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Ahora que congresistas y precandidatos presidenciales andan buscando banderas populistas que los puedan impulsar en el debate público, hay una idea en particular que deberían dejar de cortejar. Los días sin IVA, adoptados en los tiempos de crisis de la pandemia con el objetivo de reactivar el consumo, pero denunciados desde el principio por su inutilidad y por crear un hueco fiscal injustificable, estuvieron a punto de revivir. El Congreso aprobó un proyecto de ley que los convertía en política de Estado y, ante la objeción del gobierno de Gustavo Petro, decidió insistir en su aprobación. Sin embargo, la Corte Constitucional lo tumbó, argumentando un problema de trámite. Que esta sea la oportunidad para dejar a un lado ese tipo de medidas cuando las finanzas del Estado se encuentran en momentos difíciles.
El Congreso aprobó con entusiasmo la resurrección de los días sin IVA. Su argumento más serio es que se trata de una medida que impulsa el consumo, lo que a su vez beneficia a millones de familias, pues la economía se reactiva. Esto se hace en medio de un país con un crecimiento todavía resentido por la pandemia y unas tasas de interés elevadas que han llevado a que los colombianos no se endeuden y gasten menos. La lógica es que, si se disponen días sin el impuesto adicional, las personas van a salir a los comercios y eso va a generar un ciclo de reactivación.
Aunque lo anterior suena bien, la realidad es otra y la experiencia lo ha demostrado. Incluso el gobierno de Iván Duque lo sabía cuando tuvo que proponer los días sin IVA como mecanismo para que le aprobaran una impopular reforma tributaria. En aquel entonces y ahora era cierto: ese tipo de medidas hacen mucho ruido, pero generan pocos beneficios. Tenemos un estudio del Banco de la República que lo prueba, elaborado por Luis Eduardo Arango y Luz Adriana Flórez, que analizó lo que ocurrió en los ocho días sin IVA que tuvimos entre 2020 y 2022. Hay varias conclusiones interesantes: aunque hubo un aumento de hasta 17 % en consumo de los productos exentos durante los días sin IVA, luego no se mantuvo ni los colombianos gastaron más. De hecho, el emisor encontró que los colombianos dejaron de gastar en los meses previos a los días sin IVA para ahorrar para ese momento. Peor aún, hay indicios de que esa dinámica lleva a que otros productos, como los alimentos y bebidas alcohólicas, tengan una reducción del consumo. Esto, dice el Banco de la República, permite evidenciar que se “reducen los efectos positivos de la política sobre la actividad económica”.
Palabras más, palabras menos, el día sin IVA hace que los colombianos sean estratégicos en sus compras, mas no reactiva la economía ni causa efectos duraderos. Lo que sí logra es que el Estado deje de recibir ingresos que necesita en tiempos de poco recaudo. ¿Qué justifica que haya algo así? ¿Hay razones, más allá de que suena bien en medio de la campaña electoral?
La Corte Constitucional tumbó la medida porque encontró que la Cámara de Representantes no tuvo los votos suficientes para resistir la objeción de la Casa de Nariño. Es un argumento de forma que hundió el proyecto, pero que debería ser una oportunidad para que los congresistas y precandidatos presidenciales recuerden algo importante: hacer populismo con la política fiscal nos sale muy caro a todos.
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