El peligro del ultrapopulismo en Brasil
El Espectador
El inesperado triunfo que obtuvo Jair Bolsonaro en la primera vuelta de Brasil es un campanazo de alerta sobre la posible llegada del populismo ultraconservador a la región. Los mercados saludaron el alto número de votos de Bolsonaro con satisfacción. Mientras el exmilitar deberá matizar su discurso para captar apoyos del centro, lo mismo deberá hacer el izquierdista Fernando Haddad en estas tres decisivas semanas si espera derrotar a su oponente.
El resultado final de la segunda vuelta, el 28 de este mes, será vital no solo para Brasil, sino para el resto de la región. El peso específico del país más grande de Latinoamérica es más que evidente en lo político, lo económico y lo social. De ahí la sorpresa por el altísimo porcentaje alcanzado por Bolsonaro. Estuvo a punto de lograr el triunfo con el 46,3 % de los votos, frente a un lánguido 28,8 % de Haddad. La explicación, el apoyo de los evangélicos que se volcaron a las urnas para sumarse al de millones de brasileños descontentos con la política tradicional, la corrupción y la falta de solución a los más graves problemas que afronta el país. El discurso ultra caló en el electorado y lo coloca a un paso del palacio de Planalto.
Jair Bolsonaro, excapitán del Ejército, siente nostalgia por la época de la dictadura. Cree que el gran error fue el de “torturar y no matar”. No oculta su talante autoritario. El machismo y la homofobia han sido constantes en su discurso. Dijo que, si ve dos hombres besándose, los golpea. Dirigiéndose a una mujer, manifestó que es tan fea que no merece ser violada. A pesar de estos repudiables comentarios, su discurso populista en contra de la corrupción y de los partidos tradicionales logró cautivar a un muy alto número de votantes. Aquí están los resultados.
En medio de esta polarización es que los dos candidatos deben jugarse el todo por el todo. Para la primera vuelta la manipulación de las redes sociales, con noticas falsas y tendenciosas, dio resultado, en especial el uso del WhatsApp. Otra vez la democracia depende más de las falsas informaciones, que se difunden sin filtro por estos canales, que de las propuestas programáticas de los candidatos.
El fenómeno del populismo de derecha ha reemplazado el de izquierda, que campeó en la región con el llamado Socialismo del Siglo XXI. Impulsado desde Venezuela, fue un total fracaso y terminó incubando la actual dictadura del país vecino. Algo similar sucede con Nicaragua. De ahí que ahora el péndulo vuelve al centro o a la derecha en un buen número de los países del continente, y el temor a repetir el desastre venezolano sea utilizado como argumento para agitar los odios y la polarización. Hace poco un candidato parecido estuvo a punto de ganar las elecciones en Costa Rica. En Europa, países como Austria, Polonia y Hungría cuentan con gobiernos de derecha radical y hay otros más donde dicha tendencia se ubica como seria opción de poder. Nunca hay que olvidar que el fascismo y el nazismo llegaron al poder vía elecciones y frente al pesimismo reinante.
Los analistas se preguntan si Bolsonaro podrá maniobrar hacia el centro en busca de los votos que le aseguren la Presidencia. Sin embargo, Fernando Haddad tiene un panorama más complejo. Deberá no solo aglutinar a su alrededor a los demás partidos, sino ubicarse en el centro para motivar a un electorado escéptico. A pesar de ser el ungido de Lula, quien era el favorito en las encuestas, no es claro que pueda despertar el fervor de su mentor político, quien continúa preso. Este es el complejo panorama para las próximas semanas, mientras las urnas definen el ganador de un país que es un continente en sí mismo.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.
El inesperado triunfo que obtuvo Jair Bolsonaro en la primera vuelta de Brasil es un campanazo de alerta sobre la posible llegada del populismo ultraconservador a la región. Los mercados saludaron el alto número de votos de Bolsonaro con satisfacción. Mientras el exmilitar deberá matizar su discurso para captar apoyos del centro, lo mismo deberá hacer el izquierdista Fernando Haddad en estas tres decisivas semanas si espera derrotar a su oponente.
El resultado final de la segunda vuelta, el 28 de este mes, será vital no solo para Brasil, sino para el resto de la región. El peso específico del país más grande de Latinoamérica es más que evidente en lo político, lo económico y lo social. De ahí la sorpresa por el altísimo porcentaje alcanzado por Bolsonaro. Estuvo a punto de lograr el triunfo con el 46,3 % de los votos, frente a un lánguido 28,8 % de Haddad. La explicación, el apoyo de los evangélicos que se volcaron a las urnas para sumarse al de millones de brasileños descontentos con la política tradicional, la corrupción y la falta de solución a los más graves problemas que afronta el país. El discurso ultra caló en el electorado y lo coloca a un paso del palacio de Planalto.
Jair Bolsonaro, excapitán del Ejército, siente nostalgia por la época de la dictadura. Cree que el gran error fue el de “torturar y no matar”. No oculta su talante autoritario. El machismo y la homofobia han sido constantes en su discurso. Dijo que, si ve dos hombres besándose, los golpea. Dirigiéndose a una mujer, manifestó que es tan fea que no merece ser violada. A pesar de estos repudiables comentarios, su discurso populista en contra de la corrupción y de los partidos tradicionales logró cautivar a un muy alto número de votantes. Aquí están los resultados.
En medio de esta polarización es que los dos candidatos deben jugarse el todo por el todo. Para la primera vuelta la manipulación de las redes sociales, con noticas falsas y tendenciosas, dio resultado, en especial el uso del WhatsApp. Otra vez la democracia depende más de las falsas informaciones, que se difunden sin filtro por estos canales, que de las propuestas programáticas de los candidatos.
El fenómeno del populismo de derecha ha reemplazado el de izquierda, que campeó en la región con el llamado Socialismo del Siglo XXI. Impulsado desde Venezuela, fue un total fracaso y terminó incubando la actual dictadura del país vecino. Algo similar sucede con Nicaragua. De ahí que ahora el péndulo vuelve al centro o a la derecha en un buen número de los países del continente, y el temor a repetir el desastre venezolano sea utilizado como argumento para agitar los odios y la polarización. Hace poco un candidato parecido estuvo a punto de ganar las elecciones en Costa Rica. En Europa, países como Austria, Polonia y Hungría cuentan con gobiernos de derecha radical y hay otros más donde dicha tendencia se ubica como seria opción de poder. Nunca hay que olvidar que el fascismo y el nazismo llegaron al poder vía elecciones y frente al pesimismo reinante.
Los analistas se preguntan si Bolsonaro podrá maniobrar hacia el centro en busca de los votos que le aseguren la Presidencia. Sin embargo, Fernando Haddad tiene un panorama más complejo. Deberá no solo aglutinar a su alrededor a los demás partidos, sino ubicarse en el centro para motivar a un electorado escéptico. A pesar de ser el ungido de Lula, quien era el favorito en las encuestas, no es claro que pueda despertar el fervor de su mentor político, quien continúa preso. Este es el complejo panorama para las próximas semanas, mientras las urnas definen el ganador de un país que es un continente en sí mismo.
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