Lo peor del coronavirus en América Latina no ha pasado

El Espectador
24 de mayo de 2020 - 11:00 p. m.
En Brasil, Jair Bolsonaro se ha consolidado como negacionista. Pero el problema del coronavirus ataca a los países de América Latina. / Foto: AFP
En Brasil, Jair Bolsonaro se ha consolidado como negacionista. Pero el problema del coronavirus ataca a los países de América Latina. / Foto: AFP

Lo peor del coronavirus en América Latina todavía está por aparecer. Mientras Colombia se aproxima gradualmente a la apertura, nuestros vecinos Brasil y Perú tienen una situación fuera de control, Ecuador continúa en su tragedia y la Organización Mundial de la Salud dijo que, en palabras del director de su Programa de Emergencias Sanitarias, Mike Ryan, América del Sur “se está convirtiendo, de cierto modo, en el nuevo epicentro” de la pandemia. No podemos descuidarnos.

En Colombia el número de casos reportados por día viene en aumento, situación de esperarse debido a que varios sectores de la economía han sido reactivados y la cuarentena se ha ido flexibilizando. Por eso es fundamental que las autoridades, tanto nacionales como locales, estén monitoreando en todo momento la ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) de los hospitales para que no vayamos a desbordarnos.

Renglón aparte merecen situaciones altamente preocupantes, como la del coronavirus en el Amazonas. Allí la situación se empeora por la cercanía con Brasil, un país donde ya hay más de 20.000 muertes y su presidente, Jair Bolsonaro, está en negación pública y recomendando tratamientos inseguros contra el COVID-19.

Lo lamentable es que nuestra región tiene malas noticias desde ambos lados de la estrategia. En contraste con el negacionismo de Brasil está Perú, que empezó antes que cualquiera la cuarentena y ha sido estricto en cerrar territorios; pero no ha sido suficiente. La desobediencia de la gente y la falta de control eficaz en varios territorios por parte del Estado, así como la desigualdad, han hecho que el país tenga 108.000 casos y contando. Eso es especialmente preocupante en algunos lugares donde el suministro del agua escasea. Están todos los componentes para una tragedia.

Desde Estados Unidos tampoco hay aliento. El negacionismo impulsado por su presidente y las ridículas marchas antitapabocas y cuarentena hicieron que ese país ya sobrepasara los 100.000 muertos. Viendo las congregaciones de personas que se han reportado en varios estados, es de esperar que la situación solo siga empeorando. Esos son los riesgos de politizar una crisis que debió enfrentarse de mano con la ciencia y aceptando las recomendaciones.

Mientras el coronavirus siga sin vacuna y la sociedad no tenga algún tipo de inmunidad, la crisis no se habrá superado. Los casos que se salen de control con rapidez amenazan colapsar los sistemas de salud, empeorando la situación para todos. No podemos olvidar que ese es el tamaño del reto.

Colombia ha logrado manejar la curva, pero hay mucha incertidumbre de lo que vendrá. Algo innegociable es la disciplina social. El distanciamiento, el uso del tapabocas, el trabajo en casa (si es posible) y la limitación en el uso del transporte público son herramientas que han funcionado y que, cuando no se siguen, han servido de predictor de un desastre. Tenemos que estar alertas mientras seguimos navegando en medio de la pandemia.

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