Estamos de acuerdo con la esencia del discurso del presidente Gustavo Petro en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 (COP27): “La COP ya no da respuestas y el tiempo se agotó”. Lo hemos dicho cada vez que tenemos que escribir sobre estos encuentros. La humanidad ya sabe lo que tiene que hacer, pero el liderazgo político no ha sido capaz de aterrizar las promesas más ambiciosas. Entre la ambivalencia de los grandes contaminantes, como Estados Unidos y China, y la incapacidad de los países más pequeños, Colombia incluida, para hacer un frente unido, la oportunidad histórica de combatir la emergencia climática se nos está escapando. Es momento de actuar.
Hubo críticas al presidente Petro: que su discurso era vago, que nuevamente estaba poniendo en duda los hidrocarburos y que su idea de dar un decálogo era una muestra de arrogancia. No las compartimos. El mandatario estaba hablando en un espacio global con mensajes necesarios que no implican políticas públicas inmediatas. Por ejemplo, no miente el presidente cuando dice que “el primer eje de una política que supere con eficacia la crisis climática implica dejar de consumir petróleo e hidrocarburos, y cada vez más los seguimos consumiendo”. La pregunta, que hemos hecho, es cómo lo vamos a hacer, con qué velocidad y en comparación con el resto de los países del mundo.
Dentro del decálogo hubo dos puntos que son de especial interés para Colombia. El presidente dijo que “el FMI debe iniciar el programa de cambio de deuda por inversión en la adaptación y mitigación del cambio climático en países en desarrollo”, y que “la banca privada y multilateral debe dejar de financiar economías de hidrocarburos”. Estamos de acuerdo. Los incentivos verdes a nivel internacional no han sido suficientes. Mientras tanto, es muy valioso que nuestro país se comprometa, en palabras del mandatario, a otorgar “US$200 millones anualmente durante 20 años para salvar la selva amazónica. Esperamos el aporte mundial”. Alemania, Noruega y Reino Unido anunciaron un nuevo desembolso de US$25 millones destinados a proteger la Amazonia. Necesitamos más.
Claro, quedan preguntas. Incluso en Colombia sigue abierta la discusión sobre permitir o no nuevas exploraciones de hidrocarburos. Pero el presidente Petro compartió en la COP27 el diagnóstico que ya conocemos y que, en mayor medida, es acertado. El mundo no puede seguir dependiendo de los combustibles fósiles, no tiene ningún sentido que estemos en guerras que suban los precios de la energía, y las COP, aunque han cumplido un papel relevante, también han despertado muchas frustraciones. No en vano científicos y activistas actúan con cada vez más desespero para que los líderes políticos entiendan que la emergencia ya está aquí y estamos en riesgo de sufrir sus peores consecuencias.
¿Qué saldrá de la COP27? ¿Podrá el Gobierno afianzar su liderazgo regional? Esas son las dudas que falta por responder, más allá del discurso.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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Hubo críticas al presidente Petro: que su discurso era vago, que nuevamente estaba poniendo en duda los hidrocarburos y que su idea de dar un decálogo era una muestra de arrogancia. No las compartimos. El mandatario estaba hablando en un espacio global con mensajes necesarios que no implican políticas públicas inmediatas. Por ejemplo, no miente el presidente cuando dice que “el primer eje de una política que supere con eficacia la crisis climática implica dejar de consumir petróleo e hidrocarburos, y cada vez más los seguimos consumiendo”. La pregunta, que hemos hecho, es cómo lo vamos a hacer, con qué velocidad y en comparación con el resto de los países del mundo.
Dentro del decálogo hubo dos puntos que son de especial interés para Colombia. El presidente dijo que “el FMI debe iniciar el programa de cambio de deuda por inversión en la adaptación y mitigación del cambio climático en países en desarrollo”, y que “la banca privada y multilateral debe dejar de financiar economías de hidrocarburos”. Estamos de acuerdo. Los incentivos verdes a nivel internacional no han sido suficientes. Mientras tanto, es muy valioso que nuestro país se comprometa, en palabras del mandatario, a otorgar “US$200 millones anualmente durante 20 años para salvar la selva amazónica. Esperamos el aporte mundial”. Alemania, Noruega y Reino Unido anunciaron un nuevo desembolso de US$25 millones destinados a proteger la Amazonia. Necesitamos más.
Claro, quedan preguntas. Incluso en Colombia sigue abierta la discusión sobre permitir o no nuevas exploraciones de hidrocarburos. Pero el presidente Petro compartió en la COP27 el diagnóstico que ya conocemos y que, en mayor medida, es acertado. El mundo no puede seguir dependiendo de los combustibles fósiles, no tiene ningún sentido que estemos en guerras que suban los precios de la energía, y las COP, aunque han cumplido un papel relevante, también han despertado muchas frustraciones. No en vano científicos y activistas actúan con cada vez más desespero para que los líderes políticos entiendan que la emergencia ya está aquí y estamos en riesgo de sufrir sus peores consecuencias.
¿Qué saldrá de la COP27? ¿Podrá el Gobierno afianzar su liderazgo regional? Esas son las dudas que falta por responder, más allá del discurso.
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