En Davos hizo falta la urgencia
El Espectador
Mientras el planeta está lleno de protestas que piden a gritos hacer algo para frenar la emergencia climática y enfrentar la desigualdad económica, los líderes de las principales empresas del mundo, que se reunieron en el Foro Económico Mundial, no parecen estar al tanto de la urgencia del problema.
La reunión del Foro, que se celebra anualmente en Davos, es un espacio ideal para que la élite económica se encuentre con mandatarios de los países, así como con miembros de la sociedad civil. El objetivo es “mejorar el estado del mundo”. Sin embargo, el último evento dejó en evidencia que hay una desconexión profunda entre los líderes globales y los problemas que preocupan al resto de la humanidad.
En el Foro se celebró de manera abierta que el Producto Interno Bruto (PIB) global viene en aumento y así seguirá. También se vio con buenos ojos el aparente final de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como el avance en las negociaciones del brexit. Pero el énfasis debió estar en otra parte.
En su libro más reciente, Capitalismo progresista: la respuesta a la era del malestar, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se lamenta por la falta de urgencia que se ve en las élites políticas y económicas. Dentro de los errores, dice Stiglitz, está la obsesión con el PIB y la insistencia en aplicar políticas que no permiten atajar la desigualdad. Ahí de dice: “Debemos salvar al capitalismo de sí mismo”.
El mundo necesita respuestas con urgencia, y estas no están llegando. En río revuelto, los populistas y autoritarios siguen obteniendo poder, mientras que en Davos hay un parte de tranquilidad que es difícil de compartir.
Greta Thunberg, hablando en el Foro, dijo: “Nuestra casa todavía se está incendiando. Su falta de acción está alimentando las llamas cada hora”. Tal vez la imagen más elocuente de la desconexión que venimos discutiendo la dio Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, quien le dijo a la activista sueca: “Después de que vaya y estudie economía en la universidad, puede regresar y explicárnoslo”.
Una burla y más arrogancia. La emergencia climática exige cambios drásticos en la manera en que tenemos organizadas nuestras economías y Estados, pero en Davos contestaron con mensajes vacíos y la promesa de sembrar una enorme cantidad de árboles. Nuestra casa se está incendiando y no estamos haciendo lo suficiente.
El liderazgo tiene que venir del sector privado, de los empresarios, quienes han mostrado una creatividad envidiable para construir sus compañías. Ahora deben hacer lo mismo para llevarnos a la transformación necesaria para sobrevivir. Los efectos de la emergencia climática ya están aquí y seguirán empeorándose. Además, las alteraciones en la temperatura causarán más desigualdad, desplazamientos y tensiones sociales. Esa es la realidad científica. Ante eso, faltan respuestas a la pregunta: ¿cómo mejorar el estado del mundo?
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En el Foro se celebró de manera abierta que el Producto Interno Bruto (PIB) global viene en aumento y así seguirá. También se vio con buenos ojos el aparente final de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como el avance en las negociaciones del brexit. Pero el énfasis debió estar en otra parte.
En su libro más reciente, Capitalismo progresista: la respuesta a la era del malestar, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz se lamenta por la falta de urgencia que se ve en las élites políticas y económicas. Dentro de los errores, dice Stiglitz, está la obsesión con el PIB y la insistencia en aplicar políticas que no permiten atajar la desigualdad. Ahí de dice: “Debemos salvar al capitalismo de sí mismo”.
El mundo necesita respuestas con urgencia, y estas no están llegando. En río revuelto, los populistas y autoritarios siguen obteniendo poder, mientras que en Davos hay un parte de tranquilidad que es difícil de compartir.
Greta Thunberg, hablando en el Foro, dijo: “Nuestra casa todavía se está incendiando. Su falta de acción está alimentando las llamas cada hora”. Tal vez la imagen más elocuente de la desconexión que venimos discutiendo la dio Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, quien le dijo a la activista sueca: “Después de que vaya y estudie economía en la universidad, puede regresar y explicárnoslo”.
Una burla y más arrogancia. La emergencia climática exige cambios drásticos en la manera en que tenemos organizadas nuestras economías y Estados, pero en Davos contestaron con mensajes vacíos y la promesa de sembrar una enorme cantidad de árboles. Nuestra casa se está incendiando y no estamos haciendo lo suficiente.
El liderazgo tiene que venir del sector privado, de los empresarios, quienes han mostrado una creatividad envidiable para construir sus compañías. Ahora deben hacer lo mismo para llevarnos a la transformación necesaria para sobrevivir. Los efectos de la emergencia climática ya están aquí y seguirán empeorándose. Además, las alteraciones en la temperatura causarán más desigualdad, desplazamientos y tensiones sociales. Esa es la realidad científica. Ante eso, faltan respuestas a la pregunta: ¿cómo mejorar el estado del mundo?
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