La promesa de una Bogotá cuidadora se está convirtiendo en xenofobia. La alcaldesa Claudia López ha decidido utilizar el mismo recurso de los populistas en todo el mundo cuando se ven enfrentados a cifras incontrolables de inseguridad: culpar al migrante, generalizar, hacer declaraciones manipuladoras de la realidad y fomentar la violencia contra los venezolanos que viven en nuestro país. Se trata de un discurso discriminatorio que funciona, pues hoy muchos colombianos han permitido que el desprecio por los foráneos sea una posición mayoritaria, pero no deja de ser un acto cruel y que contradice todas las promesas de inclusión que hace el Distrito.
No hay otra forma de decirlo: la alcaldesa Claudia López está fomentando la xenofobia. Ella dirá que no, por supuesto. Incluso, en sus más recientes comentarios, comenzó diciendo que no iba a decir lo que en efecto terminó diciendo: “No quiero que se entienda como xenofobia”, empezó, “pero los hechos son tozudos y demuestran que hay una minoría de migrantes venezolanos que son un factor de violencia en la ciudad. Los bogotanos necesitamos garantías para vivir en paz. Respetamos las políticas del Gobierno Nacional, a los migrantes venezolanos les ofrece garantías, pero a los colombianos qué nos dan”. Después también empezó a hablar de competencia desleal y otros asuntos que son frases repetidas por quienes abogan por la discriminación a los venezolanos.
La alcaldesa sabe lo que está haciendo. Está jugando a dos bandas. Por un lado, quiere que su reputación como persona incluyente y representante de todos los ciudadanos no se vea manchada. Pero ya es tarde para eso, pues al adoptar el lenguaje de la xenofobia ha dejado ver su cara populista y ha permitido que el segundo cargo más importante del país se convierta en un megáfono para los discursos que terminan en violencia contra los migrantes. Por otro lado, y esto sí lo logra, está diciéndoles a los colombianos infelices con la migración que ella los representa, los entiende y los defiende.
Nótese que, ausente en esas declaraciones, está la responsabilidad de la Alcaldía en mantener la seguridad de Bogotá. La labor de la Secretaría de Seguridad ha sido decepcionante, causando mucho malestar en los ciudadanos, y la manera como la alcaldesa responde es con un chivo expiatorio en los venezolanos y de paso mete en el mismo costal al Gobierno Nacional. Sale muy mal parada López al ubicarse en contraste a la defensa de la dignidad de los migrantes que ha realizado el presidente Iván Duque.
El problema es que estos comentarios no son inocentes ni inofensivos. López dice que no quiere fomentar la xenofobia, pero al concentrarse en la nacionalidad de los criminales hace precisamente eso. En el imaginario de las personas queda la idea de que todo lo que está mal con Bogotá es culpa de la migración. Por unos pocos, más de un millón de migrantes venezolanos en la ciudad sufren el estigma y la violencia. Además, estamos hablando de una población vulnerable que está siendo víctima de la explotación laboral, sexual en el caso de las migrantes y sin acceso efectivo al sistema de salud.
¿Saldrá la alcaldesa a pedir garantías cada vez que un colombiano cometa un crimen? ¿Esos también son culpa del Estatuto Temporal de Protección de Migrantes? ¿Por qué no habla de la nacionalidad de los criminales cuando no son venezolanos? Son preguntas retóricas, claro. La alcaldesa López ya les mostró a los colombianos que la discriminación no está fuera de las opciones cuando da réditos políticos.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.
La promesa de una Bogotá cuidadora se está convirtiendo en xenofobia. La alcaldesa Claudia López ha decidido utilizar el mismo recurso de los populistas en todo el mundo cuando se ven enfrentados a cifras incontrolables de inseguridad: culpar al migrante, generalizar, hacer declaraciones manipuladoras de la realidad y fomentar la violencia contra los venezolanos que viven en nuestro país. Se trata de un discurso discriminatorio que funciona, pues hoy muchos colombianos han permitido que el desprecio por los foráneos sea una posición mayoritaria, pero no deja de ser un acto cruel y que contradice todas las promesas de inclusión que hace el Distrito.
No hay otra forma de decirlo: la alcaldesa Claudia López está fomentando la xenofobia. Ella dirá que no, por supuesto. Incluso, en sus más recientes comentarios, comenzó diciendo que no iba a decir lo que en efecto terminó diciendo: “No quiero que se entienda como xenofobia”, empezó, “pero los hechos son tozudos y demuestran que hay una minoría de migrantes venezolanos que son un factor de violencia en la ciudad. Los bogotanos necesitamos garantías para vivir en paz. Respetamos las políticas del Gobierno Nacional, a los migrantes venezolanos les ofrece garantías, pero a los colombianos qué nos dan”. Después también empezó a hablar de competencia desleal y otros asuntos que son frases repetidas por quienes abogan por la discriminación a los venezolanos.
La alcaldesa sabe lo que está haciendo. Está jugando a dos bandas. Por un lado, quiere que su reputación como persona incluyente y representante de todos los ciudadanos no se vea manchada. Pero ya es tarde para eso, pues al adoptar el lenguaje de la xenofobia ha dejado ver su cara populista y ha permitido que el segundo cargo más importante del país se convierta en un megáfono para los discursos que terminan en violencia contra los migrantes. Por otro lado, y esto sí lo logra, está diciéndoles a los colombianos infelices con la migración que ella los representa, los entiende y los defiende.
Nótese que, ausente en esas declaraciones, está la responsabilidad de la Alcaldía en mantener la seguridad de Bogotá. La labor de la Secretaría de Seguridad ha sido decepcionante, causando mucho malestar en los ciudadanos, y la manera como la alcaldesa responde es con un chivo expiatorio en los venezolanos y de paso mete en el mismo costal al Gobierno Nacional. Sale muy mal parada López al ubicarse en contraste a la defensa de la dignidad de los migrantes que ha realizado el presidente Iván Duque.
El problema es que estos comentarios no son inocentes ni inofensivos. López dice que no quiere fomentar la xenofobia, pero al concentrarse en la nacionalidad de los criminales hace precisamente eso. En el imaginario de las personas queda la idea de que todo lo que está mal con Bogotá es culpa de la migración. Por unos pocos, más de un millón de migrantes venezolanos en la ciudad sufren el estigma y la violencia. Además, estamos hablando de una población vulnerable que está siendo víctima de la explotación laboral, sexual en el caso de las migrantes y sin acceso efectivo al sistema de salud.
¿Saldrá la alcaldesa a pedir garantías cada vez que un colombiano cometa un crimen? ¿Esos también son culpa del Estatuto Temporal de Protección de Migrantes? ¿Por qué no habla de la nacionalidad de los criminales cuando no son venezolanos? Son preguntas retóricas, claro. La alcaldesa López ya les mostró a los colombianos que la discriminación no está fuera de las opciones cuando da réditos políticos.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.