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Controvertir no es destruir. Esa distinción es la que no parece compartir el presidente de la República, Gustavo Petro, quien lleva un par de días deslegitimando el trabajo periodístico de Noticias Caracol por una investigación que deja preguntas sobre apoyos dudosos a su campaña presidencial en el Casanare. El mandatario ha escogido el camino de sugerir motivaciones ocultas y una conspiración en su contra, y en el proceso ha confundido hechos y tergiversado lo publicado en el noticiero. No deja de ser paradójico pedir que se publique la “verdad” y, en el mismo reclamo, no representar de manera adecuada el contenido periodístico que se está criticando.
El hecho noticioso publicado por Noticias Caracol es claro: en un audio, Fabio Vargas, quien en Casanare se presentaba como miembro de la campaña presidencial del Pacto Histórico, reconoce aportes a la campaña por parte de Sandra Navarro, esposa del narcotraficante condenado Juan Carlos López Macías, alias Sobrino. En la investigación se muestran las pruebas, que además de la interceptación telefónica, incluyen videos de un acto a favor de la campaña donde se menciona a Navarro y un documento de una reunión donde Vargas y Navarro salen referenciadas. En ningún momento Noticias Caracol dice que el presidente de la República sabía de lo que ocurría ni que, incluso, estos fuesen eventos oficiales de campaña, pero sí hace lo que es obvio cuando hay indicios: preguntar por estos hechos que ocurrieron, que llevan a cuestionar, si en efecto, el narcotraficante apoyó la campaña.
El Pacto Histórico y la Colombia Humana han respondido, incluso en el mismo noticiero. Señalan que los involucrados no tenían cargos oficiales dentro de la campaña, que en 2023 (mucho tiempo después de la campaña presidencial) se rechazó a los involucrados de manera pública, y que no hay ninguna prueba que invite a creer en una financiación ilegal no reportada. Esa reacción está dentro de la Constitución y es adecuada, pues por supuesto que deben defenderse.
Sin embargo, el presidente Petro optó por una actitud destructiva. “La prensa de los grupos echando mentiras sobre el Gobierno”, dijo, cayendo de nuevo en su preferida estrategia de construir una dinámica de “ellos” contra “nosotros”. Luego, insinuó que toda la investigación, que llevaban tiempo haciendo, tenía un propósito oculto: “Es increíble cómo Caracol nos ha calumniado. Con esa calumnia no taparán el escándalo de la Ruta del Sol II”. Para completar, y esto es quizá lo más grave, los reclamos del presidente a la nota periodística no iban enfocados a su contenido verdadero, sino a uno percibido. Se sintió “calumniado” cuando lo que hace la investigación es mostrar unos audios problemáticos que merecen ser investigados. Noticias Caracol no ha tenido que rectificar porque los hechos reportados no han podido ser cuestionados; todo el debate es sobre interpretaciones que superan los intereses de la nota.
No estamos de acuerdo con quienes consideran que el presidente o, para el caso, cualquiera debe guardar silencio frente a lo que publicamos los medios de comunicación: por supuesto que está en su derecho defenderse. Lo que sí muestra peligrosos rasgos autoritarios, además de una falta de rigor preocupante, es que su respuesta sea la estigmatización, acusar de motivos ocultos y destruir la reputación de los periodistas.
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