Con una inversión de $354.000 millones por parte del Distrito Capital, y un compromiso por parte del Gobierno colombiano de comprar lo que allí se produzca para distribuirlo por todo el país, hace una semana se anunció la buena noticia de la creación de BogotáBio. Si el proyecto se ejecuta como es esperado, para 2026 la capital del país tendrá la capacidad de producir y distribuir vacunas, un acto de soberanía en salud pública que perdimos al inicio de este siglo y que se sintió con urgencia durante la crisis de la pandemia por covid-19. Este tipo de iniciativas deberían ir acompañadas de un aumento considerable en el presupuesto del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), ante las dudas que surgieron con el proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN).
Al firmar un memorando de entendimiento entre el Distrito y el Gobierno Nacional, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, dijo que “esta fábrica quedará en Bogotá, pero es de Colombia”, y añadió un diagnóstico acertado: “La pandemia del covid-19 fue la más reciente. Pero no será la última que enfrentaremos como humanidad”. Por su parte, la ministra de Salud, Carolina Corcho, señaló que el país está recuperando la “soberanía sanitaria” y en un trino explicó que “en el año 1900 se produjo por primera vez la vacuna contra la viruela en Colombia, luego en 1917 la antirrábica y en 1934 la de fiebre amarilla. La última vez que se produjo una en el país fue en 2002. Hoy retomamos el proyecto para producirlas de nuevo”.
Por donde se le mire, es una buena noticia que deberá ser respaldada y ejecutada por la próxima persona que llegue al Palacio Liévano. Desde el Gobierno Nacional hay que seguir impulsando iniciativas similares en el resto del país (en el gobierno de Iván Duque se anunció un proyecto similar en Medellín) e impulsar la industrialización desde las capacidades científicas. Aunque el minciencias, Arturo Luna, le dijo a El Espectador que la rumoreada reducción presupuestal en el PGN todavía no es definitiva, la realidad es que este Gobierno, como los anteriores, no ha dedicado la inversión suficiente al desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país. Suscribimos, al respecto, lo dicho sobre el presupuesto planteado en comunicado por la Misión de Sabios más reciente: “Aunque entendemos que es una primera propuesta, apenas indicativa, sentimos que refleja la baja prioridad que tiene la ciencia en los planes del Gobierno actuales, y representa la renuncia a los propósitos repetidamente enunciados durante la campaña presidencial de convertir a la sociedad colombiana en un foco de generación de conocimiento y cultura”.
Para transformar el país se necesitan inversiones ambiciosas, no solo en la creación de capacidad instalada para hacer vacunas, sino para todo el proceso de innovación científica. Seguimos en deuda.
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