La peligrosa irresponsabilidad de Néstor Humberto Martínez
En su defensa en el Congreso, el exfiscal Néstor Humberto Martínez recurrió a la conocida y peligrosa táctica de estigmatizar a periodistas, con el objetivo de desacreditar el trabajo de investigación realizado. A un personaje que ha ocupado tan altos cargos de la nación, le queda muy mal no ser capaz de diferenciar entre el ejercicio periodístico válido y quienes buscan torpedear al Estado desde el terrorismo. Solicitamos a las autoridades que garanticen la seguridad de nuestro reportero Edinson Bolaños, quien fue sujeto de falsos señalamientos por Martínez que han puesto su vida en riesgo, solo por hacer su labor y realizar preguntas útiles para el debate público.
En efecto, Bolaños publicó en El Espectador una investigación con varios hallazgos. Se trata de una pieza periodística prudente, que no busca hacer juicios y sustenta todo lo dicho en documentos. Los lectores y el país entero pueden entrar a verificar cómo, por ejemplo, existen 24.000 audios en poder de la Fiscalía que no fueron entregados a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) cuando esta evaluaba el caso de Jesús Santrich. Gracias a estas revelaciones, los colombianos han tenido más contexto sobre los palos en la rueda que se le pusieron a la justicia transicional desde la institucionalidad, bajo el mando de Martínez. A todas luces, es un aporte que cumple con los principios que fundaron este periódico y nuestra promesa con la audiencia.
Hacer esa publicación, que era de interés público, en ningún momento nos convierte en aliados de los terroristas. El mismo Jesús Santrich, en un video publicado recientemente, se lamenta de que lo llamemos “traidor a la paz”. Lo repetimos. Iván Márquez, Jesús Santrich y todos los disidentes de las Farc son traidores a la paz y criminales que deben ser perseguidos por las autoridades. Las publicaciones de El Espectador no los eximen de su responsabilidad ni los justifican en sus acciones. No hay interpretación posible que se preste para decir que nuestro periódico, que ha sido un vehemente defensor de la institucionalidad, quiere apoyar su agenda destructiva.
Por eso es tan decepcionante que el exfiscal Martínez haya querido enlazar a nuestro reportero con la defensa de Santrich. En audiencia pública ante el Congreso, con notable desdén y molesto por tener que dar explicaciones que, en todo caso, le debe a Colombia entera, el exfuncionario dijo que la investigación “termina siendo un sainete con un libreto mal elaborado, que ha tenido origen, para que se sepa, en la entrega que hizo a la defensa de Santrich a un periodista de El Espectador, de apellido Bolaños, para que difundiera de manera selectiva algunas piezas procesales”. Después, en varias ocasiones, insiste en que nuestro reportero le falló a la verdad e insinúa, con su lenguaje de burócrata bien entrenado, que su trabajo periodístico hace parte de la “conspiración” contra él y contra la Fiscalía orquestada por la defensa de Santrich.
Eso no es cierto. Con la información disponible, El Espectador entrevistó a Martínez y le dio espacio para explicarse. Todas las afirmaciones se hicieron con base en documentos. Incluso él mismo nos dijo: “Nosotros no estuvimos en ninguna entrega controlada”, lo que después modificó al hablar con el Congreso. Ver en la investigación una conspiración es no entender la labor de una prensa libre. Atacar a un periodista para defenderse es poner en grave riesgo su vida. A nuestro reportero no le van a dar una embajada para que se vaya del país. ¿Quién asegura su integridad?
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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En efecto, Bolaños publicó en El Espectador una investigación con varios hallazgos. Se trata de una pieza periodística prudente, que no busca hacer juicios y sustenta todo lo dicho en documentos. Los lectores y el país entero pueden entrar a verificar cómo, por ejemplo, existen 24.000 audios en poder de la Fiscalía que no fueron entregados a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) cuando esta evaluaba el caso de Jesús Santrich. Gracias a estas revelaciones, los colombianos han tenido más contexto sobre los palos en la rueda que se le pusieron a la justicia transicional desde la institucionalidad, bajo el mando de Martínez. A todas luces, es un aporte que cumple con los principios que fundaron este periódico y nuestra promesa con la audiencia.
Hacer esa publicación, que era de interés público, en ningún momento nos convierte en aliados de los terroristas. El mismo Jesús Santrich, en un video publicado recientemente, se lamenta de que lo llamemos “traidor a la paz”. Lo repetimos. Iván Márquez, Jesús Santrich y todos los disidentes de las Farc son traidores a la paz y criminales que deben ser perseguidos por las autoridades. Las publicaciones de El Espectador no los eximen de su responsabilidad ni los justifican en sus acciones. No hay interpretación posible que se preste para decir que nuestro periódico, que ha sido un vehemente defensor de la institucionalidad, quiere apoyar su agenda destructiva.
Por eso es tan decepcionante que el exfiscal Martínez haya querido enlazar a nuestro reportero con la defensa de Santrich. En audiencia pública ante el Congreso, con notable desdén y molesto por tener que dar explicaciones que, en todo caso, le debe a Colombia entera, el exfuncionario dijo que la investigación “termina siendo un sainete con un libreto mal elaborado, que ha tenido origen, para que se sepa, en la entrega que hizo a la defensa de Santrich a un periodista de El Espectador, de apellido Bolaños, para que difundiera de manera selectiva algunas piezas procesales”. Después, en varias ocasiones, insiste en que nuestro reportero le falló a la verdad e insinúa, con su lenguaje de burócrata bien entrenado, que su trabajo periodístico hace parte de la “conspiración” contra él y contra la Fiscalía orquestada por la defensa de Santrich.
Eso no es cierto. Con la información disponible, El Espectador entrevistó a Martínez y le dio espacio para explicarse. Todas las afirmaciones se hicieron con base en documentos. Incluso él mismo nos dijo: “Nosotros no estuvimos en ninguna entrega controlada”, lo que después modificó al hablar con el Congreso. Ver en la investigación una conspiración es no entender la labor de una prensa libre. Atacar a un periodista para defenderse es poner en grave riesgo su vida. A nuestro reportero no le van a dar una embajada para que se vaya del país. ¿Quién asegura su integridad?
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