En un solo año, 2021, Google pagó US$26.000 millones a los fabricantes de celulares inteligentes para garantizar que su servicio de búsqueda en internet fuese el preestablecido. Solo para Apple, según información de The New York Times, fueron US$18.000 millones, lo que garantiza que todos los iPhone del mundo utilicen Google a la hora de buscar en la web. Insistimos: en un solo año. Para darle proporción, esos US$26.000 millones son equivalentes al Producto Interno Bruto completo de Sudán y es superior al de países como Mozambique, Nicaragua o Jamaica. Ese pago fue la evidencia esencial para una sentencia judicial histórica que llegó a una conclusión que, nos parece, es irrebatible: Google es un monopolio.
Es la primera vez en más de dos décadas que un juzgado de Estados Unidos falla en contra de una de las empresas de tecnología de ese país. El juez del Distrito Amit Mehta concluyó que “Google es un monopolista y ha actuado para mantener su monopolio”. Es decir, que sus estrategias para asegurar su dominancia, que lo tienen manejando el 90 % de todas las búsquedas en internet, son ilegales. Merrick Garland, fiscal general de Estados Unidos, dijo que se trata de una “victoria histórica para los estadounidenses” que demuestra cómo “ninguna empresa, sin importar qué tan grande o influyente sea, está por encima de la ley”. Con demandas contra Amazon, Apple y Meta en curso, y otras tantas contra Google, este puede ser el inicio de una nueva era de regulación. Lo que siga ocurriendo influenciará en Colombia y el resto del mundo, dado el alcance de las empresas tecnológicas.
Para entender la decisión es necesario comprender cómo ha operado Google. Al conversar con el medio tecnológico The Verge, Jonathan Kanter, abogado de competencia en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, lo puso en términos sencillos. “El corazón de este caso es que Google impuso condiciones (restricciones) para acceder a la distribución”. Es decir, que, al realizar pagos inalcanzables para su competencia, se aseguró de dominar el mercado de la búsqueda en móviles, el de mayor impacto en la actualidad. El gerente general de Microsoft, Satya Nadella, dio su testimonio en el caso argumentando que con esto Google construyó un oligopolio. El juez estuvo de acuerdo.
La operación funciona así: la búsqueda en Google se volvió tan popular, que se convirtió en la principal fuente de publicidad en internet. Solo en 2023 la empresa generó ingresos por más de US$237.000 millones. El Departamento de Justicia argumentó que, como no hay competencia, eso ha permitido que Google defina precios elevados en sus anuncios. Los usuarios tienen entonces dos opciones: pagar lo que quiera la empresa o condenar sus productos y proyectos a la irrelevancia. Así se entiende el pago a los fabricantes de teléfonos para garantizar la presencia de la búsqueda de Google. Una nueva empresa, o incluso empresas consolidadas como Microsoft, no tienen manera de ponerse al día.
Ahora que las empresas tecnológicas están invirtiendo en conseguir el liderazgo en inteligencia artificial, un esfuerzo regulatorio renovado puede ser la clave para evitar abusos. Mejor competencia y más protección a los usuarios siempre serán buenas noticias, especialmente con el poder cada vez más grande de los gigantes de internet.
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Es la primera vez en más de dos décadas que un juzgado de Estados Unidos falla en contra de una de las empresas de tecnología de ese país. El juez del Distrito Amit Mehta concluyó que “Google es un monopolista y ha actuado para mantener su monopolio”. Es decir, que sus estrategias para asegurar su dominancia, que lo tienen manejando el 90 % de todas las búsquedas en internet, son ilegales. Merrick Garland, fiscal general de Estados Unidos, dijo que se trata de una “victoria histórica para los estadounidenses” que demuestra cómo “ninguna empresa, sin importar qué tan grande o influyente sea, está por encima de la ley”. Con demandas contra Amazon, Apple y Meta en curso, y otras tantas contra Google, este puede ser el inicio de una nueva era de regulación. Lo que siga ocurriendo influenciará en Colombia y el resto del mundo, dado el alcance de las empresas tecnológicas.
Para entender la decisión es necesario comprender cómo ha operado Google. Al conversar con el medio tecnológico The Verge, Jonathan Kanter, abogado de competencia en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, lo puso en términos sencillos. “El corazón de este caso es que Google impuso condiciones (restricciones) para acceder a la distribución”. Es decir, que, al realizar pagos inalcanzables para su competencia, se aseguró de dominar el mercado de la búsqueda en móviles, el de mayor impacto en la actualidad. El gerente general de Microsoft, Satya Nadella, dio su testimonio en el caso argumentando que con esto Google construyó un oligopolio. El juez estuvo de acuerdo.
La operación funciona así: la búsqueda en Google se volvió tan popular, que se convirtió en la principal fuente de publicidad en internet. Solo en 2023 la empresa generó ingresos por más de US$237.000 millones. El Departamento de Justicia argumentó que, como no hay competencia, eso ha permitido que Google defina precios elevados en sus anuncios. Los usuarios tienen entonces dos opciones: pagar lo que quiera la empresa o condenar sus productos y proyectos a la irrelevancia. Así se entiende el pago a los fabricantes de teléfonos para garantizar la presencia de la búsqueda de Google. Una nueva empresa, o incluso empresas consolidadas como Microsoft, no tienen manera de ponerse al día.
Ahora que las empresas tecnológicas están invirtiendo en conseguir el liderazgo en inteligencia artificial, un esfuerzo regulatorio renovado puede ser la clave para evitar abusos. Mejor competencia y más protección a los usuarios siempre serán buenas noticias, especialmente con el poder cada vez más grande de los gigantes de internet.
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