El pánico al enfoque de género
Las mujeres sufrieron de manera más perversa el conflicto y sus cuerpos se convirtieron en campos de batalla.
El Espectador
Sin importar todo lo que insista el exprocurador Alejandro Ordóñez, eso que llaman “ideología de género” no está de manera explícita ni implícita en los acuerdos entre el Gobierno y las Farc hoy en revisión, y pretender eliminar el enfoque de género para calmar a ciertos sectores religiosos no sólo sería un error del presidente Santos, sino que sometería los derechos de dos poblaciones que han sufrido especialmente el conflicto a los caprichos de quienes no han mostrado interés en escuchar razones.
De la reunión en la Casa de Nariño entre el señor Ordóñez, el presidente Juan Manuel Santos, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y el senador Roy Barreras, el exprocurador salió celebrando el compromiso presidencial de “purgar la ideología de género de los acuerdos de La Habana”.
Para Ordóñez, la “ideología” —la “temible” idea de que el sexo biológico no define todos los aspectos de la identidad, y de que los roles de mujer y orden están dictados por construcciones culturales que, como creaciones humanas no esenciales, pueden ser cuestionadas y modificadas— se encuentra “encriptada” dentro del concepto de enfoque de género, “por ejemplo, cuando se habla de la cultura sexista, cuando se habla de las familias patriarcales, cuando se refiere a la imposición de estereotipos (…), cuando se define género sin relación con el sexo que es el concepto que va implícito”.
No deja de ser frustrante que quien estuvo durante casi ocho años al frente de la Procuraduría, institución encargada, precisamente, de proteger los derechos de las mujeres y de las personas LGBT, apele al miedo para desvirtuar un concepto que se ha empleado en las políticas públicas nacionales e internacionales desde hace varios años, y que tiene un propósito simple: reconocer la necesidad de pensar en quienes han sido marginados comúnmente.
Lo único que hace el enfoque de género, que se logró en el acuerdo luego de aportes valiosos de mujeres y personas LGBT, es pedir que allí donde se vayan a hacer procesos de reconciliación y reparación se reconozca que las mujeres y las personas LGBT han sufrido el conflicto de manera particular por su género u orientación sexual. Sobre eso hay suficientes pruebas. Basta con mirar los informes de memoria histórica que se han publicado hasta ahora.
Eso que pretende “purgar” Ordóñez, entonces, lo que consigue es que a las mujeres, por ejemplo, se les den facilidades en los procesos de restitución de tierras, allí donde, por el machismo que tanto le incomoda al exprocurador que se mencione, no tenían títulos a su nombre. Y como esa son múltiples las disposiciones que el acuerdo tiene para empezar a enmendar la desigualdad sistemática que existe.
Para tranquilidad de las personas creyentes, en el acuerdo nunca se habla de la conformación de la familia, ni de la adopción, ni de la interrupción voluntaria del embarazo. Nunca. Esos temas, que son los que agitan la indignación de quienes denuncian la tal ideología de género, no tenían por qué mencionarse en La Habana, y así sucedió.
Las mujeres sufrieron de manera más perversa el conflicto y sus cuerpos se convirtieron en campos de batalla. Las personas LGBT vieron cómo su identidad de género o su orientación sexual era motivo de persecución y humillación. El enfoque de género reconoce eso. Hablar de otros intereses conspirativos es irresponsable. Y eliminarlo del acuerdo por buscar apoyos, también.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com
Sin importar todo lo que insista el exprocurador Alejandro Ordóñez, eso que llaman “ideología de género” no está de manera explícita ni implícita en los acuerdos entre el Gobierno y las Farc hoy en revisión, y pretender eliminar el enfoque de género para calmar a ciertos sectores religiosos no sólo sería un error del presidente Santos, sino que sometería los derechos de dos poblaciones que han sufrido especialmente el conflicto a los caprichos de quienes no han mostrado interés en escuchar razones.
De la reunión en la Casa de Nariño entre el señor Ordóñez, el presidente Juan Manuel Santos, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y el senador Roy Barreras, el exprocurador salió celebrando el compromiso presidencial de “purgar la ideología de género de los acuerdos de La Habana”.
Para Ordóñez, la “ideología” —la “temible” idea de que el sexo biológico no define todos los aspectos de la identidad, y de que los roles de mujer y orden están dictados por construcciones culturales que, como creaciones humanas no esenciales, pueden ser cuestionadas y modificadas— se encuentra “encriptada” dentro del concepto de enfoque de género, “por ejemplo, cuando se habla de la cultura sexista, cuando se habla de las familias patriarcales, cuando se refiere a la imposición de estereotipos (…), cuando se define género sin relación con el sexo que es el concepto que va implícito”.
No deja de ser frustrante que quien estuvo durante casi ocho años al frente de la Procuraduría, institución encargada, precisamente, de proteger los derechos de las mujeres y de las personas LGBT, apele al miedo para desvirtuar un concepto que se ha empleado en las políticas públicas nacionales e internacionales desde hace varios años, y que tiene un propósito simple: reconocer la necesidad de pensar en quienes han sido marginados comúnmente.
Lo único que hace el enfoque de género, que se logró en el acuerdo luego de aportes valiosos de mujeres y personas LGBT, es pedir que allí donde se vayan a hacer procesos de reconciliación y reparación se reconozca que las mujeres y las personas LGBT han sufrido el conflicto de manera particular por su género u orientación sexual. Sobre eso hay suficientes pruebas. Basta con mirar los informes de memoria histórica que se han publicado hasta ahora.
Eso que pretende “purgar” Ordóñez, entonces, lo que consigue es que a las mujeres, por ejemplo, se les den facilidades en los procesos de restitución de tierras, allí donde, por el machismo que tanto le incomoda al exprocurador que se mencione, no tenían títulos a su nombre. Y como esa son múltiples las disposiciones que el acuerdo tiene para empezar a enmendar la desigualdad sistemática que existe.
Para tranquilidad de las personas creyentes, en el acuerdo nunca se habla de la conformación de la familia, ni de la adopción, ni de la interrupción voluntaria del embarazo. Nunca. Esos temas, que son los que agitan la indignación de quienes denuncian la tal ideología de género, no tenían por qué mencionarse en La Habana, y así sucedió.
Las mujeres sufrieron de manera más perversa el conflicto y sus cuerpos se convirtieron en campos de batalla. Las personas LGBT vieron cómo su identidad de género o su orientación sexual era motivo de persecución y humillación. El enfoque de género reconoce eso. Hablar de otros intereses conspirativos es irresponsable. Y eliminarlo del acuerdo por buscar apoyos, también.
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