La Francia de las libertades, que ha sido un ícono para el mundo, respira aliviada tras el triunfo de la izquierda y la derrota de la ultraderecha de Marine Le Pen, a la que se alcanzó a vaticinar mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. El país queda dividido en tres grandes bloques con la expectativa de que la cordura que llevó a poner un freno a Le Pen permita conformar pronto un nuevo gobierno. Las fuerzas de izquierda reunidas en el Nuevo Frente Popular (NFP) y el Partido Ensemble, del debilitado presidente Emmanuel Macron, deberían escoger pronto un primer ministro, seguramente de izquierda, e incorporar figuras de la extrema izquierda, el centro y la derecha moderada. De no ponerse de acuerdo, colocarían a los franceses ante una compleja situación en el inmediato futuro.
Las negociaciones políticas, que comenzaron el domingo en la noche al conocerse los resultados, parten de la nueva realidad de las fuerzas parlamentarias, que para obtener la mayoría deberían alcanzar 289 escaños. El NFP tendrá 182 diputados dentro de la Asamblea Nacional, frente a los 153 de la anterior legislatura. Ensemble, de Macron, fue otro perdedor. Aunque quedó en segundo lugar, disminuyó su participación de 250 a 168 diputados. Sumadas las dos fuerzas se lograría consolidar un fuerte bloque que garantice la gobernabilidad desde el Parlamento. En otros países europeos, donde el régimen parlamentario está acostumbrado a las alianzas políticas, esta opción no tendría mayores inconvenientes. En Francia, dado su régimen presidencialista, no es tan sencillo.
En la conformación del nuevo gobierno van a jugar diversos aspectos, y es aquí donde podrían surgir los problemas. Dentro de la izquierda, el ganador es Jean-Luc Melenchon, al frente de La Francia Insumisa, que se ubicó por delante de los socialistas. Melenchon representa el ala radical y ha mantenido posiciones euro escépticas que, paradójicamente, en ese aspecto lo acercan a la señora Le Pen. Su primera reacción fue la de solicitar al presidente Macron que le permitiera formar gobierno, sin el centro. El líder de los insumisos deberá moderar sus aspiraciones en aras de lograr un verdadero consenso. Sería igualmente grave que los sectores moderados del NFR y la centro-derecha de Macron traten de lograr un acuerdo que excluya a Melenchon. Allí es donde debe primar la sensatez, que ya permitió derrotar a la ultraderecha, para que no se constituya un nuevo gobierno que tenga a los dos extremos políticos en la oposición.
La ultraderecha del Reagrupamiento Nacional (RN), de Marine Le Pen y Jordan Bardella, había ganado el 9 de junio las elecciones para el Parlamento Europeo, lo que llevó al presidente Macron a adelantar las elecciones parlamentarias en su país. Hace una semana todo pareció confirmar el pesimismo al triunfar RN con el 33,5 % de los votos en la primera vuelta. Ante la xenofobia y el nacionalismo exacerbado los franceses acudieron a las urnas con una significativa participación del 67 %. De momento queda conjurado el temor frente a la señora Le Pen, sin embargo, su derrota se puede considerar como agridulce: no logró consolidar su impulso y en una semana quedó como tercera fuerza en el Parlamento. Pero al mismo tiempo obtiene 143 diputados, junto a sus aliados, de los 88 escaños que tenía con anterioridad. El peligro continúa ahí.
Con este panorama, la expectativa se centra en la madurez que debe primar entre los diferentes actores políticos de los dos bloques más votados. Dentro del NFP, los más votados, deben solucionar el tema de las mayorías dentro de su agrupación. Algo similar deberán hacer en Ensemble, pues a pesar de quedar debilitados, siguen siendo el fiel de la balanza. Si no lo logran, habría un bloqueo que no se resolvería antes de un año, en que la Constitución permite al presidente llamar a nuevas elecciones. Los electores ya se expresaron en las urnas. Los políticos tienen la palabra.
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La Francia de las libertades, que ha sido un ícono para el mundo, respira aliviada tras el triunfo de la izquierda y la derrota de la ultraderecha de Marine Le Pen, a la que se alcanzó a vaticinar mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. El país queda dividido en tres grandes bloques con la expectativa de que la cordura que llevó a poner un freno a Le Pen permita conformar pronto un nuevo gobierno. Las fuerzas de izquierda reunidas en el Nuevo Frente Popular (NFP) y el Partido Ensemble, del debilitado presidente Emmanuel Macron, deberían escoger pronto un primer ministro, seguramente de izquierda, e incorporar figuras de la extrema izquierda, el centro y la derecha moderada. De no ponerse de acuerdo, colocarían a los franceses ante una compleja situación en el inmediato futuro.
Las negociaciones políticas, que comenzaron el domingo en la noche al conocerse los resultados, parten de la nueva realidad de las fuerzas parlamentarias, que para obtener la mayoría deberían alcanzar 289 escaños. El NFP tendrá 182 diputados dentro de la Asamblea Nacional, frente a los 153 de la anterior legislatura. Ensemble, de Macron, fue otro perdedor. Aunque quedó en segundo lugar, disminuyó su participación de 250 a 168 diputados. Sumadas las dos fuerzas se lograría consolidar un fuerte bloque que garantice la gobernabilidad desde el Parlamento. En otros países europeos, donde el régimen parlamentario está acostumbrado a las alianzas políticas, esta opción no tendría mayores inconvenientes. En Francia, dado su régimen presidencialista, no es tan sencillo.
En la conformación del nuevo gobierno van a jugar diversos aspectos, y es aquí donde podrían surgir los problemas. Dentro de la izquierda, el ganador es Jean-Luc Melenchon, al frente de La Francia Insumisa, que se ubicó por delante de los socialistas. Melenchon representa el ala radical y ha mantenido posiciones euro escépticas que, paradójicamente, en ese aspecto lo acercan a la señora Le Pen. Su primera reacción fue la de solicitar al presidente Macron que le permitiera formar gobierno, sin el centro. El líder de los insumisos deberá moderar sus aspiraciones en aras de lograr un verdadero consenso. Sería igualmente grave que los sectores moderados del NFR y la centro-derecha de Macron traten de lograr un acuerdo que excluya a Melenchon. Allí es donde debe primar la sensatez, que ya permitió derrotar a la ultraderecha, para que no se constituya un nuevo gobierno que tenga a los dos extremos políticos en la oposición.
La ultraderecha del Reagrupamiento Nacional (RN), de Marine Le Pen y Jordan Bardella, había ganado el 9 de junio las elecciones para el Parlamento Europeo, lo que llevó al presidente Macron a adelantar las elecciones parlamentarias en su país. Hace una semana todo pareció confirmar el pesimismo al triunfar RN con el 33,5 % de los votos en la primera vuelta. Ante la xenofobia y el nacionalismo exacerbado los franceses acudieron a las urnas con una significativa participación del 67 %. De momento queda conjurado el temor frente a la señora Le Pen, sin embargo, su derrota se puede considerar como agridulce: no logró consolidar su impulso y en una semana quedó como tercera fuerza en el Parlamento. Pero al mismo tiempo obtiene 143 diputados, junto a sus aliados, de los 88 escaños que tenía con anterioridad. El peligro continúa ahí.
Con este panorama, la expectativa se centra en la madurez que debe primar entre los diferentes actores políticos de los dos bloques más votados. Dentro del NFP, los más votados, deben solucionar el tema de las mayorías dentro de su agrupación. Algo similar deberán hacer en Ensemble, pues a pesar de quedar debilitados, siguen siendo el fiel de la balanza. Si no lo logran, habría un bloqueo que no se resolvería antes de un año, en que la Constitución permite al presidente llamar a nuevas elecciones. Los electores ya se expresaron en las urnas. Los políticos tienen la palabra.
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