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Se habla mucho últimamente de la crisis del papel impreso. Crisis que, sin embargo, no es de la lectura ni de los lectores, sino de los soportes y objetos en que tradicionalmente solíamos leer. Así como muchos leen periódicos por internet (más, incluso, que los que antes nos leían en papel), también los libros empiezan a cambiar de soporte. Los dispositivos electrónicos para la lectura de libros, tipo Kindle, parecen estar llegando, al fin, a ser competitivos, en cuanto a calidad de lectura, con el papel. ¿Llegará el día en que dejemos de tener Feria del Libro para pasar a una Feria de la Lectura? Tal vez sí, porque aunque todavía no haya todos los lectores que desearíamos, sí hay más lectores que nunca. El reto para el libro, y para la literatura, es seguir seduciendo a esos lectores.
Que México sea el país invitado es garantía de calidad y seriedad. La presencia del presidente de México, Felipe Calderón, en la ceremonia de inauguración es un signo más de la importancia que le conceden a la cultura nuestros hermanos del norte. También el embajador de México en Colombia, Florencio Salazar, una persona muy sensible a estos temas, se ha comprometido para que la presencia mexicana en la Feria sea de primer orden. Baste citar algunos nombres de escritores que estarán: Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Ángeles Mastretta, Elena Poniatowska, Enrique Krauze, Adolfo Castañón, Alberto Ruy Sánchez, entre muchos otros, pues la delegación incluye más de 40 autores, 80 editoriales y millares de títulos y libros.
Quizás en ningún campo como en el literario se aprecia tan claramente la hermandad de México y Colombia, la curiosa afinidad vital entre sus creadores. Los tres escritores de ficción quizá más grandes de nuestro país, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis y Fernando Vallejo, viven en lo que fue el alto valle de los aztecas. Otra muestra de esa afinidad es uno de los libros que se presentan en esta Feria: los escritos periodísticos de Porfirio Barba Jacob, al final de su vida, recuperados de diarios mexicanos. La sola presencia de la estupenda librería del Fondo de Cultura Económica, en el Centro Cultural García Márquez en el centro de Bogotá, es un homenaje más que México y su cultura le han hecho a la cultura libresca colombiana. Y estamos seguros de que sólo en Colombia se podrá leer con pasión similar a la mexicana otra novedad de esta feria: el libro que Carlos Monsiváis le dedica a Pedro Infante, ícono de la cultura popular de nuestros dos países.
Es mucho lo que Colombia debe aprender de México en cuanto al apoyo a la literatura, al cine y a las artes. Las becas para escritores y artistas, la apertura de casas y museos, la vigencia e importancia de una gran editorial apoyada por el Estado, como es el FCE, los innumerables suplementos y revistas literarias que conservan su calidad gracias al apoyo estatal, hacen de México una potencia cultural mundial. Le damos la bienvenida a esta gran delegación, y esperamos que los lectores colombianos, así como nuestros editores y libreros sepan corresponder con su trabajo, su visita, su curiosidad, sus obras y sus deseos de leer, a esta gran fiesta de las palabras y del pensamiento.