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En un giro sorpresivo en Venezuela, la plataforma Unitaria (PU) decidió apoyar como su candidato a Edmundo González Urrutia, un experimentado diplomático sin mayor experiencia en la política activa. Con una hoja de vida limpia y el deseo de representar a los millones de venezolanos que desean una transición a la democracia en su país, quien fue inscrito inicialmente como un candidato “tapa”, o comodín, se ha convertido en la mayor esperanza para derrotar a Nicolás Maduro. La expectativa se centra en que, a pesar del moderado optimismo y la presión internacional, el régimen no ponga nuevos obstáculos para impedir las elecciones del 28 de julio.
La designación del embajador González Urrutia se da en medio de una serie de hechos importantes, tanto a nivel interno como internacional, que han generado un ambiente favorable. A pesar de las diferencias que existen dentro del propio bloque opositor, se pusieron de acuerdo María Corina Machado y Manuel Rosales, para que este último endosara el apoyo de su partido al candidato que inscribió la Mesa de Unidad Democrática (MUD) en reemplazo de la inhabilitada Machado. El nuevo candidato está dialogando con todos los sectores de la PU, incluidos Enrique Capriles y Leopoldo López, para limar asperezas. La única candidatura opositora que continúa es la de Enrique Márquez, quien anunció que la mantendrá ante cualquier eventualidad frente a eventuales acciones ilegales contra González Urrutia.
En el ámbito internacional también se han presentado hechos que buscan apuntalar unos comicios transparentes, justos, con observación internacional y que ofrezcan una opción de salida a Maduro ante su casi segura derrota. Una que ha tomado vuelo es la propuesta de los presidentes Gustavo Petro y Lula Da Silva en días pasados, de llevar a cabo un plebiscito simultáneamente con las presidenciales, para garantizar un “pacto democrático” que garantice a “cualquiera que pierda en esas justas electorales certeza y seguridad sobre su vida, sobre sus derechos, sobre las garantías políticas que cualquier ser humano debe tener en su respectivo país”, según explicó el presidente Petro. La propuesta, por lo demás, proviene de dos países cercanos ideológicamente a Maduro, como Colombia y Brasil. El propio candidato Edmundo González Urrutia dijo que ha estado en contacto con autoridades colombianas. Este papel que desempeña el presidente Petro, así como su canciller (e), Luis Gilberto Murillo, son el mejor aporte que se puede hacer para el retorno de la institucionalidad a Venezuela, sin perder de vista la absoluta desconfianza que genera el gobierno ilegítimo del país vecino.
También, tanto Washington como Brasilia manifestaron su satisfacción por la escogencia de un candidato opositor. Lula dijo al respecto que “habrá elecciones (…) el que ganó toma el poder y gobierna, y el que perdió se prepara para otras elecciones”. Ante esta circunstancia, cada vez se hace más difícil para Maduro decir que la oposición y la presión internacional son producto del imperialismo del norte. El embajador estadounidense Francisco Palmieri dejó a su vez en claro que la reimposición de sanciones contra Venezuela, ante el desconocimiento de los Acuerdos de Barbados, no es definitiva y que se pueden levantar si el régimen continúa con la hoja de ruta democrática.
Con todos estos mensajes, el ocupante del Palacio de Miraflores debería entender que el camino electoral, siguiendo las reglas de juego establecidas, es la única salida para él y para el país. A pesar de los buenos augurios, que permiten albergar un moderado optimismo por los motivos expuestos, no se puede soslayar la posibilidad cierta, como ha ocurrido en incontables ocasiones anteriores, que el régimen decida actuar contra la candidatura de González Urrutia con cualquier leguleyada para inhabilitarlo, o acudir a alguna argucia para no llevar a cabo unas elecciones que sabe, de antemano, tiene perdidas.
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