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Lo dijimos hace un par de meses y ahora es necesario repetirlo: Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ha hecho todo lo posible por manipular el resultado de las elecciones y desconocer al presidente electo, Joe Biden. Sus ataques a la democracia y su golpe de Estado fallido están sembrando divisiones profundas y peligrosas en los Estados Unidos, pero además con influencia global.
Ya van once congresistas del Partido Republicano que se comprometieron a no reconocer la elección de Joe Biden, algo que el Congreso debe hacer para certificar el resultado enviado por el Colegio Electoral. No son suficientes para conseguir echar por la borda la victoria del candidato demócrata, pero sí están enviando un mensaje muy dañino. Repiten hasta el cansancio que hubo fraude, que hay una conspiración, que se robaron las elecciones y que las registradurías de cada estado fueron compradas. A la fecha, no han aportado alguna prueba aceptable. Trump fue derrotado más de 50 veces en las cortes, pero la realidad no les importa.
¿Cómo dialogamos con quienes viven en un mundo paralelo y se niegan a ver los hechos? Un parlamentario incluso se tomó fotos con un tapabocas que dice: “Trump ganó”. No, no ganó. ¿Por qué no lo aceptan?
La degradación política está carcomiendo por dentro a las instituciones de los Estados Unidos. Con su influencia global, eso no da mucha esperanza para quienes defendemos los principios de la democracia liberal. Joe Biden tiene mucho trabajo por hacer y si los demócratas no ganan la elección legislativa especial de Georgia, es probable que se pase su presidencia en medio del estancamiento.
Todo ese panorama ya existía antes de los audios revelados este domingo. The Washington Post publicó una conversación entre Donald Trump y Brad Raffensperger, secretario de Estado de Georgia, donde el mandatario tuvo una derrota sorpresiva. En la grabación se escucha a Trump decir: “Solo quiero encontrar 11.780 votos”, y le insiste en que no tiene “nada de malo en decir que has recalculado [los votos]”.
Lo que está mal es que esos 11.780 votos no existen. Es lo que le dice Raffensperger: “El problema que tiene, señor presidente, es que los datos que usted tiene son incorrectos”. Trump respondió con amenazas legales. Es importante agregar que el secretario de Estado hace parte del Partido Republicano.
Claro, Trump no dice exactamente: “Quiero que cometas un crimen”. ¿Alguien sería tan explícito? Pero la insistente presión del presidente y su desdén por la democracia son suficientes para que cualquiera conecte los puntos.
No hay otra manera de llamarlo: quieren dar un golpe de Estado. Están fracasando, hasta ahora y por fortuna, gracias a instituciones robustas y a la ineptitud del equipo de Trump; pero millones de personas han comprado la idea del fraude electoral y ahora hay congresistas negando abiertamente la realidad. De allí es muy difícil rescatar la democracia.
El 20 de enero se posesionará Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, pero los ataques a la legitimidad de su elección continuarán.
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