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La periodista colombiana Jineth Bedoya Lima acaba de ser reconocida con el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco - Guillermo Cano. El galardón, entregado durante 24 años por la Fundación Guillermo Cano Isaza y la Unesco, con el apoyo de Helsingin Sanomat Foundation y de Namibia Media Trust, es un homenaje a aquellos periodistas que con su ejemplo y su valentía demuestran la importancia de la libertad de prensa. No se nos ocurre una mejor exponente que Bedoya de los principios que orientan nuestra labor y son un aporte a la democracia.
Desde que empezó en el periodismo en 1997, en Alerta Bogotá de Radio Uno, Bedoya ha dado muestras de su dedicación. Su mirada aguda, rigurosa y disciplinada se encargó de contarle al país y al mundo los aspectos oscuros de una nación en guerra, de las violencias que a menudo eran calladas. Como mujer, se abrió espacios que habían estado históricamente vedados y marcó el camino para generaciones de reporteras que han seguido sus pasos.
Primero como redactora judicial de El Espectador y luego de El Tiempo, Bedoya ha arriesgado su vida para desentrañar las historias de un país plagado de paramilitarismo, guerrillas, narcotráfico y alianzas perversas para tomarse las instituciones. Sus historias sobre las cárceles aquí en este diario son investigaciones esenciales que demostraron los horrores que estaban ocurriendo y la complicidad de las autoridades.
Por esto último, fue víctima de secuestro, tortura y violación en el 2000 y luego tuvo que ver cómo la impunidad, que tantas veces denunció, también abrumó su caso. Solo su tenacidad, insistencia y resistencia ante las amenazas permitieron que, con el acompañamiento de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), su caso llegara a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Bedoya ha entendido que su historia no es individual: su relato es el de cientos de miles de mujeres que son víctimas silenciadas y olvidadas por un sistema indiferente y colapsado.
Como subeditora de El Tiempo y con la campaña “No es hora de callar”, Bedoya ha utilizado sus aprendizajes para recorrer el mundo y Colombia ayudando a empoderar a las mujeres. Su propuesta es la misma que hace el periodismo en su expresión más esencial: contar las historias que otros preferirían que permanecieran en la oscuridad.
Al recibir el homenaje, Bedoya dijo que “es un gran día para las mujeres periodistas de América Latina. Que este premio haya quedado en América Latina es un reconocimiento a la valentía de periodistas que todos los días cuentan las historias tan terribles, pero también las historias valientes, que ocurren en sus países. Este premio es para cada una de las personas que cree que visibilizar la violencia contra las mujeres y la violencia sexual es la mejor forma de transformar el mundo”.
Nos unimos al reconocimiento. No solo para Bedoya, sino para todas las periodistas que siguen luchando contra la desigualdad, la violencia, los espacios vedados y la indiferencia de los poderosos. La libertad de prensa y la salud de nuestras democracias están en deuda con su labor.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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