La acumulación de escándalos en torno a Ricardo Roa y su liderazgo en Ecopetrol se suma a los resultados de la empresa presentados esta semana, que están lejos de ser estelares. Como lo mencionamos hace unas semanas, la cabeza de la empresa más importante del país no puede vivir en medio de cuestionamientos a su idoneidad, mientras que el Gobierno sigue con su ambivalencia sobre cómo garantizar la sostenibilidad de un activo esencial para las finanzas públicas. Entre defensas del presidente de la petrolera y discursos del presidente de la República, la acción de Ecopetrol sigue lastimada y su futuro es incierto.
Dos escándalos recientes sacudieron la imagen de Roa y de Ecopetrol. La Silla Vacía dio a conocer una serie de grabaciones en las que un directivo de Ecopetrol recibía órdenes de favorecimiento de contratos. Entre los mencionados están el presidente de Cenit, Alexánder Cadena, y Danilo Romero, cercano al presidente Petro. Cenit es filial del grupo Ecopetrol y una de sus joyas en términos de ingresos y contratación. Aunque todos los involucrados negaron cualquier tipo de mala conducta, se ve muy mal que, a los pocos días de haber puesto la denuncia en la línea ética de la empresa, el directivo en cuestión haya sido despedido. También es impresentable que los colombianos nos vengamos a enterar de esta situación, no a través de los resultados de una investigación ética que garantice el buen gobierno corporativo, sino por la prensa.
El presidente Roa también sigue generando escándalos. El Tiempo y el periodista Daniel Coronell, de Cambio, contaron cómo, poco antes de posesionarse como presidente de Ecopetrol, Roa fue beneficiado por unos términos muy generosos en la compra de un lujoso apartamento y su posterior remodelación. Aunque los hechos siguen siendo objeto de investigación, se unen a una serie de preocupaciones por la manera en que personas cercanas a él llevan a cabo compras y contrataciones. La pregunta por el conflicto de interés es inevitable.
Debemos repetirnos, además, con la investigación que sigue el Consejo Nacional Electoral en contra de Roa cuando fue gerente de la campaña Petro Presidente. Sigue en curso, con pruebas que ponen en duda la rigurosidad en el reporte de las cuentas, y sin embargo no ha habido voluntad de defenderse como ciudadano privado, no como el representante de la empresa más importante del país.
Una y otra vez nos encontramos con cuestionamientos a la integridad en la dirección en Ecopetrol. Esto es particularmente grave porque la petrolera está en un momento de cambio de paradigma. En los últimos nueve meses, Ecopetrol recibió un 25,6 % menos de utilidades que el año anterior. Se culpa a la tasa del dólar y a los precios del petróleo, pero la preocupación es más profunda. Las señales de intervención política en decisiones empresariales, como se denunció en la decisión de abstenerse a último momento de participar de un auspicioso proyecto de fracking en los Estados Unidos, aumentan la incertidumbre sobre sus ingresos futuros. El fracking, de hecho, representa más del 60 % de la mayor producción de Ecopetrol que esta semana se presentó como un resultado positivo de la gestión; no hay a la vista manera de reemplazar esos recursos.
El liderazgo de Ecopetrol, con razón, está bajo la lupa.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com
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La acumulación de escándalos en torno a Ricardo Roa y su liderazgo en Ecopetrol se suma a los resultados de la empresa presentados esta semana, que están lejos de ser estelares. Como lo mencionamos hace unas semanas, la cabeza de la empresa más importante del país no puede vivir en medio de cuestionamientos a su idoneidad, mientras que el Gobierno sigue con su ambivalencia sobre cómo garantizar la sostenibilidad de un activo esencial para las finanzas públicas. Entre defensas del presidente de la petrolera y discursos del presidente de la República, la acción de Ecopetrol sigue lastimada y su futuro es incierto.
Dos escándalos recientes sacudieron la imagen de Roa y de Ecopetrol. La Silla Vacía dio a conocer una serie de grabaciones en las que un directivo de Ecopetrol recibía órdenes de favorecimiento de contratos. Entre los mencionados están el presidente de Cenit, Alexánder Cadena, y Danilo Romero, cercano al presidente Petro. Cenit es filial del grupo Ecopetrol y una de sus joyas en términos de ingresos y contratación. Aunque todos los involucrados negaron cualquier tipo de mala conducta, se ve muy mal que, a los pocos días de haber puesto la denuncia en la línea ética de la empresa, el directivo en cuestión haya sido despedido. También es impresentable que los colombianos nos vengamos a enterar de esta situación, no a través de los resultados de una investigación ética que garantice el buen gobierno corporativo, sino por la prensa.
El presidente Roa también sigue generando escándalos. El Tiempo y el periodista Daniel Coronell, de Cambio, contaron cómo, poco antes de posesionarse como presidente de Ecopetrol, Roa fue beneficiado por unos términos muy generosos en la compra de un lujoso apartamento y su posterior remodelación. Aunque los hechos siguen siendo objeto de investigación, se unen a una serie de preocupaciones por la manera en que personas cercanas a él llevan a cabo compras y contrataciones. La pregunta por el conflicto de interés es inevitable.
Debemos repetirnos, además, con la investigación que sigue el Consejo Nacional Electoral en contra de Roa cuando fue gerente de la campaña Petro Presidente. Sigue en curso, con pruebas que ponen en duda la rigurosidad en el reporte de las cuentas, y sin embargo no ha habido voluntad de defenderse como ciudadano privado, no como el representante de la empresa más importante del país.
Una y otra vez nos encontramos con cuestionamientos a la integridad en la dirección en Ecopetrol. Esto es particularmente grave porque la petrolera está en un momento de cambio de paradigma. En los últimos nueve meses, Ecopetrol recibió un 25,6 % menos de utilidades que el año anterior. Se culpa a la tasa del dólar y a los precios del petróleo, pero la preocupación es más profunda. Las señales de intervención política en decisiones empresariales, como se denunció en la decisión de abstenerse a último momento de participar de un auspicioso proyecto de fracking en los Estados Unidos, aumentan la incertidumbre sobre sus ingresos futuros. El fracking, de hecho, representa más del 60 % de la mayor producción de Ecopetrol que esta semana se presentó como un resultado positivo de la gestión; no hay a la vista manera de reemplazar esos recursos.
El liderazgo de Ecopetrol, con razón, está bajo la lupa.
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