No es cualquier cosa que un presidente de la República hable de que hay en marcha un “golpe blando” en contra de su partido político. Peor aún cuando sus declaraciones, escritas en Twitter, se prestan para múltiples interpretaciones y luego su respuesta es maltratar a los medios de comunicación que citaron sus palabras. Eso es precisamente lo que hizo el presidente Gustavo Petro el pasado lunes, creando de nuevo un escándalo público innecesario y dando a entender que hay fuerzas antidemocráticas que no lo quieren dejar gobernar. Independientemente de lo que haya querido decir el mandatario, es momento de que en la Casa de Nariño actúen con mayor responsabilidad institucional.
No es la primera vez que el partido de gobierno alerta sobre un supuesto golpe de Estado. En marzo, Piedad Córdoba, senadora del Pacto Histórico, escribió en su cuenta de Twitter que “todo indica que se prepara un golpe blando contra Petro” en el que “las campañas de mentiras se mueven con hordas de cuentas falsas en Twitter, Facebook y cadenas de WhatsApp” hasta que “crean un clima artificioso de malestar social insostenible”. La senadora no aportó pruebas y envió su mensaje en el marco de las protestas de la oposición. Luego, el 16 de mayo, Wilson Arias, también senador del Pacto Histórico, escribió en Twitter: “El golpe de Estado, blando, militar, o como quiera que intente la ultraderecha, no busca más que aniquilar al presidente Petro”. Ahora, esta semana, el presidente de la República se unió, también por Twitter: “A propósito, ¿se han dado cuenta de que le están quitando los votos de los congresistas del Pacto Histórico suspendiéndolos con órdenes administrativas? (...) Le quitaron al Pacto la presidencia del Congreso y ahora sus votos. Es el golpe blando”.
El mensaje presidencial causó confusión. ¿Se refería, acaso, a la decisión del Consejo de Estado contra el expresidente del Congreso, Roy Barreras, por doble militancia? Eso pareció entender el mismo alto tribunal, que en un comunicado escribió que “no considera que las expresiones del primer mandatario guarden relación con sus decisiones, pues la corporación no ha emitido órdenes administrativas con los efectos que él señala”, e invitó “a todos los ciudadanos, y por supuesto, a todos los detentadores del poder público, a evitar comentarios que socaven la independencia y la autonomía judicial”. Sin embargo, cuando el medio La Silla Vacía retomó la controversia, el presidente escribió: “Dejen de mentir. Yo no he señalado al Consejo de Estado en impedir la continuación de la presidencia del Congreso en manos del Pacto Histórico, el partido mayoritario”.
Ese es el problema de lanzar acusaciones tan graves en medio de las limitaciones de una red social como Twitter. Si el presidente no es claro, las malas interpretaciones vuelan. E incluso bajo el entendido de que se refería al Congreso: ¿dónde está el golpe blando? ¿En el ejercicio de la autonomía parlamentaria? ¿O se refería a la Procuraduría, que suspendió al senador Álex Flórez por su comportamiento en Cartagena? En todos los casos, vemos el ejercicio institucional natural de una democracia, no un golpe de Estado blando. Cuando el mandatario utiliza de forma irresponsable un término tan peligroso, siembra el pánico y sabotea su propia gobernabilidad. Es momento de menos trinos y más mesura en la Casa de Nariño.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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No es cualquier cosa que un presidente de la República hable de que hay en marcha un “golpe blando” en contra de su partido político. Peor aún cuando sus declaraciones, escritas en Twitter, se prestan para múltiples interpretaciones y luego su respuesta es maltratar a los medios de comunicación que citaron sus palabras. Eso es precisamente lo que hizo el presidente Gustavo Petro el pasado lunes, creando de nuevo un escándalo público innecesario y dando a entender que hay fuerzas antidemocráticas que no lo quieren dejar gobernar. Independientemente de lo que haya querido decir el mandatario, es momento de que en la Casa de Nariño actúen con mayor responsabilidad institucional.
No es la primera vez que el partido de gobierno alerta sobre un supuesto golpe de Estado. En marzo, Piedad Córdoba, senadora del Pacto Histórico, escribió en su cuenta de Twitter que “todo indica que se prepara un golpe blando contra Petro” en el que “las campañas de mentiras se mueven con hordas de cuentas falsas en Twitter, Facebook y cadenas de WhatsApp” hasta que “crean un clima artificioso de malestar social insostenible”. La senadora no aportó pruebas y envió su mensaje en el marco de las protestas de la oposición. Luego, el 16 de mayo, Wilson Arias, también senador del Pacto Histórico, escribió en Twitter: “El golpe de Estado, blando, militar, o como quiera que intente la ultraderecha, no busca más que aniquilar al presidente Petro”. Ahora, esta semana, el presidente de la República se unió, también por Twitter: “A propósito, ¿se han dado cuenta de que le están quitando los votos de los congresistas del Pacto Histórico suspendiéndolos con órdenes administrativas? (...) Le quitaron al Pacto la presidencia del Congreso y ahora sus votos. Es el golpe blando”.
El mensaje presidencial causó confusión. ¿Se refería, acaso, a la decisión del Consejo de Estado contra el expresidente del Congreso, Roy Barreras, por doble militancia? Eso pareció entender el mismo alto tribunal, que en un comunicado escribió que “no considera que las expresiones del primer mandatario guarden relación con sus decisiones, pues la corporación no ha emitido órdenes administrativas con los efectos que él señala”, e invitó “a todos los ciudadanos, y por supuesto, a todos los detentadores del poder público, a evitar comentarios que socaven la independencia y la autonomía judicial”. Sin embargo, cuando el medio La Silla Vacía retomó la controversia, el presidente escribió: “Dejen de mentir. Yo no he señalado al Consejo de Estado en impedir la continuación de la presidencia del Congreso en manos del Pacto Histórico, el partido mayoritario”.
Ese es el problema de lanzar acusaciones tan graves en medio de las limitaciones de una red social como Twitter. Si el presidente no es claro, las malas interpretaciones vuelan. E incluso bajo el entendido de que se refería al Congreso: ¿dónde está el golpe blando? ¿En el ejercicio de la autonomía parlamentaria? ¿O se refería a la Procuraduría, que suspendió al senador Álex Flórez por su comportamiento en Cartagena? En todos los casos, vemos el ejercicio institucional natural de una democracia, no un golpe de Estado blando. Cuando el mandatario utiliza de forma irresponsable un término tan peligroso, siembra el pánico y sabotea su propia gobernabilidad. Es momento de menos trinos y más mesura en la Casa de Nariño.
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