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                                                                                                                                El síndrome de Adán

                                                                                                                                SE SUPONE QUE ADÁN, EL PRIMER hombre, fue el encargado de ponerles nombres a las cosas: vio un fruto verde o rojo y lo llamó manzana, vio un animal rastrero y lo llamó serpiente, contempló absorto a la hembra que salió de su costilla y la llamó Eva, oyó la voz del ser omnipotente y le dio un nombre secreto, que en hebreo no se debe pronunciar jamás, pues su solo sonido tendría la misma potencia de Dios.

                                                                                                                                El Espectador

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                A la capital de Colombia le ha pasado lo mismo, al vaivén de políticos más inclinados a la tradición indigenista (Bacatá) o, por el contrario, a la tradición católica: Santa Fe. Por unos años, según la última Constitución, fue Santa Fe de Bogotá, pero volvió a su nombre tradicional, Bogotá, según un acto legislativo de 2000. El caso es que la fiebre bautismal de los políticos no se limita a los nombres de las ciudades o de los países: incluye plazas, calles, teatros, estadios, aeropuertos, puentes, colegios e incluso pistas y piscinas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Últimamente el síndrome de Adán afecta particularmente a los mandatarios locales de la Costa Atlántica. A la alcaldesa de Cartagena le ha dado por cambiar los nombres de varios sitios de la más histórica de nuestras ciudades. Al parecer siente antipatía por el viejo conquistador español don Pedro de Heredia, pues al estadio de fútbol le quitó su nombre de siempre y le puso el de un futbolista del montón: Jaime Morón. Y en cuanto al teatro Heredia, le hizo perder un hito a la ciudad queriéndolo bautizar como Adolfo Mejía. Un cambio innecesario, por muchos méritos que tenga el músico costeño.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                A la capital de Colombia le ha pasado lo mismo, al vaivén de políticos más inclinados a la tradición indigenista (Bacatá) o, por el contrario, a la tradición católica: Santa Fe. Por unos años, según la última Constitución, fue Santa Fe de Bogotá, pero volvió a su nombre tradicional, Bogotá, según un acto legislativo de 2000. El caso es que la fiebre bautismal de los políticos no se limita a los nombres de las ciudades o de los países: incluye plazas, calles, teatros, estadios, aeropuertos, puentes, colegios e incluso pistas y piscinas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Últimamente el síndrome de Adán afecta particularmente a los mandatarios locales de la Costa Atlántica. A la alcaldesa de Cartagena le ha dado por cambiar los nombres de varios sitios de la más histórica de nuestras ciudades. Al parecer siente antipatía por el viejo conquistador español don Pedro de Heredia, pues al estadio de fútbol le quitó su nombre de siempre y le puso el de un futbolista del montón: Jaime Morón. Y en cuanto al teatro Heredia, le hizo perder un hito a la ciudad queriéndolo bautizar como Adolfo Mejía. Un cambio innecesario, por muchos méritos que tenga el músico costeño.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Por El Espectador

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