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Enfrentado al mayor escándalo de corrupción hasta ahora, que toca directamente a la familia del presidente Gustavo Petro, el Gobierno y sus líderes políticos decidieron ir al ataque. Una tendencia en Twitter, replicada incluso por miembros del gabinete, lanzó un amenazante “#TocanAPetroNosTocanATodos”. Gustavo Bolívar, que se ha convertido en uno de los principales líderes del petrismo, escribió: “Se meten con Petro y se meten con un pueblo”. La intención es clara: convertir el escándalo sobre actuaciones poco claras de la familia del presidente en un imaginario golpe de Estado motivado desde la derecha, todo un performance político para cambiar de tema sobre lo que está ocurriendo. Una profunda irresponsabilidad.
Que el “tocan a Petro nos tocan a todos” se parezca tanto al “lo que es con Uribe es conmigo” de hace un tiempo no les dio pausa a los líderes de la izquierda ahora en el poder. Tampoco les generó reflexión que salir a hablar en esos términos, luego de que el mismo presidente de la República había pedido a la Fiscalía investigar corrupción dentro de su familia, sonaba más a presión indebida que a un acto de solidaridad. Especialmente porque lo que está ocurriendo es muy grave y da la sensación de que apenas estamos conociendo la punta de un iceberg.
Hizo bien el presidente Petro en expedir su comunicado pidiendo la investigación; sin embargo, hay dudas en el aire sobre su propio comportamiento. Si desde el 1° de febrero, por lo menos, sabía de lo que ocurría con su hijo, ¿por qué no hizo la denuncia antes? E incluso yendo más atrás, ¿cómo explicar que el presidente no supiera de las compras lujosas de su hijo? ¿Nunca le preocupó averiguar de dónde venía el dinero? ¿O en serio nunca se enteró? ¿Ni siquiera cuando pasaron tanto tiempo juntos durante la campaña? Lo propio puede preguntarse en lo que respecta a su hermano, Juan Fernando Petro. Cuando Noticias Caracol publicó la información sobre ofertas de rebaja de penas en La Picota, durante la campaña, la reacción fue hablar de “enemigos mediáticos”. La estigmatización a los periodistas como método de defensa ha sido típica del presidente y de sus adláteres.
Tampoco han dado suficientes explicaciones los ministros mencionados en los chats, especialmente el del Interior, Alfonso Prada. Este lunes dijo: “Jamás me ha entregado una hoja de vida para que le nombre una persona. Jamás hemos hablado de cupos de nada”. No obstante, en los chats, que eran privados y por ende se sienten como un espacio donde Nicolás Petro no estaría mintiendo, el hijo del presidente es claro. Dice que el ministro Prada le habría dado 10 cupos y pide hojas de vida para llenar cuotas burocráticas. ¿Para qué las estaba pidiendo con tanta celeridad? Ahora todos los ministros del Gobierno han cortado relaciones con Nicolás Petro, pero en los chats se da a entender que su trabajo de lobby era bastante eficaz. Preguntas que no se responden apenas culpando de todo al hijo del presidente. Mucho menos insinuando, como en el numeral de marras, que si la investigación llega hasta el presidente o su círculo de poder habría una defensa más allá de la legal.
No hay certezas, por supuesto, y todo está siendo objeto de investigación. Pero lo que se ha conocido es lo suficientemente grave como para que el Gobierno entienda la crisis a la que se enfrenta y su responsabilidad con el país.
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