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Cualquier intento de censura es un llamado de atención para Colombia entera. Como contó Laura Ardila, columnista de El Espectador y periodista independiente, la editorial Planeta, utilizando extraños argumentos, decidió no publicar su investigación de dos años sobre el poder de la familia Char en Barranquilla y la costa Caribe. Lo extraño es que, luego de dos años de trabajo y de edición activa de la editorial, haya surgido temor a repercusiones legales, cuando en nuestro país la libertad de prensa es un derecho fundamental protegido por amplia jurisprudencia constitucional y penal. Ahondando la confusión que generó el escándalo, Ardila denuncia que no tiene acceso al manuscrito final, lo que en la práctica implica que no puede acudir a otras editoriales. ¿Por qué este intento de silenciar una voz tan importante para el periodismo colombiano?
Escribiendo para El Espectador, Ardila resume lo ocurrido: “Tras dos años de investigación y escritura, cuando ya estaba editado, con portada y listo para imprimir, la editorial Planeta decidió no publicar mi libro La costa nostra (historia no oficial de los Char, el clan más poderoso de Colombia). Argumenta miedo a una demanda”. Después cuenta cómo lleva dos años haciendo una investigación exhaustiva sobre los lazos de la familia Char, la cual fue inicialmente financiada por La Silla Vacía y también contó con la edición de la directora de ese medio, Juanita León. Lo que no se explica es que la editorial Planeta, conociendo con tiempo el contenido del libro, habiendo seleccionado una portada y una fecha de publicación, luego decida a último minuto no seguir adelante con el proyecto. Cuando menos es necesario que Ardila tenga acceso al manuscrito y pueda llevarlo a otra editorial, con el objetivo de publicarlo en el marco de las elecciones locales que se avecinan y en las que uno de los miembros de la familia Char ha anunciado que será candidato.
Como solo tenemos sospechas, es necesario seguir los hilos que dejan ciertos indicios. Cuando se supo de la censura al libro, las redes sociales se llenaron de cuentas defendiendo a la familia Char y, más preocupante aún, estigmatizando a Ardila. Con información falsa y manipulada pretenden pintar la labor de la periodista como un ejercicio de activismo político, cuando ha sido evidente su buen trabajo a lo largo de los años. Que haya todo un aparato de desprestigio es otro llamado de atención: la investigación en cuestión ha dado con un tema que muchos prefieren mantener silenciado.
En entrevista con El Espectador, Ardila contó que “el libro aborda situaciones complejas, relacionadas con delitos como la compra de votos. En la reportería en terreno he podido establecer elementos que me permiten contar periodísticamente cómo ha funcionado este delito en Barranquilla”. Esto hace que la investigación sea de interés público, más cuando el caso de Aida Merlano ha dejado más preguntas que respuestas en estos años. Por eso, el rechazo a la censura debe ser vehemente y la investigación debe ver la luz cuanto antes. Lo dijo también con claridad Ardila: “Cuando la gente no accede a información, pues quien pierde es la gente”. Estamos de acuerdo. El silencio no es una opción.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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