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El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a Panamá y México. Asegurar que su país tiene el derecho de exigirle a los panameños que devuelvan el Canal por un supuesto problema de tarifas y administración china es, como lo dijo acertadamente el ex canciller Julio Londoño Paredes, “un exabrupto jurídico y político”. Poco le importará al presidente Trump, sin embargo. Vienen años difíciles.
Trump manifestó que desde la Casa Blanca retomará el manejo del Canal debido a que su armada y comercio “han sido amenazados de una forma muy injusta e imprudente” por las tasas que cobra Panamá. Además, insiste en que Panamá debía tener la administración, y no China. Estos comentarios, carentes de validez y de sustento jurídico, han sido rechazados de inmediato no solo por el presidente del país vecino, José Raúl Mulino, sino por otros mandatarios de la región, entre ellos el presidente Gustavo Petro. Es lo que corresponde frente a una situación absurda.
Mulino expresó con claridad que “cada metro cuadrado del Canal es de Panamá y lo seguirá siendo”, pues temas como el de las tarifas no son un capricho y obedecen más bien a una serie de hechos relacionados con el mercado, costos operativos, mantenimiento y modernización de esta importante vía interoceánica. También negó cualquier vínculo directo o indirecto con China. “Panamá respeta a las demás naciones y exige respeto”, concluyó el primer mandatario panameño. Hay que tener en cuenta que por el Canal circula un 5 % del comercio marítimo mundial y sus principales usuarios son Estados Unidos, China, Japón y Corea del Sur.
El presidente Petro, por su parte, manifestó el apoyo a su homólogo panameño al decir que estará al lado de Panamá hasta las últimas consecuencias en la “defensa de su soberanía. Si el nuevo gobierno de Estados Unidos quiere hablar de negocios, hablaremos de negocios, de tú a tú, y en beneficio de nuestros pueblos, pero jamás se negociará la dignidad”. La actitud del mandatario es la correcta y acorde con el crucial papel que desempeñó Colombia en la devolución del Canal a manos panameñas.
Con respecto a México, Trump ha amenazado con imponer aranceles del 25 % para forzar al país vecino a tomar medidas radicales con respecto a la migración irregular. Fuera de terminar de construir el muro fronterizo y cerrar la frontera desde el primer día, ha prometido llevar a cabo la mayor deportación masiva de migrantes irregulares, sin saberse aún cómo lo hará. También ha dicho que se declarará a los carteles de la droga como grupos terroristas, lo que le daría la posibilidad de llevar tropas a territorio mexicano. La presidenta Claudia Sheinbaum ha reafirmado que están dispuestos a colaborar en materia de seguridad con su vecino, pero sin permitir atropellos a la soberanía mexicana: “México es un país libre, soberano, independiente y no aceptamos injerencismo”. En algunas semanas, una vez posesionado, se sabrá el real alcance de las desafortunadas declaraciones del nuevo mandatario estadounidense.
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