estudio de Médicos Sin Fronteras, de 1.577 nuevas entidades químicas comercializadas en el mundo entre 1975 y 2004, sólo 21 (menos del 2 %) guardan conexión con las ETO.
En respuesta a semejante drama, la AMS, tras un proceso de reflexión, estudios y negociaciones políticas en el que han participado muchos países y destacados grupos de expertos a lo largo de 13 años, acogió en 2012 el informe final de los expertos que recomendó la negociación del Convenio Global. Su llamado es a diseñar e implementar un sistema de incentivos a la innovación en salud desligados de las patentes y los altos precios de monopolio, que son los que concentran las investigaciones en los “medicamentos negocio”. Por ejemplo, la creación de un fondo internacional de grandes premios para los inventores de productos que respondan a las necesidades sanitarias del mundo en desarrollo, lo que permitiría transferir los riesgos financieros de los inventores al financiador para que una vacuna, un diagnóstico o un tratamiento nuevo puedan ofrecerse al precio más bajo posible, no a precios especulativos.
Infortunadamente, la negociación del Convenio Global no ha sido posible debido a presiones de Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea, quienes en 2013 consiguieron aplazar la iniciación del proceso hasta la reunión de la AMS de mayo próximo. Sus gobiernos saben bien que el modelo basado en patentes y altos precios ha dejado por fuera las enfermedades que afectan de manera desproporcionada al mundo en desarrollo, pero consideran que los intereses económicos de su industria farmacéutica prevalecen sobre el bienestar general de la humanidad.
Es responsabilidad de los gobiernos de los países de medianos y bajos ingresos unirse alrededor del Convenio Global, tanto en la reunión preparatoria convocada para el 2 de mayo como en la asamblea misma, a fin de asegurar su buen suceso. De ello depende que en los años por venir países como el nuestro dispongan de tecnologías médicas adecuadas para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades que nos agobian, a precios asequibles que no pongan en riesgo la estabilidad financiera del sistema de salud. En concepto del nobel de economía Joseph Stiglitz, “esta es una oportunidad única en toda una generación para… establecer un modelo de gobernanza de los bienes públicos adecuado para la era de la globalización. No podemos dejar que se nos escape esta oportunidad”.
Esperamos que el Gobierno colombiano, haciendo honor a lo trazado por la Política Farmacéutica Nacional, se haga presente y desempeñe un papel protagónico en esta cita histórica.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.
Del 23 al 28 de mayo se reunirá en Ginebra (Suiza) la Asamblea Mundial de la Salud (AMS). Aunque se trata de un evento anual, esta versión tiene una connotación especial, ya que se vence el plazo acordado por los países miembros de la OMS para dar inicio a la negociación del Convenio Global sobre Investigación en Salud, cuyo objetivo es promover la innovación médica para las enfermedades prevalentes en los países de medianos y bajos ingresos, incluidas las denominadas enfermedades tropicales olvidadas (ETO), para las cuales tal investigación es muy precaria, no obstante que estas patologías afectan a más de mil millones de personas y matan a tres millones cada año, en el 95 % pertenecientes a estos países.
La razón de ser de esta carencia, según lo ha identificado la AMS, es que se trata de patologías concentradas especialmente en la población más pobre de los países tropicales, que no constituye un mercado atractivo para la industria farmacéutica internacional, como sí lo es el de los “medicamentos negocio”, medicamentos de alto costo para mercados con alta capacidad de pago.
Para tener una idea de la magnitud del problema, de acuerdo con un estudio de Médicos Sin Fronteras, de 1.577 nuevas entidades químicas comercializadas en el mundo entre 1975 y 2004, sólo 21 (menos del 2 %) guardan conexión con las ETO.
En respuesta a semejante drama, la AMS, tras un proceso de reflexión, estudios y negociaciones políticas en el que han participado muchos países y destacados grupos de expertos a lo largo de 13 años, acogió en 2012 el informe final de los expertos que recomendó la negociación del Convenio Global. Su llamado es a diseñar e implementar un sistema de incentivos a la innovación en salud desligados de las patentes y los altos precios de monopolio, que son los que concentran las investigaciones en los “medicamentos negocio”. Por ejemplo, la creación de un fondo internacional de grandes premios para los inventores de productos que respondan a las necesidades sanitarias del mundo en desarrollo, lo que permitiría transferir los riesgos financieros de los inventores al financiador para que una vacuna, un diagnóstico o un tratamiento nuevo puedan ofrecerse al precio más bajo posible, no a precios especulativos.
Infortunadamente, la negociación del Convenio Global no ha sido posible debido a presiones de Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea, quienes en 2013 consiguieron aplazar la iniciación del proceso hasta la reunión de la AMS de mayo próximo. Sus gobiernos saben bien que el modelo basado en patentes y altos precios ha dejado por fuera las enfermedades que afectan de manera desproporcionada al mundo en desarrollo, pero consideran que los intereses económicos de su industria farmacéutica prevalecen sobre el bienestar general de la humanidad.
Es responsabilidad de los gobiernos de los países de medianos y bajos ingresos unirse alrededor del Convenio Global, tanto en la reunión preparatoria convocada para el 2 de mayo como en la asamblea misma, a fin de asegurar su buen suceso. De ello depende que en los años por venir países como el nuestro dispongan de tecnologías médicas adecuadas para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades que nos agobian, a precios asequibles que no pongan en riesgo la estabilidad financiera del sistema de salud. En concepto del nobel de economía Joseph Stiglitz, “esta es una oportunidad única en toda una generación para… establecer un modelo de gobernanza de los bienes públicos adecuado para la era de la globalización. No podemos dejar que se nos escape esta oportunidad”.
Esperamos que el Gobierno colombiano, haciendo honor a lo trazado por la Política Farmacéutica Nacional, se haga presente y desempeñe un papel protagónico en esta cita histórica.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.