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La estrategia le está funcionando al Gobierno nacional. Utilizando una táctica conocida que también sirvió para propiciar los diálogos de paz con las Farc, el Estado adelanta una mezcla de garrote (operaciones militares) y zanahoria (incentivos de reinserción) para convencer a los miembros de la guerrilla del Eln de que dejen las armas. A pesar de que la guerrilla no cumplió a cabalidad con el cese del fuego decretado durante abril, y ya se han presentado nuevos atentados contra oleoductos, la administración de Iván Duque ha mostrado una voluntad de paz que no está cayendo en oídos sordos y podría, en medio de la pandemia, abrir la puerta a nuevas conversaciones. Esperamos que así sea.
En total son 31 los guerrilleros del Eln que se han desmovilizado entre el 30 de abril y el día de ayer. El Gobierno les extendió la mano con el Decreto 601 de 2020, que le asigna funciones al comisionado de Paz para buscar y evaluar la voluntad de sometimiento de los grupos armados. Esto, unido al coronavirus y a las operaciones de presión militar, se convirtió en el mejor incentivo para que estas personas dejaran las armas. Después de tanto tiempo de guerra y de violencia irracional, además de tanto desprestigio contra el proceso de La Habana, la imagen de personas dejando a un lado las armas y apostándole a la institucionalidad es esperanzadora. Se trata de un recordatorio de lo que ya sabíamos: es mil veces mejor apostarle a la paz, la reconciliación y el reencuentro de los colombianos.
Hablando con El Espectador, el comisionado de Paz, Miguel Ceballos, dijo que “solamente el Eln es reconocido con carácter político. Con ese grupo, de cumplirse las condiciones impuestas por el señor presidente Iván Duque, es decir, la entrega de todos los secuestrados y ceses de acciones criminales, se podría entablar un diálogo y llegar a un acuerdo de paz”. La mesa, entonces, está servida. ¿Responderá por fin la guerrilla?
Conocemos muy bien que el interlocutor es terco. Pese a haber decretado el cese del fuego por la cuarentena, la Fundación Ideas para la Paz (FIP), el Instituto Catalán Internacional para Paz (ICIP) e Indepaz documentaron ataques contra la población civil y el Estado durante el mes de abril. Las estructuras de la guerrilla muestran su descoordinación y, en general, carencia de capacidad para hacer gestos de paz. Así es, simplemente, muy difícil.
A punta de desmovilizaciones individuales no vamos a poder desarmar al Eln, pero cada uno de los guerrilleros que se han entregado voluntariamente y mostrado su deseo de reintegrarse a la sociedad es una derrota más a las viejas estructuras de esa guerrilla. También envía un mensaje importante a todos los desmovilizados y a aquellos que siguen en la ilegalidad, pero lo están considerando: las puertas del Estado están abiertas. El interés de los colombianos y del mundo entero es que le sigamos apostando a la paz. Poder decirles, como hizo Ceballos, “bienvenidos al tránsito a la legalidad”.
A todos los miembros del Eln les recordamos que están en una coyuntura histórica. Los años venideros requerirán que la atención del país entero esté en la recesión económica y la recuperación de la crisis ocasionada por el coronavirus. No es justo, que en ese proceso, tengamos que cargar la herencia de violencias irracionales y caducas. Si de verdad quieren aportarle algo a la población que tanto han dicho defender, siéntense a conversar. Ayuden a que Colombia sea un territorio de paz.
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