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Este baile ya lo conocemos. Mes tras mes, la Junta Directiva del Banco de la República se reúne para analizar qué hacer con la tasa de interés en el país, en su misión de controlar la inflación. El Gobierno, representado por el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, empieza semanas antes a pedir que se acelere la reducción de la tasa para activar la economía. En esta ocasión, un nuevo sector se unió al llamado: varios gremios y analistas consideraron que tal vez era momento de acelerar la reducción con un 0,75 %. Sin embargo, en un acto de independencia y responsabilidad macroeconómica, el Banco elige la prudencia. Anunció, en esta ocasión, una reducción de 0,5 %; considerable, pero insuficiente según el Gobierno. No obstante, nos parece que la fragilidad de la economía sigue agradeciendo un enfoque cauteloso.
Es verdad que la inflación parece estar controlada y que la economía muestra buenas señales. Lo hemos comentado en este espacio: el gobierno Petro puede sacar pecho de que, a pesar de tener un contexto hostil como la reducción de los precios del petróleo y un país resentido tras la euforia pospandemia, ha logrado fomentar una tasa modesta de crecimiento. Hoy se espera que Colombia crezca del 1,6 % al 1,8 % a final de este año y un más saludable 2,6 % en 2025. Varios sectores han mostrado buenas señales y hace poco la administración Petro anunció un acuerdo de financiación con la banca privada que promete contribuir a dinamizar la economía. Todo eso lleva a pensar que el país va por buen camino.
Pero que tengamos pronósticos mejorando no significa que los riesgos se hayan superado. El desempleo aumentó ligeramente en agosto (de 9,3 % en 2023 a 9,7 % en 2024) y la inflación se mantuvo en 6,12 %. La incapacidad del Gobierno de cerrar el déficit del subsidio al diésel sumada a la pregunta abierta por su Ley de Financiamiento hacen que no sea claro el plan fiscal en el futuro próximo. Si se disparara la inflación, sería devastador para una economía que apenas está mostrando su capacidad de recuperación.
Por todo esto y porque la Reserva Federal en los Estados Unidos también ha guardado cautela, el Banco de la República optó por una reducción de 0,5 %. “La política del banco sigue siendo fuertemente contraccionista, y este es el momento oportuno para pensar en la reactivación económica”, dijo el ministro Bonilla. Empero, la Junta mostró su independencia. Hasta ahora, es cierto que el trabajo del emisor evitó que la inflación se disparara, así que su estrategia ha funcionado.
Gana más el país con un Banco de la República autónomo y con cabeza fría. La reelección de Leonardo Villar hasta el año 2029, además de ser un voto de confianza, muestra el interés por hacer valer esa independencia. En medio de tantas amenazas para la institucionalidad, es un gesto que se celebra.
Ahora, si en efecto los datos de inflación en septiembre muestran que el paro camionero no afectó de manera peligrosa los precios, el diálogo en la próxima Junta debería incluir esa consideración. Es verdad que los colombianos necesitan un alivio y nuestra economía debe reactivarse. Si los cálculos del Banco permiten una reducción de 0,75 %, puede empezar a soltar el freno.
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