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Se hace necesario un homenaje: Colombia quedó de subcampeona mundial de fútbol femenino sub-17 y jugó como vencedora. La selección de las jóvenes dio una cátedra de perseverancia, disciplina, madurez y talento. A pesar de haber recibido un gol cuando mejor jugaban y hacia el final del partido, las deportistas de la selección no se rindieron ante una España que defendía el título y tiene el apoyo de toda una infraestructura deportiva con la que no se ha contado hasta ahora en Colombia. Se jugó al mismo nivel, en ocasiones se sintió que Colombia merecía ser campeona y el país entero vio que se puede vibrar con el fútbol femenino. ¿Y ahora qué sigue? Lo que dijimos hace apenas unos días, celebrando el paso a la final: construir el futuro, que luce brillante.
Hasta el minuto 82 el partido parecía favorecer a Colombia. Aunque estaba muy igualado, los últimos momentos habían sido de un ataque insistente por parte de las colombianas. Sin embargo, así es el fútbol, en un contraataque las españolas marcaron el gol que las coronaría. Nos quedamos, eso sí, con la reacción después del gol: las colombianas no se vieron derrotadas, insistieron, corrieron a pesar de que las piernas estaban exhaustas. Un ejemplo para el país entero. También un símbolo de la lucha del deporte femenino por la profesionalización. Linda Caicedo, quien se llevó el balón de plata por ser la segunda mejor jugadora del campeonato, dijo en Caracol: “No se nos dio el título y les pedimos perdón por ello. Pero sepan que no nos ahorramos nada: corrimos hasta lo último”. ¡Nada que perdonar! Antes, lo que tenemos es que agradecer. Y eso pasa por hablar de política deportiva.
También Caicedo fue clara en el contraste: “España, con una gran estructura, una preparación totalmente diferente, jugadoras del Barcelona y el Real. Nosotras vinimos con lo que nos podemos defender en Colombia y creo que cuando se juega con el corazón se llega a estas grandes instancias”. Si el país quiere agradecer, tiene que hacer todo lo posible por cambiar esas condiciones. Tanto la Federación Colombiana de Fútbol como la Dimayor y el Ministerio del Deporte tienen que insistir en construir alianzas con el sector privado para sacar adelante todo el talento que hay en el país. Después de un año con presentaciones estelares en la Copa América y en dos mundiales (sub-20 y sub-17), los argumentos están más que dados para apoyar la profesionalización.
Nos quedamos, eso sí, con la celebración. Porque Colombia hizo historia: es subcampeona de una Copa del Mundo. Nunca habíamos llegado a una final. Y cuando lo hicimos, jugamos al mismo nivel que las mejores jugadoras del mundo. El fútbol como proyecto de vida y también como espacio para la creación de identidad nacional mostró su mejor rostro.
La importancia de lo ocurrido no se puede desestimar. Las niñas y adolescentes que se pueden ver representadas en las jugadoras tienen ahora un modelo a seguir. Caicedo, nuestra capitana, les envió un mensaje que debe llegar a todos los rincones del país: “Que sigan creyendo, que se entrenen, que se dediquen, pero antes de todo que lo disfruten. Este es un lindo deporte y sé que vienen cosas buenas para eso”.
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