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El esperado retiro de la candidatura a la reelección del presidente Joe Biden en Estados Unidos abre la puerta a la reconfiguración del escenario político con miras a las elecciones de noviembre. La posibilidad de que su reemplazo sea la vicepresidenta Kamala Harris, respaldada por Biden y con el apoyo de importantes figuras como el ex presidente Bill Clinton, parece ser la mejor opción para enfrentar a un fortalecido Donald Trump. En poco menos de un mes la Convención del partido Demócrata escogerá oficialmente su candidato y comenzará la etapa final de esta carrera por la presidencia.
El actual ocupante de la Casa Blanca ha llevado a cabo una buena presidencia en términos generales: se redujo la inflación, disminuyó el desempleo hasta cifras significativas, recuperó la decencia para la imagen presidencial de su país, brindó un apoyo decidido a Ucrania frente a la agresión rusa y fortaleció los vínculos con Europa y la OTAN. Ha fallado en su apoyo al gobierno de Benjamin Netanyahu frente a la masacre en Gaza e intentado una tregua que no se ha logrado concretar. A pesar de este balance, su condición física y los problemas con su memoria se convirtieron en el punto más débil de su aspiración a la reelección. Tras un debate con su adversario, en el que salió apabullado, el reciente atentado a Trump y otros hechos adicionales, su candidatura era ya insostenible. La única opción viable era declinar su candidatura y, aunque un poco tarde, lo hizo.
La vicepresidenta Kamala Harris comienza su opción presidencial con pie derecho. Ha recibido el apoyo de los gobernadores de California (Gavin Newsom), Illinois (J. B. Pritzker), Kentucky (Andy Beshear), Míchigan (Gretchen Whitmer) y el presidente de la Asociación de Gobernadores Demócratas, Tim Walz, de Minnesota. Algunos de ellos, posibles contendores de Harris, le despejan el camino para ser escogida en la Convención de agosto y, de paso, sus nombres serán considerados como posibles candidatos para la Vicepresidencia. Este no es un hecho menor. Los demócratas deben demostrar que, a pesar de la poco usual figura política de un cambio de candidato virtualmente escogido, se mantienen la unidad y la cohesión partidista. Adicionalmente, la actual vicepresidenta logró, tan solo en la tarde del domingo y tras conocerse el retiro de Biden, cerca de US$50 millones en donaciones de militantes.
Las encuestas mostrarán cuál ha sido el impacto real del retiro de Biden, así como la opción para Kamala Harris. Con 59 años, es la primera mujer negra con origen sudasiático en llegar a la Vicepresidencia y le correspondería la tarea de llevar a su partido a la victoria con un relevo inédito dentro de una campaña que ya se encuentra en un momento avanzado. Fue una exitosa fiscal general de California, representante a la Cámara y tuvo un paso sin mayor visibilidad por la Vicepresidencia. En el mayor reto que le fue encomendado, el manejo del complejo tema de la inmigración irregular, no hay mucho que mostrar. Los migrantes son un tema central de la campaña republicana y la actual administración no tiene mayores logros. Este va a ser un talón de Aquiles para su aspiración.
Como hechos positivos, y ante la apretada mayoría demócrata en el Senado, Harris ha tenido que desempatar 32 votaciones en una sola legislatura. De otro lado, luego de que la Corte Suprema más conservadora de los últimos tiempos decidiera revertir la doctrina Roe vs. Wade, que garantizaba la protección del acceso al aborto, ella se ha constituido en la figura más representativa a favor de la salud sexual y reproductiva de las mujeres en Estados Unidos.
De convertirse en la candidata oficial demócrata, Kamala Harris tendría la oportunidad de brillar con luz propia y evitar que una amenaza para la democracia, como lo es Donald Trump, pueda llegar a la Presidencia del país más importante del mundo.
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