
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El caso de Judith Pinedo Flórez, quien fue alcaldesa de Cartagena entre el 2008 y el 2011, es una muestra más de lo difícil que es el servicio público para quienes incomodan a las burocracias corruptas que tienen cooptadas las administraciones de los entes territoriales. Desde el 2009, por la venta de un lote a un hotel, sus opositores emprendieron una persecución judicial que encontró extraño eco en la Fiscalía y en la Procuraduría. Fue acusada de peculado por apropiación y contrato sin cumplimiento de los requisitos legales. En el 2020, en primera instancia, fue absuelta, pero en el 2021 fue condenada por el Tribunal Superior de Cartagena a 12 años y cinco meses de cárcel. No obstante, esta semana, la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia dijo que Pineda era inocente y ordenó su liberación. En palabras del alcalde de Cartagena, William Dau: “La justicia tardía no es justicia, es injusticia”.
Desde que se conocieron las denuncias contra Pinedo Flórez, voces conocedoras de la política en Cartagena prendieron las alarmas. Es diciente que luego de que Pinedo dejara la Alcaldía la ciudad entró en una crisis política con alcaldes destituidos por corrupción. Desde Pinedo, Dau será el único mandatario de Cartagena que podrá terminar su mandato completo. Esto porque, como se ha denunciado en múltiples ocasiones, la política cartagenera está plagada de actores corruptos que han llevado a la ciudad a tener una desigualdad profunda a pesar de sus riquezas.
A Pinedo Flórez la acusaron de haber vendido un lote baldío al Hotel Dann. También, según la Fiscalía, lo hizo por un monto muy inferior al adecuado. Por estos hechos, el Tribunal Superior de Cartagena la condenó. Sin embargo, en apelación, la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia concluyó que se podía vender el terreno de unos 200 metros cuadrados que, según los togados, ya venía ocupando la firma hotelera. Por lo tanto, se determinó que el lote no hacía parte del área de la playa. Por eso, ordenó la libertad.
Cuando se entregó a la justicia, Pinedo Flórez había dicho lo propio: “Hoy en Cartagena de Indias todo el mundo puede disfrutar de las playas que están detrás del Hotel Dann, unas playas que están exactamente iguales a como han estado toda la vida, la misma extensión, la misma arena, las mismas olas reventando contra ellas, mientras yo llevo varios meses detenida en una cárcel por haber «vendido» esas playas, que siguen siendo playas”. El tiempo le dio la razón, pero los años de vida perdidos con la angustia del proceso judicial no dejan de ser problemáticos.
Como cuenta El Universal, estando en la cárcel Pineda Flórez llevó acabo una serie de revoluciones con las internas, construyó una biblioteca, creó verdaderos proyectos de resocialización y siguió trabajando por la comunidad carcelaria. Una muestra de carácter ante la adversidad.
Más allá del caso particular, lo preocupante es que los servidores públicos que hacen bien su trabajo puedan ser sometidos a persecuciones de este estilo. ¿Cómo vamos a convencer a las personas más idóneas de que la vida pública y apostarle a la democracia son el mejor proyecto de vida?
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.
