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Que las disidencias tienen sus propias disidencias ya lo sabíamos: lo vimos con el Estado Mayor Central. El problema es que, como en ese caso, cada vez que ocurre deja al Gobierno colombiano en una situación difícil para avanzar en los diálogos de paz y, ante todo, garantizar que en efecto se va a conseguir un silenciamiento de los fusiles. Por eso, la extraña situación de la Segunda Marquetalia, donde alias Iván Márquez parece desautorizar los diálogos que iban a empezar esta semana, genera muchas preguntas, cuando a la presidencia de Gustavo Petro se le acaba el tiempo para mostrar resultados de su paz total.
El fin de semana se conoció una carta, atribuida a Iván Márquez, que causó sorpresa hasta en miembros de la Segunda Marquetalia. El comandante de ese grupo, conformado a partir de la traición al Acuerdo de Paz firmado entre las FARC y el Estado colombiano, dijo que no autorizaba el uso del nombre de la disidencia en los diálogos con el Gobierno. “Me veo en la obligación de manifestarles que la operación a realizarse en territorio del departamento de Putumayo, el 16 de noviembre, y las reuniones posteriores a llevarse a cabo con los representantes del Gobierno de Colombia no fueron consultadas con el comandante de la SM (Segunda Marquetalia), así uno de los convocantes sea el jefe de nuestra delegación de paz”, afirmó. En Blu Radio, el mencionado jefe de la delegación, Walter Mendoza, se dijo sorprendido y que se trataba de una “ruptura unilateral”.
Una buena noticia en medio de tanta confusión es que sí avanzarán los diálogos. Mendoza señaló que “Colombia puede estar tranquila de que el proceso de paz sigue con los compañeros de Comandos de Frontera, la Coordinadora Guerrillera y todos los que se quieran unir al proceso. Nos toca replantear la mesa, replantear la agenda, pero eso es cuestión de tiempo, no hay problema”. Por su parte, Otty Patiño, alto comisionado para la Paz, explicó que “desde que se comenzó este proceso, la dirección de la Segunda Marquetalia eligió un equipo negociador, y con ese es con el que se está trabajando. Tienen unos problemas internos, pero creemos que la Segunda Marquetalia puede seguir expresando en conjunto una voluntad de paz; pero mientras superan esa crisis, que no es la crisis del proceso, vamos a avanzar con lo que ya tenemos”.
No obstante, las preocupaciones aumentan. El gobierno Petro tiene mesas de negociación divididas con facciones del Estado Mayor Central, con facciones del ELN y ahora con facciones de la Segunda Marquetalia. Esto, sin duda, es un reflejo de cómo la guerra en Colombia y la presencia de los grupos armados han cambiado después del Acuerdo de La Habana. El problema es que tanta fragmentación hace temer que los procesos de paz no lleguen a buen puerto o que, incluso si hay firmas y desmovilizaciones, eso no sea suficiente para conseguir una Colombia con menos violencia. ¿Cómo garantizar que los espacios que deje una facción desmovilizada no los ocupen las nuevas disidencias? Y así, “ad infinitum”.
El presidente Petro se mostró optimista. “Esta división en los grupos violentos es un avance en la paz”, dijo en su cuenta de X. Y agregó que “insistirá en la paz”. En eso lo acompañamos. Pero Colombia necesita pronto ver resultados de tanta apuesta por la paz.
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